¿Cómo son los niños con altas capacidades?

El colectivo infantil con un alto nivel de inteligencia precisa atención específica para desarrollar todo su potencial intelectual y emocional, de lo contrario puede aparecer la sensación de soledad e incomprensión o darse el fracaso escolar

Los padres de los niños con altas capacidades tienen que aprender a comprender su elevada sensibilidad y desarrollo sensorial para que sean felices.FatCamera (Getty Images)

El mundo de los niños con altas capacidades sigue teniendo luces y sombras. Contar con una inteligencia sobresaliente suele estar asociado a personas adaptadas que triunfan en todo lo que hacen, sin embargo, tras la aparente evidencia, también hay fracaso escolar, problemas emocionales y sensación de incomprensión o de no encajar. “Algunos vienen a terapia, entre los 7 y 12 años, porque tienen dificultades asociadas a su circunstancia. Suelen experimentar desajustes emocionales, no les va bien en el colegio o tienen problemas en sus relaciones sociales”, explica la psicóloga Tristana Suárez, quien sostiene que la globalización del sistema educativo no favorece la adaptación de estos menores: “Todo lo que se salga de la norma, por arriba o por abajo, va a generar dificultades, porque la metodología de la enseñanza está orientada para atender lo que se considera un nivel normal”.

La inteligencia no solo tiene que ver con la habilidad en áreas académicas como las ciencias o el lenguaje. “Aparte de la capacidad de razonamiento, la inteligencia está asociada, aún más si cabe, con la creatividad, que se traduce en encontrar soluciones diferentes u originales a los problemas. Pero también está la inteligencia musical, emocional, espacial o la corporal”, destaca Suárez. “Una de las cuestiones que se suele desconocer de estos niños es el desajuste que tienen entre su desarrollo intelectual o cognitivo, que es muy rápido, lo que suele descuadrar a los adultos, porque, además, son muy sensibles y maduros para algunas cosas, y las cuestiones emocionales que todavía no tienen el mismo nivel porque no se desarrollan con la misma rapidez”, añade la psicóloga.

“La empatía es otra de las características que acompañan a estos pequeños, y les genera mucho sufrimiento, lo que provoca la autoprotección para evitar las consecuencias de ese exceso de sensibilidad, que hace que les afecten mucho las situaciones y reacciones de los demás, porque no saben poner un filtro en sus relaciones y no encuentran amigos que les comprendan, lo que les hace sentirse solos”, advierte la experta. Suárez señala además que el buen manejo del liderazgo que pueden tener tampoco está bien aceptado por su entorno: “Pueden resultar antipáticos a sus compañeros y al profesor, porque interrumpen en la clase, ya que no quieren seguir el ritmo del resto o se aburren. Esto se suele resolver haciéndoles repetir los mismos ejercicios o dándoles algún privilegio que les aleja más del grupo de compañeros”.

No obstante, el paso del tiempo juega a su favor según crecen, porque se amplía su círculo social con personas más mayores. “Esto les ayuda a que se sientan más integrados y comprendidos”, matiza la especialista, que menciona las peculiaridades del pensamiento de estos niños: “Sobrepiensan y su cuerpo no deja de percibir información, porque tienen un sistema nervioso hiperactivado”.

Los menores con altas capacidades sobrepiensan y su cuerpo no deja de percibir información, porque tienen un sistema nervioso hiperactivado.miodrag ignjatovic (Getty Images)

Otra de las peculiaridades más específicas de este colectivo es su pensamiento arborescente. “Este pensamiento consiste en una explosión de ideas, que se ramifican y multiplican de forma rápida y relacionada, como si se tratase de una corriente eléctrica. Esto provoca que, en cuestión de segundos, se hayan generado en sus brillantes mentes multitud de pensamientos, que pueden tener relación con un tema de conocimiento, con una situación o con una preocupación”, explica Maite Garnica, directora de CES Superdotados (Centro especializado en niños con altas capacidades) y experta en diagnóstico e intervención en altas capacidades. “Este tipo de procesamiento mental puede ser positivo para crear, inventar o innovar, pero también limitante, porque genera preocupaciones o miedos”, matiza. Garnica señala también que las personas con altas capacidades, sobre todo cuando ya son adultas, suelen dudar de su capacidad intelectual: “Tienden a creer que no son demasiado inteligentes o capaces, incluso cuando tienen la prueba de valoración de que lo son. Esto se debe al llamado síndrome del impostor (personas competentes que se sienten como un fraude)”.

Sobre el papel de los padres que tienen hijos con altas capacidades, Garnica lanza algunos consejos: “Los padres tienen que aprender a comprender su elevada sensibilidad y desarrollo sensorial y que esto puede provocar que se sientan sobrepasados por la información que reciben (ruidos, olores, texturas). Una vez entendido, pueden ayudarles a gestionarlo”. “Conviene también ayudarles a manejar las emociones que les pueden generar situaciones como las injusticias, ya que les afectan mucho y se suelen posicionar del lado del más débil. Además, resulta clave ofrecerles los recursos educativos necesarios para que puedan desarrollar plenamente su potencial y normalizar su alta capacidad”, añade.

Cada menor es diferente y tiene habilidades cognitivas por encima de la media en determinadas áreas. “Siempre se trata de un potencial humano inmenso que es gratuito y que, si se atiende y se valora como es debido, puede beneficiar mucho al desarrollo de un país, sea en la materia que sea”, señala por su parte Alicia Rodríguez, presidenta de la Asociación Española para Superdotados y con Talento (AEST). “Sin embargo, la realidad es que, en el actual sistema educativo español, hay diversidades que no se entienden y, por tanto, tampoco se atienden. Ni por parte de los docentes, ni de los orientadores. Este es el caso del colectivo de alumnos con altas capacidades, que se enfrenta a muchos impedimentos para lograr que se les preste atención y se suele quedar descolgado”, advierte. Entre los impedimentos, según cita Rodríguez, se les pone trabas para acceder a una atención específica, como, por ejemplo, adelantarles de curso o darles alternativas al programa escolar con contenidos diferentes.

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