El grifo del gas como arma
La suspensión rusa del suministro a Polonia y Bulgaria busca castigar a ambos países y dividir a la Unión Europea
El mensaje no puede ser más claro. Putin prefiere cerrar el grifo del gas y del petróleo antes de que los clientes de Rusia consigan su independencia energética; el ataque mejor que la defensa, tal y como ha demostrado con la súbita ruptura del suministro gasístico a Polonia y Bulgaria, dependientes en un 50% y un 75%, respectivamente, del gas procedente de territorio ruso.
La excusa es ...
El mensaje no puede ser más claro. Putin prefiere cerrar el grifo del gas y del petróleo antes de que los clientes de Rusia consigan su independencia energética; el ataque mejor que la defensa, tal y como ha demostrado con la súbita ruptura del suministro gasístico a Polonia y Bulgaria, dependientes en un 50% y un 75%, respectivamente, del gas procedente de territorio ruso.
La excusa es la exigencia sobrevenida de pagar en rublos en vez de en euros o dólares, que solo cumple la Hungría de Viktor Orbán, el amigo de Vladímir Putin, entre los clientes europeos. La realidad es que se trata de un castigo ante todo a Polonia, por su esfuerzo en favor de Ucrania, en la acogida de refugiados, ayuda militar, como base de apoyo y de suministros e incluso plataforma de tránsito de la diplomacia internacional. De cara a Bulgaria supone una advertencia ante su actitud discreta pero favorable a Kiev, para que se abstenga de suministrar armas.
Para el resto de los clientes, es un chantaje y una auténtica decisión de guerra, con la que el Kremlin quiere mostrar su determinación. No debe atender a los efectos sobre el ánimo de los ciudadanos ni a la traslación en las urnas del deterioro de la economía y de los muertos en combate. A diferencia de las democracias europeas, cuenta con la represión brutal de las protestas, las detenciones de quienes se oponen a la guerra y la férrea censura impuesta en Rusia.
Putin quiere dividir a los europeos. Y conoce las diferencias que provoca en la Unión Europa la decisión de cortar con la compra de petróleo y gas rusos. Sobre todo por la reticencia de los países más dependientes, como Alemania. Pero Alemania se halla ya a pocos días de prescindir del petróleo ruso y ha anunciado el envío de armas pesadas a Ucrania, concretamente tanques antiaéreos Gepard. Ha sido crucial la reunión convocada por Lloyd Austin, el secretario de Defensa de Estados Unidos, el martes en la base de Ramstein, en suelo alemán, en la que los ministros de Defensa de 40 países aliados —entre los que se contaban los de la OTAN pero también Japón, Corea del Sur y Australia, e incluso Marruecos, Israel y Qatar— han constituido un grupo de contacto permanente para asegurar la llegada a tiempo de la ayuda militar a Ucrania.
Del suministro de armas depende que los ucranios puedan resistir la actual ofensiva de Rusia y en su momento que se produzca una negociación equilibrada que acabe con la guerra. Quitar el gas a dos países muy dependientes, mientras se mantiene a los otros, expresa una voluntad de división, pero también es una señal de impotencia ante el poderoso frente internacional constituido contra Putin.