Cómo forzar la retirada del pañal a los tres años ignora los ritmos de desarrollo infantil

Que un menor esté listo para ir al baño es un proceso que requiere un determinado desarrollo físico, neurológico y emocional, por lo que es algo que varía en cada niño. Si los padres y profesores les presionan, puede generar inseguridad, problemas de retención y afectar su bienestar psicológico

Es importante tener paciencia y respetar los tiempos en el proceso del control de esfínteres de cada menor.Westend61 (Getty Images)

La hija de David Pérez asistió a una escuela infantil en la que se respetaban los ritmos de desarrollo de los niños y niñas. En esa línea, se les animaba a usar el inodoro, pero no les retiraban el pañal si no lo pedían. “Mi hija observaba atentamente a sus iguales cuando tomaban la iniciativa de ir al baño, pero salió de la escuela infantil sin haber dejado de usar pañal”, señala Pérez. Al empezar el colegio, aunque inicialmente fueron flexibles ya que la niña necesitaba el pañal, a partir del segundo trimestre sus profesores decidieron que había que retirarlo, pese a que ella no se sentía segura para ello. Esto la llevó a retener la orina durante muchas horas, causándole dolor y mucha angustia. “A pesar de nuestras conversaciones con el colegio para que respetaran su proceso, fuimos acusados de sobreprotegerla”, relata este padre. Finalmente, tras semanas de conflicto, su hija decidió usar el baño por sí misma.

Existe una norma no escrita que presiona para que los niños y niñas inicien el segundo ciclo de infantil sin pañal. La LOMLOE, en la Ley Orgánica 3/2020 de Educación, establece que uno de los objetivos de este ciclo de tres a seis años es “el conocimiento del propio cuerpo y la adquisición progresiva de la autonomía en sus actividades habituales”. Este enfoque parece estar en contradicción con la presión que los colegios ejercen para alcanzar determinados hitos del desarrollo, pero la ley educativa no menciona explícitamente el control de esfínteres, ni en un sentido ni en otro.

A Concha Bonet, pediatra en el Hospital La Paz y doctora en Medicina, pero que ha trabajado durante décadas en Atención Primaria, siempre le ha sorprendido que los niños deban empezar el colegio sin pañal y considera este hecho como un “atentado pedagógico” porque no tiene en cuenta el ritmo de desarrollo de cada menor. “El control de esfínteres produce mucho sufrimiento en las familias, en los padres, pero también en los pequeños”, asegura, y añade que las normas se hacen pensando en las personas adultas, en sus necesidades y en su comodidad, pero no en las necesidades de la infancia. “Hablamos de luchar por los derechos de la infancia, pero en la práctica no protegemos sus necesidades reales”, sostiene. Esto es lo que se conoce, según la pediatra, como el doble vínculo: se dan dos mensajes contradictorios a la vez. “Sabemos lo que debería hacerse, pero lo que realmente se promueve y permite es exactamente lo contrario”.

Sandra Coello es maestra de primer ciclo de infantil en una escuela de Madrid, donde el enfoque hacia la retirada del pañal se basa en acompañar a cada niño cuando esté preparado, en lugar de entrenarlos para que lo dejen al final de esta etapa. Explica que empezar a usar el baño es un proceso natural que requiere tres tipos de maduración: neurológica, física y emocional, algo que, según Coello, “no se puede entrenar”. Y afirma que, para que un menor controle esfínteres, necesita dominio tanto del esfínter vesical como del anal, lo cual depende de la maduración de la musculatura del suelo pélvico. “Un pequeño que se ha movido libremente y no ha sido forzado a adoptar posturas está ejercitando esa musculatura de forma natural”. En cambio, señala que si se le sienta prematuramente se ejerce una presión sobre el suelo pélvico, “lo que puede retrasar este desarrollo en comparación con un niño que no ha sido forzado”. Además, subraya que el desarrollo psicológico también es esencial: “No somos los adultos quienes quitamos el pañal; el niño debe estar dispuesto a esta transición”, insiste.

Los niños pueden experimentar culpa al pensar que están haciendo algo mal o frustración al no lograr orinar en el inodoro. AleksandarNakic (Getty Images)

Inseguridad y problemas de retención

Desde la Asociación Española de Pediatría (AEP) señalan que no controlar los esfínteres a los tres años no es motivo de preocupación, ya que se considera normal hasta los cinco años. “Respetar el ritmo no quiere decir no ofrecer el orinal, pero no se trata de imponerlo. Lo importante es no tener prisa y no inquietar al menor”, señala Coello. Según explica por su parte Diana Crego, psicóloga de Mi Tribu Psicología Perinatal, forzar un proceso que es estrictamente madurativo puede tener consecuencias negativas. “Los pequeños pueden experimentar culpa al pensar que están haciendo algo mal, frustración al no lograr lo que los adultos esperan de ellos, e incluso estrés y ansiedad por tener que alcanzar un objetivo que no depende de ellos”, señala Crego. También podría desencadenar el desarrollo de una fobia al orinal, lo que a su vez podría causar estreñimiento o retención urinaria, incrementando el riesgo de infecciones.

En el número 2 de la Revista Pediatría Integral de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria, de marzo de 2015, se concluía que es común que aparezca estreñimiento con la retirada del pañal o al inicio de la etapa escolar, y que la cronificación de ese estreñimiento puede dar lugar a complicaciones, como las fisuras anales o la encopresis. La hija de Fernando Martín (nombre ficticio) tuvo encopresis retentiva hasta los nueve años. Se trata de una retención de heces voluntaria que genera dolor y dificulta su expulsión, lo que aumenta la resistencia a ir al baño. “No quería hacer caca en el baño y se aguantaba. Esto provocaba que tuviera escapes y que tuviéramos que ir a buscarla al colegio para cambiarla”, recuerda. “Estábamos en una rueda de laxantes, cambios de ropa y malestar que generaba mucho sufrimiento a todos”, lamenta este padre. Acudieron hasta a tres psicólogas y no fue hasta los nueve años que comenzaron a ver avances. “Todas las psicólogas nos dijeron que la encopresis retentiva tenía una base en haber tenido que dejar el pañal prematuramente”, recuerda. La hija de David Pérez, que ahora tiene seis años, también tuvo varios episodios de encopresis, a los cuatro y a los cinco años: “Los episodios los hemos vivido con bastante angustia. Y tememos que le pueda volver a ocurrir”.

¿Qué pueden hacer las familias en casa para conseguir una retirada del pañal respetuosa? Responde Crego que es importante tener paciencia y respetar los tiempos en el proceso del control de esfínteres de cada menor, sin hacer comparaciones ni presiones. “Pueden animarle a usar el orinal cuando le vean preparado y motivado, pero sin forzar. Es importante contarle las ventajas que le traerá no usar el pañal e ir validando las emociones que puedan surgir en el proceso”. Esta psicóloga considera que también puede ser útil recurrir a libros infantiles que traten el tema. En cuanto a cómo gestionarlo con el propio colegio cuando este obliga a que el segundo ciclo se inicie sin pañal, Pérez anima a las familias a unirse, recoger información y realizar un escrito conjunto para lograr cambios. “En el colegio de nuestra hija fue la presión de las familias lo que finalmente consiguió el cambio. Nos tranquiliza mucho saber que ya no va a haber ninguna otra criatura que va a pasar por lo mismo que tuvo que pasar nuestra hija”.

Para Coello lo ideal es que en los colegios se cuente con una persona adicional que pueda acompañar y ayudar a los niños durante este proceso. “A esta edad, es fundamental no regañarlos si se les escapa el pis; se necesita personal formado y comprensivo”, dice, y añade que “con recursos adecuados en las escuelas, esto sería posible”. También considera que es esencial cambiar la mirada: “Al final todos lo logran, pero en tiempos diferentes. Y esto es lo que debería guiarnos”.

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