Qué es la ambivalencia materna: de la alegría a la tristeza en un segundo
Durante la gestación y el posparto muchas mujeres experimentan una montaña rusa de emociones contradictorias. Para ayudarlas, los expertos creen que es importante que no se idealice ser madre y que se les ofrezca herramientas para lidiar con sus nuevas sensaciones
Los nueve meses que transcurren desde que el espermatozoide alcanza el óvulo hasta que el bebé se encuentra en brazos de la madre no es el camino de rosas que se muestra en ciertas películas o novelas. A las molestias físicas de la mujer durante la gestación (piernas hinchadas, dolor lumbar, aparición de calambres nocturnos o las dolorosas hemorroides, sin ahondar en aquellos casos en los que se desarrollan otros síntomas más complejos), se une la montaña rusa de emociones que muchas de las gestantes experimentan a lo largo de las 39 semanas. ...
Los nueve meses que transcurren desde que el espermatozoide alcanza el óvulo hasta que el bebé se encuentra en brazos de la madre no es el camino de rosas que se muestra en ciertas películas o novelas. A las molestias físicas de la mujer durante la gestación (piernas hinchadas, dolor lumbar, aparición de calambres nocturnos o las dolorosas hemorroides, sin ahondar en aquellos casos en los que se desarrollan otros síntomas más complejos), se une la montaña rusa de emociones que muchas de las gestantes experimentan a lo largo de las 39 semanas. Sentimientos encontrados de alegría-tristeza, amor-odio, seguridad-inseguridad que, además, a veces no se limitan solo al embarazo.
Las contradicciones que experimenta la mujer durante esta etapa se denominan ambivalencia materna. Sandra García Lumbreras, responsable de la Unidad de Psicología de Dexeus Mujer, clínica de obstetricia, ginecología y medicina de la reproducción, lo describe como la experiencia contrapuesta de tener sentimientos de amor/odio (rechazo) hacia el bebé. Una circunstancia que, en opinión de esta psicóloga, sucede en un porcentaje muy elevado de mujeres: “Podremos querer mucho ese embarazo, a esa persona, pero habrá aspectos de ella o él que nos generen rechazo, por ejemplo, por el simple hecho de hacernos renunciar a algunas cosas”.
El factor principal que provoca estos sentimientos es la idealización del embarazo. “Esperamos, y socialmente se da por hecho, que la gestación sea un momento maravilloso de la mujer, pero somos poco conscientes, y se habla poco, de que muchas embarazadas no se encuentran bien, duermen más, se sienten poco ágiles o dejan de hacer cosas”, explica la psicóloga. Además, prosigue, estas mujeres sienten que no pueden expresarlo porque parece que entonces no quieren a su futuro bebé, el entorno no las entiende y se sienten juzgadas.
Para profundizar en el conocimiento de la ambivalencia materna un equipo de investigación multidisciplinar ha estudiado estos comportamientos y sus resultados se han recogido en el artículo Desarrollo y propiedades psicométricas de la escala de ambivalencia materna en mujeres españolas, publicado en agosto en la revista especializada BMC Embarazo y Parto. “La ambivalencia materna es un fenómeno poco estudiado, pero de gran relevancia por su prevalencia y su importancia en el bienestar de las madres y, por consiguiente, de relevancia para las sociedades”, señala Carlos Suso Ribera, parte de ese equipo de investigación y doctor del departamento de Psicología Básica, Clínica y Psicobiología de la Universitat Jaume I.
El estudio, llevado a cabo con más de 1.400 mujeres, concluye que aproximadamente el 20% de las participantes —en este caso, mujeres embarazadas o que habían dado a luz hacía menos de dos años— experimentaron una clara ambivalencia. Según este trabajo y otras investigaciones previas, esta ambivalencia afectaría más a mujeres menores de edad; a mujeres de edad avanzada o aquellas que tienen menos hijos. “El problema de estas dudas es que si se perpetúan y no se atienden, es decir, no se exploran sus causas y se dan herramientas para aliviar esa ambivalencia, se suelen asociar a problemas como dificultades para dormir, estrés, depresión y menor satisfacción vital”, indica Suso.
De toda la etapa perinatal, las mujeres suelen presentar más inseguridad durante el embarazo en comparación con el posparto. En esa etapa es frecuente que no compartan estas experiencias de ambivalencia con sus allegados: “Lo que supone un problema porque provoca que vivan solas estas emociones negativas hacia la maternidad, no puedan recibir apoyo de sus personas de confianza, posiblemente por miedo al rechazo social que puede (o temen que pueda) ocurrir al expresar esta ambivalencia una vez ya tienen al bebé en brazos”.
En la gestión de este carrusel de emociones por parte de la mujer es fundamental el apoyo y acompañamiento de su entorno: su pareja, su familia o sus amigos. Para la psicóloga sanitaria experta en perinatal Diana Sánchez, si una mujer tiene una pareja que la apoya, la entiende, la escucha, que la ayuda a gestionarlo sin reproches ni la hace sentirse culpable por ello, estará más tranquila que si lo que recibe son críticas o comentarios como “no lo entiendo”, “tú querías ser madre” y frases por el estilo.
Para esta experta, una vez aparecen los sentimientos encontrados en la gestante lo fundamental es normalizar la situación, y para ello también es importante que la sociedad no niegue su existencia con una idealización excesiva de la maternidad que causa dificultades psíquicas para lidiar con ella: “Es decir, si se expresa socialmente como algo normal, estas mujeres no se sentirían tan culpables. Además, es importante hacer una labor preventiva, porque, a veces, el problema está en las expectativas a una maternidad que ya desde el embarazo puede que no sea agradable”, añade la psicóloga sanitaria.
Actualmente, no existe un protocolo bien establecido para el manejo de este y otros problemas de salud mental durante la etapa perinatal. Los recursos son limitados y la información disponible para las mujeres es escasa. “Se trata de un tema tradicionalmente olvidado hacia el que debemos dirigir mucha más atención”, dice el investigador del estudio. De ahí la necesidad de que “exista una monitorización periódica del estado de salud (incluyendo la salud mental) de las mujeres durante el embarazo y en el posparto”, puntualiza Suso.
Por eso, insisten los expertos, esa prevención debe pasar por abandonar la idealización de la gestación y la maternidad. “Así, la mujer llegará al embarazo sabiendo que puede tener emociones contradictorias en momentos puntuales, pero que forman parte del proceso, que le sucede a muchas embarazadas, y que tiene todo el soporte para compartirlo y reflexionar”, reflexiona García. Para la experta, el objetivo no es prevenir su aparición, sino entender y aceptar esa ambivalencia sin que suponga nada negativo.
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