Un delito que nos discrimina

La despenalización del aborto en Colombia solo podrá venir por las Cortes y no por el Congreso, que representa en su gran mayoría a un país patriarcal y machista que se mira al ombligo

Una marcha a favor de la despenalización del aborto en Colombia, este martes en Bogotá.Vannessa Jiménez (EFE)

Es hora de que en Colombia se elimine de una vez por todas el delito del aborto del código penal. Sobran los argumentos para pedir que se despenalice el aborto. Para comenzar, se trata de un delito que nos discrimina, hecho exclusivamente para nosotras y que tiene el agravante de que nos echa a la hoguera desde que nacemos. Es un delito no solo infame sino injusto porque convierte nuestro derecho a decidir por nosotras mismas en un acto criminal.

Por eso, porque es tiem...

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Es hora de que en Colombia se elimine de una vez por todas el delito del aborto del código penal. Sobran los argumentos para pedir que se despenalice el aborto. Para comenzar, se trata de un delito que nos discrimina, hecho exclusivamente para nosotras y que tiene el agravante de que nos echa a la hoguera desde que nacemos. Es un delito no solo infame sino injusto porque convierte nuestro derecho a decidir por nosotras mismas en un acto criminal.

Por eso, porque es tiempo de derribar los muros que nos han impuesto a las mujeres los poderes patriarcales ya decrépitos, es que el movimiento de mujeres Causa Justa presentó el año pasado una demanda ante la Corte Constitucional para pedir que se suprima el delito del aborto del código penal. La Corte estaría a punto de fallar esa demanda y, según mis fuentes, estaríamos a un voto de lograr que ese alto tribunal le diga sí a la despenalización del aborto en Colombia. Si eso sucede, seríamos el primer país de América Latina en establecer de manera clara y evidente que el aborto no es un delito y nos pondríamos a tono con lo que acaba de suceder en la Corte Suprema de México que declaró inconstitucional la criminalización del aborto.

Esta sucesión de hechos en el continente demuestra que en América Latina hay cortes librepensadoras que están a la vanguardia de la sociedad porque nos consideran seres sujetos de derechos y no parte de la costilla de Adán, como de hecho sostiene hasta hoy Alejandro Ordóñez, actual embajador de Colombia en la OEA.

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En el caso colombiano, la Corte Constitucional estudia dos ponencias. Una presentada por el magistrado Alberto Rojas y la otra por el magistrado Antonio José Lizarazo, que está sustentada en los argumentos presentados por el movimiento Causa Justa. Las dos ponencias tienen argumentaciones distintas, pero ambas están a favor de suprimir del Código Penal el delito del aborto. Según las cuentas, habría cuatro votos ya fijos de los cinco que se necesitan para obtener la mayoría de cinco contra cuatro. ¿Obtendremos ese voto que nos falta? Espero que sí.

Hasta ahora, la despenalización del aborto ha sido parcial y en casi todo el mundo se ha hecho a través de dos mecanismos. El primero es a través de la imposición de plazos, que es el término que se establece por ley para que la mujer pueda abortar. En Europa, una mujer puede abortar antes de la semana 12. Lo mismo sucede en Uruguay y en Argentina. En Texas, el plazo se acaba de reducir a seis semanas, lo cual es lo mismo que prohibir el aborto, porque muchas mujeres no saben que están embarazadas a las seis semanas.

En Colombia no existe el sistema de plazos, pero sí el de las causales, las cuales fueron establecidas desde el 2006 y que permiten el aborto en tres casos específicos: cuando el embarazo haya sido producto de una violación, cuando la madre corre peligro de muerte y cuando el feto tenga malformaciones. Sin embargo, en el caso de los plazos y de las causales el delito del aborto sigue vigente. Es decir, si la mujer aborta por fuera de los plazos o de las causales, incurre en un delito y puede ir a la cárcel.

Por eso es necesario despenalizar el aborto totalmente. Porque es la única vía para que las mujeres puedan decidir sin enfrentar consecuencias penales.

El hecho de que hoy las mujeres puedan abortar en tres casos específicos es un avance en materia de derechos. Sin embargo, no es suficiente. Estas tres causales no le han hecho la vida más fácil a las mujeres más vulnerables porque muchas de ellas han terminado abortando en sitios inadecuados o teniendo hijos no deseados. Siguen encarcelando a mujeres que abortan y a las que cumplen los requisitos exigidos por las causales se les niega en muchos casos el procedimiento debido a que los médicos y los hospitales invocan la objeción de conciencia. Tras bastidores está ahí asechándonos la Iglesia Católica con su doble moral y los evangélicos. Quieren mantenernos en el redil, pero ya no pueden.

Tengo claro también que la despenalización del aborto en Colombia solo podrá venir por las Cortes y no por el Congreso. Los congresistas representan en su gran mayoría a ese país patriarcal y machista que se mira al ombligo; el mismo que se define como provida pero que no se inmuta con las masacres, ni con las ejecuciones extrajudiciales que han sido nuestro pan de cada día.

Los políticos sean de derecha o de izquierda han querido evitar el tema y lo han abordado con pinzas. La candidata de la derecha María Fernanda Cabal dice que ninguna mujer debería ir a la cárcel por abortar, pero no esta de acuerdo con la despenalización total del aborto. Ella se conforma con las tres causales. Gustavo Petro, el candidato de izquierda que puntea en las encuestas, dice que ninguna mujer debería ir a la cárcel y propone una política de “aborto cero” que ha sido entendida por muchas feministas como un llamado a la abstinencia sexual.

A todos ellos, a los políticos de izquierda, a los de centro y a los de derecha hay que notificarles: el tiempo en que gobernaban sobre nuestros cuerpos ha terminado. Y si no han entendido se los repito: es hora de que saquen los rosarios de nuestros ovarios. Ya no más.

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