Álvaro Bilbao, neuropsicólogo: “Querer ayudar y orientar a los hijos es bueno, pero si nos pasamos puede tener efectos negativos”

El autor se dirige directamente a los jóvenes en su último libro, ‘Prepárate para la vida’, un volumen en el que les ofrece consejos y claves basados en el conocimiento del cerebro adolescente para orientarse a la hora de iniciar su camino hacia la vida adulta

El psicólogo Álvaro Bilbao explica que los adolescentes se separan emocionalmente y psicológicamente de los padres para ir construyendo su propia vida.

Más de 350.000 lectores y 37 ediciones acumula desde su publicación, hace casi una década, El cerebro del niño explicado a los padres (Plataforma Editorial, 2015), el libro con el que el neuropsicólogo Álvaro Bilbao (Bilbao, 47 años) se convirtió en fenómeno editorial en el ámbito del parenting. Y aunque reconoce que desde el equipo de su editorial (y desde otras) le han planteado insistentemente que ...

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Más de 350.000 lectores y 37 ediciones acumula desde su publicación, hace casi una década, El cerebro del niño explicado a los padres (Plataforma Editorial, 2015), el libro con el que el neuropsicólogo Álvaro Bilbao (Bilbao, 47 años) se convirtió en fenómeno editorial en el ámbito del parenting. Y aunque reconoce que desde el equipo de su editorial (y desde otras) le han planteado insistentemente que escriba una versión adolescente de aquel éxito, él se resiste. Al menos de momento. “Siempre intento ser muy honesto. Mi hijo mayor acaba de cumplir 14 años, tengo experiencia clínica, porque he llevado casos adolescentes, pero prefiero esperar un poco a tener más experiencia con mis propios hijos para escribir ese libro”, explica en conversación con EL PAÍS.

Si bien aún no es el momento de un hipotético El cerebro del adolescente explicado a los padres, Bilbao sí se ha atrevido a dirigirse directamente a los adolescentes en su último libro: Prepárate para la vida (Plataforma Editorial, 2024). En el volumen ofrece consejos y claves basados en las últimas evidencias en el campo de la neuropsicología para orientarse a la hora de iniciar el camino hacia la vida adulta. El libro, explica su autor, nace a partir de una conferencia que lleva años impartiendo en institutos a alumnos de Secundaria y de Bachillerato. Allá donde va siempre recibe la misma advertencia del director o directora del centro: “No te van a hacer ni caso, van a pasar de ti, van a hablar, te van a molestar...”. Sin embargo, según asegura Bilbao, luego la realidad es que los alumnos suelen estar callados durante toda la hora, hacen un montón de preguntas y al terminar le cuestionan sobre cómo aprender más cosas al respecto. “Me he dado cuenta de que a los chicos y chicas quizás no les interese tanto escuchar a sus padres o a sus profesores, pero sí les interesa mucho aprender cosas interesantes acerca de su cerebro que les ayuden a conocerse mejor”, afirma.

PREGUNTA. ¿Qué sucede en el cerebro durante la adolescencia?

RESPUESTA. A nivel biológico, lo que sucede es que se empiezan a desarrollar de una manera más intensa algunas estructuras del cerebro que les ayudarán a tomar mejores decisiones; pero para desarrollar esas áreas del cerebro tienen que tomar sus propias decisiones. A nivel biológico, lo que sucede es que se empiezan a desarrollar de una manera más intensa algunas estructuras del cerebro como la corteza prefrontal, la corteza orbitofrontal o la corteza cingulada que, por ejemplo, les ayudarán a tener más autocontrol, a tomar mejores decisiones o a gestionar la frustración y el riesgo. Aunque para desarrollar bien estas estructuras, los chicos y chicas tienen que empezar a tomar sus propias decisiones y a experimentar un poco con el riesgo. A nivel psicológico, todo esto se traduce en que los chicos y las chicas se separan emocionalmente y psicológicamente de los padres para ir construyendo su propia vida; tiene que haber un proceso de diferenciación, de separarse de los intereses de sus padres, de transgredir normas, y por eso a veces les vemos como que han cambiado. Pero no es que hayan cambiado. Simplemente, siguen su propio proceso de desarrollo, el mismo que con dos años les hacía tener rabietas o con seis jugar mucho a investigar cuando iban al parque.

P. ¿Los cambios cerebrales que se producen en esta etapa vital vuelven a los adolescentes más vulnerables a sufrir trastornos mentales?

R. La epidemia de salud mental juvenil es otro de los motivos por los que he escrito este libro. Sabemos que la adolescencia es una etapa clave en el debut de enfermedades mentales, pero hoy en día quizás más todavía. Por un lado, porque nos encontramos con chavales de 16 años que han pasado por una pandemia y que con 12 o 13 no pudieron hacer lo que tenían que hacer, que es estar con iguales. Y, por otro lado, y para mí esta es la hipótesis más fuerte, porque hoy los chavales están expuestos a una situación a la que no estuvimos expuestos nosotros: las pantallas. La cantidad de horas que pasan ahí, el tipo de estímulos que reciben, etcétera, también los hace más vulnerables. En ese sentido, es importante que no se crean todo lo que ven. Primero, porque si se fijan demasiado en lo que tiene el otro dejan de estar satisfechos con lo que ellos tienen. Y segundo porque deben saber que cuando conoces a personas famosas te das cuenta de que todos sufrimos y de que lo que nos muestran en las redes sociales muchas veces es solo una pequeña parte de su vida; y de esa pequeña parte solo los momentos en los que parece que son felices.

P. ¿Qué consejos daría a los padres para tratar de la mejor manera posible con un cerebro adolescente?

R. En la infancia los niños y niñas necesitan mucho acompañamiento, mucha presencia; y en la adolescencia, sin embargo, lo que más necesitan los chicos y chicas es espacio, pero un espacio en el que estemos ahí para que puedan acudir a nosotros si lo necesitan. Es decir, seguir estando presentes, pero sin atosigarles demasiado, y seguir recordándoles las normas de comportamiento, aunque muchas veces no nos vayan a escuchar, porque hay estudios que demuestran que cuando un adolescente tiene que tomar decisiones (con respecto, por ejemplo, a qué se compra de comida) siempre va a consultar con la corteza prefrontal, que es la parte del cerebro que los padres vamos educando. Así que, aunque tengan esos impulsos propios de la etapa, esa tendencia al riesgo y a hacer cosas que no siempre son las mejores para ellos, siempre van a acudir a esos mensajes que nosotros les hemos ido dando.

P. “Conocerte a ti mismo es la habilidad más poderosa que puedes aprender”, titula el primer capítulo del libro.

R. El autoconocimiento es muy importante porque a lo largo de la adolescencia y de la vida adulta los chavales se van a tener que enfrentar a muchas cuestiones y a muchas decisiones… y para tomarlas es fundamental que se escuchen, que se conozcan, que comprendan sus emociones. En la consulta de adultos veo a muchísimas personas que han tomado malas decisiones porque no se conocían a ellos mismos.

P. ¿Cómo acompañar a un hijo en ese proceso de autoconocimiento?

R. Para mí lo más importante es escucharlos, porque si nosotros no les escuchamos a ellos difícilmente ellos se van a escuchar a sí mismos. Además, no podemos caer en la trampa de pensar que como adultos lo sabemos todo de la vida, porque no es cierto. Ni tampoco dar por sentado que conocemos todo de nuestros hijos, porque el hecho de que sepamos mucho de ellos ahora no quiere decir que lo sepamos dentro de seis meses, porque la adolescencia es una etapa de cambio constante. Por eso, tenemos que descubrirles continuamente y para eso no hay mejor herramienta que la escucha.

P. Y a la inversa, ¿qué es mejor evitar en ese acompañamiento?

R. Los estudios demuestran que cuando de pequeños los niños puntúan muy alto en valores de sobreprotección, de adolescentes las resonancias magnéticas muestran que tienen menos desarrollada la corteza prefrontal, que es la parte del cerebro que nos ayuda a tener más autocontrol o a tomar mejores decisiones. También hay estudios que demuestran que los chicos y las chicas cuyos padres están presentes de una manera más invasiva en su toma de decisiones respecto a, por ejemplo, elegir una carrera, son los que luego de adultos se sienten más insatisfechos con su vida profesional. La conclusión es que querer ayudar y orientar a nuestros hijos es bueno, pero si nos pasamos en esa ayuda, eso puede tener efectos negativos sobre la capacidad futura de esos chavales para el autocontrol o para la toma de decisiones.

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