A la espera del invierno

Las amenazas nucleares y la espera del invierno son los recursos de Putin ante el retroceso en desbandada de su ejército en Ucrania

Dos bomberos trabajan para extinguir un fuego en un edificio residencial dañado por un misil ruso, este domingo en Zaporiyia.MARYNA MOISEYENKO (AFP)

Las masacres de civiles en Zaporiyia, y muy cerca de su central nuclear, como respuesta a la explosión que destruyó el puente que une Rusia con Ucrania, no podrán eclipsar el retroceso de las tropas rusas ante la contraofensi...

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Las masacres de civiles en Zaporiyia, y muy cerca de su central nuclear, como respuesta a la explosión que destruyó el puente que une Rusia con Ucrania, no podrán eclipsar el retroceso de las tropas rusas ante la contraofensiva ucrania. El desorden ha llegado al extremo de convertir a Rusia en el principal suministrador de tanques y vehículos blindados tras abandonarlos intactos en la desbandada. El pesimismo se ha abatido sobre los medios oficiales del Kremlin, trasparentando las divisiones en la cúpula dirigente —el nombramiento de un nuevo responsable de las tropas de ocupación rusas, Serguéi Surovikin, es una inequívoca señal—. La movilización militar, con la salida del país de decenas de miles de jóvenes que no quieren morir como carne de cañón, ha convertido a Rusia en un país en guerra abierta.

A Vladímir Putin le quedan pocas cartas ya, y de ahí el creciente temor a un golpe nuclear, presentado como una acción preventiva ante el peligro existencial para el régimen, formulado explícitamente como temor plausible por el propio presidente Joe Biden. Descartado el apocalipsis que significaría el lanzamiento de misiles de largo alcance, las conjeturas evalúan la apuesta desesperada de Putin por un ataque que amedrente a Ucrania y sus aliados o incluso un disparo de tipo táctico, hoy de efecto impredecible. La extrema irresponsabilidad de tales amenazas no debieran dar lugar a dudas entre los aliados de Kiev. Las amenazas forman parte de la guerra psicológica para dividir a la Unión Europea y sentar a Ucrania a negociar en malas condiciones, con el 20% de su territorio ocupado, la central de Zaporiyia sustraída por Moscú a su legítimo propietario ucranio, y la permanente destrucción civil de los bombardeos.

Esta es la única estrategia que le queda a Putin hoy, combinada con la llegada del invierno como momento propicio para que crezca el descontento entre los europeos por los cortes de energía y por la inflación. Estados Unidos ha anunciado un nuevo paquete millonario de ayuda militar, la UE ha aprobado su octava tanda de sanciones contra Rusia y Putin ha podido ver la fotografía de la cumbre de Praga, en la que 44 países europeos, desde el Reino Unido hasta Turquía, pasando por los balcánicos, han querido mostrar su disposición constructiva y pacífica frente a los dos ausentes y aliados, la Federación Rusa y Bielorrusia. Esta es la línea de respuesta que merecen las amenazas nucleares de Moscú, mientras el ejército de Ucrania siga recuperando territorio y el Kremlin demostrando su nula disposición a cejar en su agresión y a negociar solo en medio de una invasión. Entramos en una fase muy peligrosa con Putin perdiendo la guerra convencional. A la vista de todos los fracasos cosechados en estos siete meses, sería el momento exacto para que desde el Kremlin surgiera una iniciativa de negociación seria.


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