Un gran salto verde
El compromiso asumido por Biden da un fuerte impulso a la lucha contra el cambio climático
Este año puede marcar un importante punto de inflexión en la lucha contra el cambio climático. Dos acontecimientos ocurridos esta semana ofrecen motivo para la esperanza y acercan a los objetivos fijados en el Acuerdo de París: evitar que el incremento de la temperatura media global del planeta supere los 2ºC respecto a los niveles preindustriales. Por un lado, ...
Este año puede marcar un importante punto de inflexión en la lucha contra el cambio climático. Dos acontecimientos ocurridos esta semana ofrecen motivo para la esperanza y acercan a los objetivos fijados en el Acuerdo de París: evitar que el incremento de la temperatura media global del planeta supere los 2ºC respecto a los niveles preindustriales. Por un lado, la vuelta de Estados Unidos a la lucha contra el cambio climático bajo la presidencia de Biden, con una renovada voluntad de liderazgo mundial; por otro, el acuerdo adoptado por los Gobiernos de los 27 países de la UE y el Parlamento europeo para blindar con una ley los compromisos de reducción de emisiones y transición energética alcanzados tras arduas negociaciones. Ambos desarrollos son muy positivos.
Mientras el mundo lucha contra la pandemia, la otra gran crisis, la climática, sigue su curso y el coste de la inacción se hace cada vez más oneroso. Sin el compromiso de EE UU, el país que más ha contribuido al calentamiento global, sería prácticamente imposible alcanzar los objetivos del Acuerdo del París a tiempo para evitar la catástrofe. Con el 13,1% de todas las emisiones, sigue siendo el segundo mayor emisor del mundo después de China (26,6%). Por eso es tan importante que el presidente Joe Biden se haya comprometido en una cumbre a reducir a la mitad en diez años las emisiones de CO2 respecto a los niveles de 2005 y a lograr que la totalidad del sistema eléctrico esté libre de carbono a partir de 2035.
Teniendo en cuenta que la credibilidad de EE UU está muy mermada por su resistencia a sumarse al Protocolo de Kioto y por la decisión de Donald Trump de abandonar el Acuerdo de París, el compromiso de Biden es muy importante aunque se quede por debajo del de la Unión Europea en cuento a ambición. La UE, responsable del 9,2% de los gases que se emiten, sancionará con una ley su decisión de reducir un 55% las emisiones, pero no respecto de 2005, como EE UU, sino de 1990, y alcanzar la neutralidad del carbono en 2050. El objetivo de Biden se queda en realidad en un 40% de reducción si se toma como referencia las emisiones de 1990. Con todo, el paso debe ser valorado. La industria de los combustibles fósiles es un lobby muy poderoso en EE UU y Trump se dedicó en los cuatro años de mandato a desmantelar las políticas ambientales implantadas por Barack Obama.
El hecho de que EE UU se sume ahora con decisión al liderazgo que ejerce la UE puede ayudar a decantar al resto de países a revisar al alza sus compromisos de reducción de emisiones, como acaban de hacer Canadá, Japón o Reino Unido. Apenas un tercio de los casi 200 países firmantes del Acuerdo de París han respondido a la llamada para acelerar la reducción de las emisiones. Especialmente importante es convencer a China de que lo haga. Su presidente, Xi Jinping, reiteró en la cumbre un compromiso que considera justo dado que la industrialización de China fue mucho más tardía: alcanzar el pico de emisiones en 2030 y a partir de entonces, reducirlas. Si la UE y EE UU aúnan a partir de ahora sus esfuerzos políticos, la transición hacia una nueva economía libre de carbono resulta factible y se vislumbra como una oportunidad indiscutible de progreso, no solo en términos ambientales, sino también económicos. Asumir compromisos es fundamental. Ahora corresponde cumplirlos.