Columna

La normalización de lo excepcional

La gobernabilidad de España depende de fuerzas cuyo objetivo es desmontar la unidad territorial

Gabriel Rufián (ERC), junto a Mertxe Aizpurua y Oskar Matute (EH Bildu) este miércoles frente al Congreso.Eduardo Parra - Europa Press (Europa Press)

Ramón Jáuregui ha dicho que la mayoría de la investidura no es adecuada ni suficiente para gestionar la crisis. Es la mayoría que, ampliada con el sí de ERC y Bildu, al parecer aprobará los Presupuestos. Su configuración es posicional: su premisa es que ninguna situación es lo bastante grave como para justificar un acuerdo con la derecha española. La derecha española empieza a unos milímetros de donde esté el PSOE esta semana y es un sitio donde enseguida cubre, como algunas playas.

Arrimadas ha mostrado que Sánchez prefiere el apoyo de ERC y Bildu al de Cs. La conveniencia de esos soci...

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Ramón Jáuregui ha dicho que la mayoría de la investidura no es adecuada ni suficiente para gestionar la crisis. Es la mayoría que, ampliada con el sí de ERC y Bildu, al parecer aprobará los Presupuestos. Su configuración es posicional: su premisa es que ninguna situación es lo bastante grave como para justificar un acuerdo con la derecha española. La derecha española empieza a unos milímetros de donde esté el PSOE esta semana y es un sitio donde enseguida cubre, como algunas playas.

Arrimadas ha mostrado que Sánchez prefiere el apoyo de ERC y Bildu al de Cs. La conveniencia de esos socios es discutible: no solo porque unos sigan aplaudiendo a los asesinos y otros no se arrepientan de su golpe institucional, sino por sus fines. La gobernabilidad de España depende de fuerzas cuyo objetivo es desmontar la unidad territorial.

Muchas políticas vienen marcadas por la UE y una coyuntura dificilísima. El Gobierno puede ofrecer a sus socios trozos del Estado, concesiones simbólicas que indican su retirada y desprecian a los ciudadanos que no votan a sus aliados en sus “esferas de influencia”: eso es la eliminación del castellano como lengua vehicular.

Siguiendo el nuevo avatar del nacionalismo catalán, se habla de la armonización fiscal sin mencionar la foralidad vasca y navarra, y la vicepresidenta Calvo defiende una medida reivindicada por ERC apelando a la unidad de España. Las promesas del “Gobierno de la dignidad” se han olvidado: aceptamos nombramientos sectarios, el ataque sostenido a la separación de poderes, administradores provisionales que se vuelven permanentes, cuentas del Gobierno en redes sociales que avergonzarían a un club de fans, falta de transparencia y una constante manipulación informativa, tan obscena que no parece querer engañar a nadie. Justificamos que la España plural excluya por definición a la mitad de los ciudadanos. El debate público se basa en atajos cognitivos: vemos que opinamos lo que opinamos porque es lo que creemos que piensan los nuestros y no porque sepamos algo, pero eso no nos hace más humildes. Las dificultades para alcanzar acuerdos justifican medidas como el estado de alarma de seis meses, se aprueban unos Presupuestos para prorrogarlos y se mercadea con la educación y el Código Penal para alcanzar una legislatura estable: no la de la nueva normalidad, sino la de la normalización de lo excepcional. @gascondaniel

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