Columna

Promesa

Bárcenas ha hablado. Después de tanto tiempo cargando con una manta de la que parecía que no iba a tirar nunca

Luis Bárcenas, en una imagen de archivo.Álvaro García

Por fin, Bárcenas ha hablado. Después de tanto tiempo cargando con una manta de la que parecía que no iba a tirar nunca, está dispuesto a colaborar con la justicia. Con independencia de lo que pueda declarar o probar en el futuro, hasta ahora nada es tan escandaloso como su razón para cambiar de actitud. El extesorero del PP afirma que, mientras Rajoy era...

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Por fin, Bárcenas ha hablado. Después de tanto tiempo cargando con una manta de la que parecía que no iba a tirar nunca, está dispuesto a colaborar con la justicia. Con independencia de lo que pueda declarar o probar en el futuro, hasta ahora nada es tan escandaloso como su razón para cambiar de actitud. El extesorero del PP afirma que, mientras Rajoy era presidente del Gobierno, un abogado del partido le prometió que su mujer nunca entraría en la cárcel si él no hablaba. Y Bárcenas se lo creyó, es decir, interpretó esa promesa como una propuesta verosímil, un proyecto realizable, una acción al alcance de sus interlocutores. Como no creo que sea tonto, supongo que tendría sus razones para aceptar el trato, las mismas que le llevaron a sentirse traicionado cuando Rosalía entró en prisión. Y no me extraña que el PP lo niegue todo, que se refiera a la presidencia de Rajoy como si hubiera terminado en el Pleistoceno, que intente desacreditar el testimonio de su antiguo tesorero por todos los medios, pero echo mucho de menos una declaración del Poder Judicial al respecto. Si Bárcenas logra probar que dice la verdad, las promesas incumplidas por el Gobierno de Rajoy no sólo hundirían en el fango a su antiguo partido. También asestarían un golpe mortal a la reputación de un CGPJ que habría estado dispuesto a plegarse a la voluntad del Ejecutivo. Incluso si Bárcenas no pudiera probarlo, las sombras que proyectan sus palabras son lo bastante tenebrosas como para desmentirlas con energía. En cualquier caso, esta historia tan sucia, tan fea que no hay por donde cogerla, debería propiciar el desbloqueo de la renovación del órgano de los jueces. Casado no puede seguir negándose cuando cualquiera podría explicarle por qué lo hace.

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