Digitalización transparente y responsable

Los lectores escriben sobre la mala atención al cliente de algunas empresas, insensibilización ante los desastres de la guerra, los ataques a civiles y ofrecen una visión de la reforma del Bachillerato

Pasajeros en la Terminal 4 del aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas.Pablo Monge

Tenemos que comenzar a hablar de digitalización transparente, sostenible y responsable. La campaña “Soy mayor, no idiota” ponía el foco en la exclusión del usuario en los servicios bancarios. Pero no es la banca el único caso: últimamente, las aerolíneas han encontrado en la covid-19 un filón de oro al que achacar cualquier cambio o cancelación de vuelos, cambios cuyo motivo no podemos verificar. Luego, el pasajero cancelado busca en internet una alternativa para llegar...

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Tenemos que comenzar a hablar de digitalización transparente, sostenible y responsable. La campaña “Soy mayor, no idiota” ponía el foco en la exclusión del usuario en los servicios bancarios. Pero no es la banca el único caso: últimamente, las aerolíneas han encontrado en la covid-19 un filón de oro al que achacar cualquier cambio o cancelación de vuelos, cambios cuyo motivo no podemos verificar. Luego, el pasajero cancelado busca en internet una alternativa para llegar a esa oportunidad laboral o para llegar a ver a un familiar enfermo y se encuentra con que la compañía que acaba de cancelarlo está vendiendo billetes para el mismo avión quintuplicando su precio. Al llamar al teléfono de atención al cliente (de oficinas con seres humanos a la vista ni hablemos), habla con un sujeto externalizado que poco puede hacer por él con la escasa información que le da la compañía y la nula capacidad de decisión que se le concede. La digitalización, así planteada, nos deshumaniza porque las compañías pueden usarla para protegerse del ciudadano en lugar de para abrirse a él. Quizá es la hora de presentar una campaña llamada “Soy cliente, no mercancía”.

Jon Álvarez Fernández. Bergara (Gipuzkoa)

Insensibilizados

Siempre he pensado que quienes vivimos en la parte cómoda del mundo estamos obligados al menos a saber las consecuencias que tiene en las vidas de la gente lejana el capitalismo que nos hace la vida cómoda. Es necesario ver la guerra, la inmigración, el dolor, la sangre. Es lo mínimo, ya que disfrutamos de la parte buena de la balanza. Pero estos días, en los que he podido comer tranquilamente mientras veía las espeluznantes imágenes de fallecidos a ambos lados de la carretera en Bucha, repetidas en todos los programas, informativos y periódicos, he caído en la barbaridad que sin querer estoy cometiendo: la visión continua de esas imágenes me ha insensibilizado. Y me parece que no soy el único. Eso sí que es espeluznante.

Eduardo Parody Durio. Sevilla

Símbolos del dolor y la barbarie

Bucha en 2022, Gernika en 1937 y Oradour-sur-Glane en 1944 son símbolos de la barbarie contra los civiles, memoria del dolor y del horror, pueblos que los franceses denominan “pueblos mártires”. Víctimas de las tropas rusas, de la Legión Cóndor o de la División Waffen SS Das Reich, estos seres humanos, ucranios, españoles o franceses son, sobre todo, gritos que deberían impulsarnos a trabajar sobre las causas de esta monstruosidad y a construir vías hacia una cultura sanadora y resiliente.

Carmen Mata Barreiro. Madrid

La reforma del Bachillerato

El editorial Buen Bachillerato tiene todas las características de querer coger el rábano por las hojas. La zona medular, crítica, de esta reforma se ha eludido en el texto. Es medular el que se intente opacar que sin esfuerzo nada es posible. Es medular que las calificaciones existan, ya que crean un ambiente competencial imprescindible para mejorar. Sin competencia seguiríamos en la edad de piedra. Por último, es medular que consideremos efímera y nada pertinente una ley no consensuada con la otra importante mitad del espectro político. Su Buen Bachillerato es un Buen Desideratum.

José M. González de Vega. Granada


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