Lee Lima, asesora de crianza positiva: “Es importante no ser padres quitanieves, los que retiran los obstáculos del camino para que los hijos no vivan las dificultades”
La creadora de Baby Tribu, con 150.000 seguidores en Instagram, publica su primer libro, ‘Hijos educados en la crianza positiva’, una guía para los padres para educar desde el respeto, la firmeza y la conexión
Criar un hijo y que salga bien, que no perfecto, no es fácil. Quien es padre o madre lo sabe. Pero que no sea fácil no significa que sea imposible. Lee Lima (Londres, 46 años) es una venezolana afincada en Madrid, madre y creadora de la plataforma de crianza positiva Baby Tribu (una guía con recursos sobre crianza y educación) donde, desde hace más de una década, trabaja por llevar las enseñanzas de una crianza positiva a cada vez más familias. Este tipo de cuidado se basa en el respeto, la comprensión y el vínculo afectivo entre padres e hijos.
“La crianza positiva no elimina los problemas, trata de que haya menos”, explica quien cuenta con más de 150.000 seguidores en Instagram. Ahora Lima publica su primer libro, Hijos educados en la crianza positiva (RBA libros), en el que repasa la etapa de los 3 a los 9 años, la que para ella abarca los años más importantes de la infancia: “En esos años se definen las raíces de lo que en un futuro será el árbol”, sostiene. “Todo lo que hagamos los padres en este tiempo es una huella relevante en los adultos que serán”, añade la también ingeniera de formación que se convirtió en coach después de su propia maternidad cuando vio las necesidades que exigía la crianza. El libro pretende ser una guía para los padres para educar desde el respeto, la firmeza y la conexión, y trata de exponer, según explica su autora, que el acompañamiento positivo no significa no poner límites o no educar, sino que se trata de hacerlo de una manera respetuosa, que es la mejor manera de establecer lazos y vínculos sanos y perpetuos entre padre e hijos.
PREGUNTA. ¿Cuál es el concepto central de la crianza positiva?
RESPUESTA. Educar a los hijos para la vida, para que sean capaces de afrontar los retos y desafíos. La crianza viene de la convivencia, de las relaciones personales dentro de casa, por lo que será un entrenamiento previo para lo que ocurre fuera, cuando dejen el nido. Aplicar una crianza positiva permite a los hijos que sean conscientes de sus fortalezas y limitaciones, que desarrollen su autonomía y ayuda a fomentar su autoestima.
P. En su libro menciona que todo comportamiento infantil es una forma de comunicación, ¿también se comunican con las rabietas o cuando contestan de manera desafiante?
R. La conducta es un mensaje, es la fachada de algo que no se ve. Me gusta mucho poner el ejemplo del iceberg, vemos la punta, allí estarían las rabietas, las malas respuestas, las mentiras, etcétera. Pero lo importante es entender lo que no se ve, lo que mueve a esa conducta, cuáles son las necesidades. Dentro de la crianza positiva ponemos el foco en la base, en lo que puede estar pasando. A cuántos padres o madres les ha pasado que los hijos están irritables y resulta que el niño come y se transforma; en este caso, el hambre era la base de esa mala respuesta, por ejemplo. En otros casos serán otras necesidades básicas o no, por eso es importante hacer a nuestros hijos preguntas abiertas para crear caminos de conexión. Esto nos dará mejores resultados y más información que reñirles o juzgarlos. Pongo algunos ejemplos detallados de cómo hacerlo en el libro.
P. La crianza basada en el respeto y la conexión no se apoya en castigos ni premios, sino en herramientas concretas. ¿Cuáles serían las más básicas?
R. La primera que recomiendo es conexión y luego corrección; es importante conectar primero para que nos escuchen, luego aleccionamos o corregimos. Otra herramienta que me gusta mucho son las preguntas abiertas, las que ayudan a los hijos a reflexionar. Dado que su corteza prefrontal está en desarrollo, está muy inmadura, cuando hacemos preguntas abiertas los ayudamos poco a poco a planificar y reflexionar. Algo que es fundamental en este tipo de crianza es fomentar el sentimiento de comunidad, debemos recordar a nuestros hijos que viven con más personas. En esta línea, un recurso estrella es pedirles ayuda, trabajamos la cooperación y la contribución, haciéndolos partícipes tanto en actividades del día a día como en pequeñas decisiones.
P. Habla de la importancia de que los padres sean conscientes de su propio autoconocimiento. ¿Qué beneficios tiene que un adulto conozca sus límites y fortalezas en el proceso de educar?
R. Que un adulto conozca sus límites y fortalezas es crecimiento y evolución. Los hijos nos traen un regalo y es que nos ayudan a crecer a nosotros como personas. Cuando tenemos hijos aprendemos cosas nuevas, nos permiten mirar aún más hacia dentro de nuestro ser, nos planteamos hacer las cosas mejor, metas, superar retos, dentro de todo esto está el autoconocimiento, que nos permitirá dar nuestra mejor versión y aprender poco a poco cuando parar. Dentro del autoconocimiento, el aprendizaje no es una lucha interior, es una apertura a entender quién soy y cómo puedo aportar a mis hijos y al mundo.
P. Muchas veces se tiende a pensar que ser un buen padre o madre implica ser perfecto. ¿Qué ángulo considera que es más saludable y realista para quienes quieren educar con coherencia?
R. Debemos contar con el error y la equivocación tanto en la crianza como en la vida, esto es parte del aprendizaje. La idea actual de ser perfecto viene de dos vertientes: la primera, de la supuesta perfección que nos muestran en redes sociales que no es real, los cuerpos perfectos, la crianza perfecta… es un espejismo. El segundo punto son las expectativas, aplicar la crianza positiva para que no haya ningún problema no es realista. Realista es que haya menos problemas, pero no ninguno. Creo que la perspectiva más razonable sería intentar hacerlo lo mejor posible, lo más generoso que nos podamos permitir. Lo que no significa que sea perfecto.
P. La resiliencia es otro de los valores destacados en la crianza positiva. ¿Qué estrategias recomienda para que los niños aprendan a sobrellevar los fracasos y las dificultades?
R. El mejor recurso es permitir que se frustren. El mayor problema es que a muchos padres y madres les cuesta ver a sus hijos frustrados, esto frena este proceso, porque para aprender a frustrarte necesitas haber practicado. Por eso es tan importante no ser padres quitanieves, que van retirando los obstáculos del camino para que los hijos no vivan las dificultades. Otro recurso es la motivación y hablar con nuestros hijos sobre qué pasa cuando hay dificultades, cómo abordarlas para una próxima vez, cómo podemos anticiparnos. Recordar que tras el error está el aprendizaje y no poner tanto el foco en el resultado sino en el proceso.
P. En su opinión, ¿qué papel tienen la palabra y el diálogo en la construcción de vínculos sólidos y sanos en la familia?
R. Es uno de los principales pilares de un vínculo fuerte y sano. Hablar las cosas, usar el diálogo es un gran regalo para ellos. A través del diálogo abierto con preguntas, los padres y las madres podemos entender mejor a los hijos, entender mejor sus necesidades y transmitir cuáles son las nuestras. La convivencia no es fácil, por eso hay que tener herramientas que sean puentes de conexión y no puntos de más conflicto. El diálogo es la herramienta estrella: el padre o la madre tiene que estar abierto a escuchar y no solo hablar para aleccionar.
P. ¿Qué consejos daría a los padres para que puedan equilibrar la crianza positiva con las presiones sociales y las propias dificultades emocionales?
R. En relación con las presiones sociales les digo a los padres y madres que pongan el foco en los hijos, esto lo primero. Cuando tu hijo tiene una rabieta en la calle y a ti te importa más lo que están pensando los demás que cómo lo está viviendo el niño, esto no puede ser. Hay que acompañar a los niños y guiarlos, recordar que somos su puerto seguro. Por otra parte, para las propias dificultades que los padres y madres puedan experimentar lo primero es tomar conciencia para poder abordarlas poco a poco y avanzar. Es importante dar espacio para lo que aparece y recordar siempre cuáles son nuestros valores.