Gas Bienestar: otra película que ya vimos
Una empresa así acabaría destruyendo el mercado existente, por las condiciones asimétricas que se generarían, y a final de cuentas le costaría miles de millones de pesos al Estado mexicano
Ojalá todo fuera tan fácil como poner otra empresa, una empresa adicional, en cualquier mercado para poder bajar los precios o aumentar los bienes a los que la población tiene acceso. Ante la reciente subida de precios del gas LP el presidente presenta como opción la creación de una empresa gubernamental, llamada Gas Bienestar, para vender este producto a precios “justos”. Las comillas son pertinentes porque los precios, más allá de calidad moral, nos dan información de cuánto existe de determinado bien o servicio y cuánto de ese mismo bien es solicitado por la sociedad. Desde luego, es posible que, en cualquier mercado, existan fallas en la determinación de la oferta y la demanda: pocos productores, pocos compradores, información asimétrica, entre tantos otros.
El gas licuado de petróleo, mejor conocido como gas LP, es la mezcla de gases condensables que se encuentran presentes en el gas natural o en el petróleo, por lo que puede obtenerse en los procesos de refinación. Hasta enero de 2017, el precio de venta al público de este hidrocarburo se determinó, durante 11 años, por decretos del Ejecutivo federal, sin que se considerara el precio internacional del combustible. A partir de esa fecha, los precios los establecen aquellos que tengan los permisos de comercialización, distribución y venta al público. Antes de poder llevar a cabo la liberalización de precios, en enero de 2016, se permitió la importación de este bien a cualquier agente económico, por lo que, como era de esperarse, incrementó la participación del sector privado frente a Pemex, el jugador del Estado.
El gas LP es el combustible más utilizado en las cocinas mexicanas -76% de los hogares lo utilizan- y ha sido el energético por el que más familias han optado al sustituir las cocinas de leña altamente contaminantes. Este patrón no solamente se ha seguido México en su proceso industrializador sino otros países, particularmente China e India, sin obviar el caso de Brasil. En la medida en la que los países se desarrollan, la población sale paulatinamente de la pobreza y las clases medias se ensanchan, la migración hacia energéticos como el gas LP es completamente previsible. Al ser un bien de consumo fundamental para las familias mexicanas se encuentra en la canasta de bienes con las que el Inegi mide la inflación.
La demanda de gas LP en México se satisface a través de la producción local –a cargo de Pemex- y de las importaciones, realizadas en mayor medida por los particulares pero también por la misma petrolera. Aproximadamente 70% del gas LP que México consume es importado por particulares. Pemex importa otro 16% y produce aproximadamente el 14% restante. Los privados que importan lo hacen directamente, no a través de Pemex, y utilizan su propia infraestructura para almacenarlo y distribuirlo.
El incremento en los precios de este combustible en fechas recientes es notorio. En las 11 quincenas que lleva el año y para las que contamos con información de precios, la inflación en el gas LP ha rebasado 20% en sus comparaciones anuales. Esto no será ninguna sorpresa para nadie que haya pagado un tanque de gas en los últimos meses. El gran aumento se debe en parte a los precios bajos del año pasado pero también a la rápida recuperación económica de Estados Unidos y China y a la transición energética que están llevando a cabo algunos países asiáticos.
Los precios del gas LP llevan aumentando desde hace más tiempo. Usando la información quincenal desde 2011 podemos observar incrementos en la mayoría de las mismas, y usando la comparación que le gusta al presidente, incrementos por arriba de la inflación general (que incluye la inflación en el gas LP) en 204 de las 228 quincenas que comprenden el periodo citado.
¿Cómo lograr bajar el precio de este energético indispensable para las familias mexicanas? La primera opción que viene a la mente es generar más competencia. Entonces es pertinente la pregunta de si la propuesta anunciada por López Obrador de crear otra empresa que entre al mercado es correcta. Si la empresa que participaría en el mercado es de propiedad estatal, manejada con recursos públicos, a través de otra empresa productiva del Estado que en términos prácticos se encuentra quebrada, recibiendo subsidios para mantener los precios bajos de forma artificial sin tomar en cuenta los precios internacionales, la respuesta es que no lo es. Una empresa así acabaría destruyendo el mercado existente, por las condiciones asimétricas que se generarían, y a final de cuentas le costaría miles de millones de pesos al Estado mexicano. Eso sería Gas Bienestar, la entidad anunciada por el mandatario.
Pero hay opciones. La primera es generar de verdad más competencia, rompiendo los oligopolios o las posibles colusiones que existieran en los particulares e incrementando los puntos de venta, y la segunda es ofrecer alternativas a los hogares, como el uso de gas natural, que es un buen sustituto para lo cual Pemex tendría que incrementar su producción.
México ya vio películas similares en las que para tratar de arreglar un problema de mercado generamos más problemas que le cuestan a la población mexicana millones de pesos que pueden ser utilizados de mejor manera. ¿Es necesario volver a ver una película cuyo final ya conocemos?
Las opiniones expresadas en esta columna son personales y no reflejan la postura institucional del IMCO.
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