Silenciar Hong Kong

La desproporcionada condena a un manifestante aplicando la ley de Seguridad Nacional confirma la voluntad del régimen de Pekín de no respetar el estatus del territorio pactado con Reino Unido

El abogado de Tong Ying-Kit, Lawrence Lau, se dirige a los medios ayer en Hong Kong.MIGUEL CANDELA (EFE)

La Ley de Seguridad Nacional, el arma legal más temida del régimen de Pekín para acabar con las libertades políticas en el territorio de Hong Kong, ya ha comenzado a producir sus efectos con la condena a nueve años de prisión efectiva de un manifestante que protestaba contra las condiciones que está imponiendo el Gobierno central chino en la excolonia británica.

El tribunal que ha impuesto la severa pena ha argu...

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La Ley de Seguridad Nacional, el arma legal más temida del régimen de Pekín para acabar con las libertades políticas en el territorio de Hong Kong, ya ha comenzado a producir sus efectos con la condena a nueve años de prisión efectiva de un manifestante que protestaba contra las condiciones que está imponiendo el Gobierno central chino en la excolonia británica.

El tribunal que ha impuesto la severa pena ha argumentado dos motivos: incitación a la secesión y terrorismo. Sin embargo, el hecho de que el primer delito consistiera únicamente en portar una pancarta donde se leía: “Liberar Hong Kong, revolución de Nuestra Era”, y el segundo en estrellar su motocicleta contra un cordón policial da muestra de la mano dura con la que Pekín está dispuesto a actuar para acabar contra cualquier atisbo de protesta.

Tienen razón las organizaciones de defensa de los derechos humanos que han denunciado que la condena es desproporcionada ante la realidad de los hechos y que el castigo por llevar una pancarta no solo lo ha recibido el condenado, sino la libertad de expresión. Por su parte, el tribunal no ha tenido reparo en admitir en su resolución que el veredicto busca “un efecto disuasorio”. Se ha tratado, pues, de emitir un mensaje claro de que Pekín no piensa ceder ante las protestas y que cualquier participante puede seguir el mismo camino. Y, lo que es peor, no solo eso. La dudosa interpretación que ha hecho el tribunal del lema objeto de la acusación estimando que incita a la secesión hará que, a partir de ahora, periodistas, blogueros o simples ciudadanos con acceso a las redes sociales se lo piensen dos veces antes de escribir cualquier opinión que pueda ser interpretada políticamente por Pekín.

El Gobierno de Xi Jinping está tratando injustamente como secesionistas y terroristas a ciudadanos chinos que exigen que Pekín respete el compromiso alcanzado con el Reino Unido cuando este devolvió Hong Kong a China el 1 de julio de 1997. El régimen chino acuñó la expresión “un país, dos sistemas” precisamente como muestra de su voluntad de mantener el régimen de autogobierno y libertades políticas y de expresión en el territorio, en verdad muy diferentes de las del resto del país. No ha sido así, y desde la llegada de Xi Jinping al poder en el país asiático esta tendencia no solo se ha acelerado sino que se han introducido medidas que van claramente contra ese tratado. La Ley de Seguridad Nacional es un recurso ilimitado para perseguir a cualquier ciudadano por sus opiniones, detenerlo arbitrariamente y condenarlo a largas penas de prisión. Ya tiene su primera víctima, y nada parece indicar que vaya a ser la última.

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