Feijóo: los traspiés y lo que no son traspiés
El líder del PP se equivoca, no encuentra el tono y cuando cree que lo ha encontrado, la corriente cambia para llevarle la contraria
No sabemos si sobrevivirá Alberto Núñez Feijóo, pero es dudoso que sobreviva quien le escribe los discursos. Mientras el líder popular va perdiendo brillo al tiempo que mantiene la compostura, es llamativa la acumulación de errores que va coleccionando desde que está a cargo del PP. Algunos pueden ser lapsus, ignorancia, materia humorística de rápida combustión en redes. Otros no hacen tanta gracia.
En la primera categoría está la ...
No sabemos si sobrevivirá Alberto Núñez Feijóo, pero es dudoso que sobreviva quien le escribe los discursos. Mientras el líder popular va perdiendo brillo al tiempo que mantiene la compostura, es llamativa la acumulación de errores que va coleccionando desde que está a cargo del PP. Algunos pueden ser lapsus, ignorancia, materia humorística de rápida combustión en redes. Otros no hacen tanta gracia.
En la primera categoría está la confusión sobre 1984, la distopía que George Orwell escribió en los años cuarenta para retratar los regímenes totalitarios en Europa. La novela revivió con potencia cuando Donald Trump llegó a la Casa Blanca y defendió los “hechos alternativos” frente a esa obsoleta realidad que creían ver los ciudadanos o los medios serios. El triunfo de la posverdad resucitó el clásico de Orwell, un mundo en el que todos comparten una “neolengua” impuesta desde arriba sin cuestionamientos. Estuvo entre los más vendidos en Amazon durante semanas.
Pero Feijóo, o quien le escribe los discursos, no sabe que Orwell murió en 1950, ni que aquello retrataba los totalitarismos de entonces, sino que cree que lo escribió en 1984. ¿A propósito de qué? Qué más da. Quedaba bien en su discurso sobre el valor de la verdad en democracia para jóvenes que esperemos que traigan de serie un mejor conocimiento de Orwell. Y de la verdad.
También metió la pata al confundir la prima de riesgo con los tipos de interés para atacar al Gobierno en su estreno. Como aseguró que la Comisión Europea no iba a aprobar la excepción ibérica cuando ya estaba aprobada.
Otros resbalones no son precisamente dialécticos. Defendió la bajada de impuestos justo antes de que Liz Truss se estrellara por hacerlo. Condenó la citada excepción ibérica sin olerse que la Unión Europea iba a aspirar a extenderla para contener el precio del gas. Rechazó impuestos a los beneficios extraordinarios a la banca o las energéticas cuando los propios gobiernos conservadores están corriendo a aprobarlos. Por no hablar de cómo su gran barón, Juan Manuel Moreno Bonilla, rebajó impuestos a los ricos minutos antes de pedir dinero para afrontar la sequía. O de cómo Cuca Gamarra negó una vinculación del acuerdo judicial con la reforma del delito de sedición minutos antes de que Feijóo rompiera la negociación por ese motivo.
Feijóo se equivoca, no encuentra el tono y cuando cree que lo ha encontrado, la corriente cambia para llevarle la contraria.
En política, el instinto y la capacidad para leer el espíritu de tu tiempo son claves. Y no están en las redes, ni en tu gabinete, ni en tu redactor de discursos. Finalmente, está en tu propia capacidad de liderazgo. De momento, invisible.