Buenas noches
Es un error pensar que lo que no existe no existe. Te lo digo yo, el monstruo de debajo de la cama
Soy el monstruo de debajo de la cama. Nunca me has visto porque cuando te asomas me escondo en tu cabeza. Estoy dentro de tu cabeza cuando miras y debajo de la cama cuando no miras. Jamás te he agarrado de los tobillos cuando cambias las sábanas porque no tengo manos. Jamás te he mordido porque no tengo boca. Jamás me has olido porque no tengo olor. Jamás me atraparás porque no existo. Ahora bien, ten en cuenta que las cosas que no existen, paradójicamente, existen y son las que mayores desarreglos nos provocan. Dios, sin necesidad de existir, ha producido, y produce aún, más muertes que las s...
Soy el monstruo de debajo de la cama. Nunca me has visto porque cuando te asomas me escondo en tu cabeza. Estoy dentro de tu cabeza cuando miras y debajo de la cama cuando no miras. Jamás te he agarrado de los tobillos cuando cambias las sábanas porque no tengo manos. Jamás te he mordido porque no tengo boca. Jamás me has olido porque no tengo olor. Jamás me atraparás porque no existo. Ahora bien, ten en cuenta que las cosas que no existen, paradójicamente, existen y son las que mayores desarreglos nos provocan. Dios, sin necesidad de existir, ha producido, y produce aún, más muertes que las sequías prolongadas. Dios, sin existir, obliga a millones de mujeres a ir con la cabeza y el rostro cubiertos. Sin existir, estuvo a punto de matar hace poco a Salman Rushdie. Sin existir, apoya y mantiene las dictaduras más crueles del universo mundo. Sin existir, manda a miles de inocentes a la horca cada día. Sin existir, tiene representantes en la Tierra a través de los cuales informa acerca de lo que está bien y de lo que está mal.
Es un error pensar que lo que no existe no existe. Te lo digo yo, el monstruo de debajo de la cama. Millones de críos lloran antes de caer rendidos cada noche porque, pese a lo que les aseguran sus padres, notan mi presencia a tan solo unos centímetros de sus frágiles cuerpos. Saben que puedo devorarlos cuando me venga en gana. Si tuviera nariz, olería su pánico, porque el pánico, creo, huele a flores muertas y podridas. ¿Queréis saber por qué vuestros zapatos nunca aparecen por la mañana en el mismo lugar en el que los dejasteis al meteros en la cama? Porque los cambio yo con el pensamiento, aunque tampoco tengo pensamiento.
Todo esto era para deciros que llevéis cuidado con lo irreal porque, aunque os empeñéis en ignorarlo, influye más en vuestras vidas que lo auténtico. Buenas noches.