“Estados Unidos estaba investigando a García Luna desde 2008”
El expolicía denunció la corrupción en el aparato de seguridad del Gobierno de Felipe Calderón, atrevimiento que pagó con cuatro años de cárcel antes de ser absuelto
El expolicía Javier Herrera Valles (Durango, 1955) fue de los primeros en denunciar las irregularidades de Genaro García Luna como jefe de la policía en México. Empezó a tener sospechas poco tiempo después de que el presidente Felipe Calderón lo nombrara secretario de Seguridad Pública, en diciembre de 2006. Para entonces, Herrera Valles era jefe de la división de Seguridad Regional de la Policía Federal, solo un escalón por debajo de García Luna. En pocos meses acumuló pruebas sobre contrataciones irregulares, licitaciones y compras extrañas, nepotismos varios...
En febrero de 2008, preparó una carta contando lo que había visto y trató de hacérsela llegar a Calderón. Aquello fue el principio de su calvario. García Luna lo suspendió de empleo y sueldo y luego le abrió un expediente de despido. Ante la falta de respuesta del presidente, Herrera fue a los medios. Llegó a mandar otra carta, con más denuncias, en mayo de 2008. Pero no sirvió de nada. En noviembre, la misma Policía Federal le detuvo. La fiscalía le abrió un caso por delincuencia organizada. Herrera Valles estuvo cuatro años en la cárcel hasta que demostró que el caso carecía de fundamento.
Su vida ha cambiado totalmente. La semana pasada, un juez ordenó a la fiscalía que valore reabrir la investigación sobre manipulación de testigos en el caso de delincuencia organizada que armaron en su contra. Sus denuncias contra García Luna no fructificaron en México, pero el todopoderoso jefe policial de Calderón acabó en preso en Estados Unidos, acusado de narcotráfico. Demorado por la pandemia, el proceso en su contra Genaro García Luna, vuelve a estar en marcha. La próxima audiencia está fijada para el 7 de octubre. “¡Todo el mundo sabía lo que pasaba con García Luna!”, exclama Javier Herrera Valles.
Pregunta. ¿Qué pensó cuando empezaron a airearse acusaciones contra García Luna en el juicio contra El Chapo Guzmán en Nueva York?
Respuesta. Era algo que ya se sabía. Mire, antes de que me detuvieran [lo que ocurrió en noviembre de 2008], me contactó una persona de la Embajada de Estados Unidos, de una agencia de ellos que no es ni DEA ni FBI. Y a mí me sorprendió. Fui a Guanajuato a entrevistarme con él y le estuve platicando lo que sabía, la información que yo tenía. Le conté todo y quedamos en que seguiríamos viéndonos. O sea, ya lo estaban investigando a García Luna. ¡Me ofrecieron incluso sacarme del país en calidad de testigo! Entonces, cuando empecé a ver estas declaraciones dije, ‘ojalá’. Y luego ya lo detuvieron.
P. Cuando lo detuvieron, algunos colegas de gabinete se deslindaron, caso de Guillermo Valdez, que era el jefe del Servicio de inteligencia (CISEN).
R. Todo el mundo sabía. Era un secreto a voces. La colusión de García Luna era evidente. Quien más enterado debe estar de eso es el CISEN. Mira, cuando a mí me detienen, mi esposa fue a hablar con Marisela Morales [entonces titular de la fiscalía de delincuencia organizada, ascendida a procuradora general en 2012]. Contactó a través de unas amistades en común. Y ella dijo que las imputaciones no se sostenían. Incluso dijo que iba a hacer un boletín de prensa para anunciar mi libertad, le dio su celular a mi esposa, todo. Y algo pasó… Ya no volvió a recibir a mi esposa. Cambiaron las instrucciones. Algo pasó, porque Medina Mora [jefe entonces de Marisela Morales] y García Luna no se llevaban bien. Entonces, se subordinaron porque era orden presidencial.
P. Usted mandó dos cartas a Calderón, denunciando malos manejos en la Policía Federal. La primera fue en febrero de 2008.
R. En la primera, conté que la famosa guerra contra la delincuencia organizada era una farsa, solo mediática. ¡Una operación de esta envergadura primero se debe de operar y luego anuncias los resultados!
P. ¿Cuál era la denuncia concreta?
R. En enero de 2007 fui a Guerrero. Fue la segunda entidad donde se declaró la guerra. Fuimos Ejército, Policía Federal, Armada, cada quien por su lado, sin coordinación, ni dirección, ni planes específicos.
P. Una cosa es que no hubiera coordinación y otra que fuera una farsa.
R. Es que… Mire, era una simulación, porque primero, no se atacaba debidamente. Y a los que se atacaba eran contrarios a los de Sinaloa. Claro, en esa época, Sinaloa y los hermanos Beltrán Leyva aún estaban juntos. El problema de ellos [de los federales cercanos a García Luna] fue cuando los dos grupos rompen y ahí empiezan las muertes de ellos, Edgar Millán [excomisionado de la Policía Federal, asesinado en mayo de 2008], Igor Labastida [coordinador del área de contrabando de la PF, asesinado en junio de 2008], por acuerdos que no cumplieron. Yo al presidente en la primera carta le informé lo que podía demostrar con documentos.
P. ¿De qué se trataba?
R. Las presiones para ingresar a personal que había reprobado exámenes de control de confianza, que venían de la AFI [el cuerpo policial de la fiscalía, anterior casa de García Luna] y que tenían antecedentes penales por extorsión, homicidios… Ellos querían que firmara unas cartas responsivas por ellos. Me decían que era gente con mucha experiencia, necesaria para la policía. Pero yo no podía avalarlo. Y no lo hice, por eso empecé a tener problemas.
P. ¿En qué consistían esas presiones?
R. Oswaldo Luna Valderrábano, jefe del Estado Mayor de la Policía Federal, me mandaba los documentos para las adquisiciones [como coordinador de Seguridad Regional, le mandaban oficios para que aprobara contratos para adquirir equipo]. Y para los ingresos de nuevo elementos, Millán era el que me mandaba los documentos. Me llegaron a decir ‘quien no está con Genaro está en contra de él’.
P. Estilo mafioso.
R. Sí.
A Herrera Valles lo detuvieron en Ciudad de México en noviembre de 2008. Fueron sus propios compañeros quienes lo hicieron. Aquel día, el expolicía se dirigía a Televisa a dar una entrevista. Sin embargo acabó en la sede de la fiscalía. Le acusaron de delincuencia organizada con base en las declaraciones de dos testigos protegidos. Pasó cuatro años en prisión hasta que fue absuelto. Herrera Valles denunció a Marisela Morales y demás funcionarios que participaron en su arresto y en la construcción de su caso en la fiscalía. La semana pasada, un juez ordenó a la fiscalía que analice si debe reabrir la investigación contra Morales por manipulación de testigos.
P. Antes de su detención, ¿hubo algún intento de acercamiento por parte de García Luna y su equipo?
R. Mandaron a un abogado a hablar con el mío. Me ofrecían reintegrarme a mi trabajo, con sueldos caídos y todo a cambio de que dejara de insistir en los medios. Pero no, no… Luego detuvieron a mi hermano.
P. Eso fue después de que mandara la segunda carta.
R. Sí.
P. Visto el poco caso que le hicieron a la primera carta, ¿por qué mandó una segunda carta?
R. Bueno, había empezado la persecución y seguimiento a mí y a mi familia. Nos iban a fotografiar, a mí, a mi hijo, a mi esposa… Y luego además, yo ya sabía que el presidente no estaba engañado.
P. ¿No estaba engañado?
R. Claro, yo pensaba que García Luna lo estaba engañando, que no le estaba diciendo realmente qué estaba pasando con los operativos contra la delincuencia organizada y todo lo que estaba haciendo al interior de la Policía Federal. O sea, yo pensaba que él no sabía. Ya cuando me pasa toda esa situación, yo pensé ‘no, bueno, este señor está bien enterado’. Y entonces mandé cartas a la PGR (fiscalía), a la Secretaría de la Función Pública, a las comisiones de Seguridad Pública en las cámaras de diputados y senadores...
P. ¿Qué pasó con esas cartas?
R. En el Senado, el presidente del comité de Seguridad Pública era compadre de García Luna. Me atendió, pero fue muy frío y no me peló. En Diputados sí hubo más entendimiento. En la PGR me iniciaron una investigación por revelación de secretos, pero no hicieron nada con mi denuncia.
P. ¿Por qué cree que Calderón tenía tanta confianza en García Luna?
R. Sociedad.
P. ¿Cómo?
R. Ya era parte del grupo de corrupción. No hay otra explicación. Y ahora me queda más claro, con las declaraciones del general Dauahare [subsecretario de la Defensa entonces, fue detenido en el sexenio de Calderón por narcotráfico, luego absuelto]. ¡Porque él le advirtió con documentos ya desde 2007, un año antes de que yo dijera nada! Yo eso no lo sabía.
P. ¿Usted descarta que el presidente Calderón no supiera lo que hacía García Luna?
R. Es que no hay otra explicación.
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