Columna

Odio

A Martínez-Almeida le parecen literalmente más graves los acuerdos que han permitido al Gobierno aprobar los presupuestos que el anhelo de altos mandos militares que fantasean con matar a más de la mitad de los españoles

El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, durante el homenaje del PP de Madrid a la Constitución Española, este sábado en Madrid (España).Jesús Hellín (Europa Press)

Es un chiste y no es un chiste. En un primer momento parece que tiene gracia y luego resulta que no tiene ninguna. El chat de los jubilados franquistas que nos quieren fusilar y están tan chochos que ya no saben sumar ni restar —26 millones no somos casi la mitad de los españoles, sino la mayoría de los 47 que vivimos en este país— no tiene importancia en sí mismo. En una conversación privada todos podemos decir barbaridades, aunque yo ni siquiera habría podido imaginar semejante orgía verbal de sangre y crímenes. Pero cuando esas conversaciones se hacen públicas, las opiniones que se vierten ...

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Es un chiste y no es un chiste. En un primer momento parece que tiene gracia y luego resulta que no tiene ninguna. El chat de los jubilados franquistas que nos quieren fusilar y están tan chochos que ya no saben sumar ni restar —26 millones no somos casi la mitad de los españoles, sino la mayoría de los 47 que vivimos en este país— no tiene importancia en sí mismo. En una conversación privada todos podemos decir barbaridades, aunque yo ni siquiera habría podido imaginar semejante orgía verbal de sangre y crímenes. Pero cuando esas conversaciones se hacen públicas, las opiniones que se vierten sobre ellas ya no son privadas ni intrascendentes. A José Luis Martínez-Almeida, alcalde de Madrid y portavoz del PP, le parecen literalmente más graves los acuerdos que han permitido al Gobierno aprobar los Presupuestos que el anhelo de altos mandos militares que, por muy retirados que estén, fantasean con matar a más de la mitad de los españoles. El representante del segundo partido de este país se muestra tolerante con el lenguaje del odio, y esto ya no es un chiste, ni tiene maldita la gracia. En el fondo, pasa lo de siempre. Quienes alardean de constitucionalismo, y hasta Vox se monta ahora en ese carro aunque los principios constitucionales sean incompatibles con su programa, bordean más o menos peligrosamente la nostalgia de la España preconstitucional. Yo creo que eso sí hay que tomárselo en serio. Y por muy impecable que esté siendo el discurso de la ministra de Defensa, las continuas apelaciones al jefe del Estado que afloran en todos los mensajes de estos salvapatrias que le piden órdenes merecería en mi opinión un comunicado contundente de la Casa Real, aunque sólo sea para acabar de una vez con la moda de las cartas.

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