Anna Morató: “Los cuentos sirven para reír y reflexionar, pero también son una herramienta útil para transmitir valores a los niños”
La escritora comenzó su andadura en la literatura inventando historietas para sus hijos, que ilustraba con fotos que buscaba en Google. Ahora publica dos nuevas entregas de su serie ‘De mayor quiero ser feliz...’, de la que ha vendido más de 300.000 ejemplares
Anna Morató (Barcelona, 48 años) es autora de una serie de cuentos infantiles titulada De mayor quiero ser feliz... (Beascoa) sobre hábitos positivos. Sus dos primeras entregas han vendido más de 300.000 ejemplares. Acaba de publicar ...
Anna Morató (Barcelona, 48 años) es autora de una serie de cuentos infantiles titulada De mayor quiero ser feliz... (Beascoa) sobre hábitos positivos. Sus dos primeras entregas han vendido más de 300.000 ejemplares. Acaba de publicar dos nuevos títulos de la colección dedicados al lenguaje positivo y la autoestima, pensando en los lectores de dos a cuatro años. Lo suyo con los libros para niños comenzó con su propia maternidad: desde que se quedó embarazada de su primera hija una de sus grandes inquietudes era si sabría transmitirle la importancia de ser positivos en la vida. “Sabía que de mayor se enfrentaría inevitablemente a momentos difíciles y que no siempre estaríamos a su lado para ayudarla. No le podríamos evitar ciertas situaciones, pero sí que la podíamos preparar para ellas”, cuenta a través de correo electrónico.
Su profesión como publicista le sirvió para crear historias que transmitieran a sus hijos los valores que consideraba esenciales. “Pasé de hacer presentaciones para el equipo comercial y mis jefes a hacer presentaciones en forma de cuento para mis niños”, recuerda. Y así empezó a escribir relatos de andar por casa, con imágenes que encontraba en Google, para intentar explicarles cosas como que después de jugar había que recoger los juguetes o por qué llegaba una hora a la que había que marcharse del parque. Su éxito quizás reside justo ahí: muestra los dramas cotidianos a los que las familias se enfrentan cada día.
PREGUNTA. ¿Deben ser los libros una herramienta para algo o se deberían dejar de ver como instrumentos con un fin?
RESPUESTA. Los cuentos pueden servir para reír, reflexionar, aprender y creo que también pueden ser una herramienta muy útil y visual para transmitirles valores y herramientas emocionales. Los niños son muy visuales y los cuentos ilustrados les permiten situar conceptos abstractos para que los entiendan mejor. Ese “ver el mensaje” plasmado en un dibujo ayudó a mis hijos a que lo entendieran mejor, y aunque tenía que seguir repitiéndoles el mensaje conseguí reducir notablemente las veces que tenía que hacerlo. Mi intención fue hacerlos también divertidos y amenos, utilizando metáforas visuales y enfatizando la importancia de incorporar estos valores en nuestra rutina.
P. ¿Cómo se relacionan el lenguaje positivo y la autoestima?
R. Una de las cosas que muestran cómo está tu autoestima es cómo te hablas a ti mismo. Hablarte bien, de forma positiva, es algo que deberíamos aprender desde bien pequeños.
P. ¿Por qué cree que es importante que ese lenguaje positivo se desarrolle en la infancia?
R. Creo que entender el poder de las palabras es muy útil y te prepara para la vida. El lenguaje positivo nos ayuda a trabajar la confianza, la empatía, la gestión de la frustración, entre muchas otras cosas.
P. ¿Es un reto para esos adultos de referencia de los niños y niñas de hoy?
R. Creo que cuando nos convertimos en madres y padres debemos evaluar todo lo que hemos aprendido hasta el momento y reflexionar si realmente nuestros hábitos diarios son un buen ejemplo. Los niños y niñas aprenden en gran medida de lo que nos ven hacer, por lo tanto, sí que es un reto necesario ser un buen referente.
P. ¿Puede ser una trampa el lenguaje positivo?
R. Igual que en mi primer libro para mí era importante definir bien qué significa la felicidad —ser feliz no es siempre estar contento—, también creo que es importante definir bien qué es el lenguaje positivo. Para mí es ser consciente de la fuerza y la energía que hay detrás de las palabras que decidimos utilizar. Eso no significa que solo puedas decir cosas positivas, porque eso no es real ni sano. El lenguaje positivo también es saber expresar y hablar de tus emociones, sean las que sean.
P. ¿Cómo encontrar el equilibrio entre estos mensajes de “debes creer en ti” y el “puedes conseguir todo lo que quieras”?
R. La verdadera confianza en uno mismo no es incompatible con no conseguir todo lo que te propones. La verdadera confianza no está totalmente vinculada a resultados porque la vida es muy compleja. A veces se gana y a veces se pierde, pero cómo encajas y cómo te afecta el resultado es realmente donde está clave.
P. ¿Cuáles son los límites del lenguaje positivo?
R. El lenguaje positivo no es una varita mágica, es una herramienta. En una sociedad en la que cada vez se busca más la inmediatez y las soluciones fáciles y rápidas, el lenguaje positivo no funciona como un fast food, donde pides y te lo sirven. Es una herramienta de trabajo que debe ir acompañada de esfuerzo, empeño, paciencia, perseverancia, valores intrínsecos al lenguaje positivo. Es decir, debe ir acompañado de una actitud positiva para afrontar problemas y retos, no es una herramienta para borrarlos.
P. Habla de la impaciencia y el ritmo frenético de nuestra sociedad, pero, ¿cómo combina el positivismo con vivir en una sociedad individualista?
R. Si estás bien por dentro, te tratas bien a ti mismo y también a quienes están a tu alrededor. Pero también debo decir que estar bien con uno mismo es mucho más profundo que simplemente ser una persona positiva.
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