El sesgo social del cáncer

Existe una relación probada entre la vulnerabilidad socioeconómica y la probabilidad de sufrir determinados tumores

Aplicación de quimioterapia en una paciente en el Hospital Vall d'Hebron de Barcelona.Consuelo Bautista

Las mejoras tanto en el diagnóstico precoz del cáncer como en su tratamiento son incontestables mientras las tasas de supervivencia no han hecho más que crecer en las últimas décadas. Pese a ello, el cáncer sigue siendo una enfermedad temible que en 2020 causó en España más de 113.000 muertes y para este año se prevén 280.000 nuevos diagnósticos que tendrán un fuerte impacto, tanto en la vida personal de los afectados como en el ámbito social y económico. La diversidad de factores genéticos y ambientales que intervienen en su aparición hace que la posibilidad de sufrir un cáncer resulte una es...

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Las mejoras tanto en el diagnóstico precoz del cáncer como en su tratamiento son incontestables mientras las tasas de supervivencia no han hecho más que crecer en las últimas décadas. Pese a ello, el cáncer sigue siendo una enfermedad temible que en 2020 causó en España más de 113.000 muertes y para este año se prevén 280.000 nuevos diagnósticos que tendrán un fuerte impacto, tanto en la vida personal de los afectados como en el ámbito social y económico. La diversidad de factores genéticos y ambientales que intervienen en su aparición hace que la posibilidad de sufrir un cáncer resulte una especie de lotería en la que unos tienen más boletos que otros. Y, una vez desencadenado, las posibilidades de curación dependen de factores como la rapidez en el diagnóstico o el acceso a los tratamientos. En ambos frentes se ha constatado la existencia de carencias sociales que generan una desigualdad subsanable con medidas de prevención y salud pública.

La incidencia de determinados tumores responde a desigualdades territoriales relacionadas con tóxicos ambientales, pero estudios recientes han constatado que también hay una relación entre la vulnerabilidad socioeconómica y la probabilidad de sufrir determinados tumores. Como han puesto de manifiesto diferentes estudios, los bajos salarios, el desempleo y la exclusión social están asociados con una peor nutrición, mayor sedentarismo y mayor incidencia de hábitos tóxicos, como el tabaquismo o el alcoholismo, que pueden derivar en procesos cancerígenos. El mapa de la mortalidad en España, con datos de 26 ciudades, arrojaba en 2021, según su coordinador, Miguel Ángel Martínez Beneito, “resultados demoledores” sobre la incidencia de la pobreza y la escasez de recursos materiales y formativos.

Está bien acreditada la relación entre el alcoholismo y el cáncer de hígado, o la del tabaquismo y el cáncer de pulmón, que en España causa más de 30.000 muertes al año. Pese a las campañas antitabaco, el 22% de la población sigue fumando, pero ese porcentaje no se reparte de forma homogénea: la tasa de fumadores entre los trabajadores no cualificados es el doble que entre los directivos y profesionales con estudios superiores. Lo mismo ocurre con la alimentación: la población económicamente más pobre presenta tasas de obesidad mucho más altas y está más expuesta a dietas que implican el riesgo de cáncer. Los factores culturales y de acceso a la información siguen teniendo un papel relevante en las campañas de prevención, como el cribado de cáncer de mama o de colon, pese a su carácter universal. El sesgo social existe tanto en términos de prevención como en las cifras de riesgo de mortalidad.

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