Halloween puede perjudicar el sueño de los niños: cómo ayudarles con sus miedos
Lo que para un adulto es solo un disfraz, para un menor supone la visión real de uno de sus miedos más profundos. Las historias y personajes que rodean esta fiesta y el Día de Todos los Santos puede influir en la calidad de su sueño, fomentando pesadillas y terrores nocturnos
Desde la semana previa al Día de Todos los Santos y a Halloween es un bombardeo de fantasmas, vampiros y monstruos al que es difícil escapar. Colegios, calles, comercios, ocio o la programación televisiva gira en torno al terror. Pero los niños pequeños no siempre viven este escenario de la mejor manera, ya que el miedo puede hacer mella en su descanso nocturno. Curiosamente, los adultos suelen protegerles durante el año de escenas, películas o situaciones que les asusten, pero en Halloween puede darse una excesiva permisividad para consumir terror. ¿Hasta qué punto influyen estas fechas en los terrores nocturnos de los niños?
“Esos días pueden provocar que el descanso nocturno infantil se altere, sobre todo en el caso de los más pequeños, con edades comprendidas entre los 3 y los 7 años, que es cuando tienen una imaginación más activa”, asegura Ignacio Javier Navarro, médico en Neurología Pediátrica del Hospital Universitario Infanta Sofía en San Sebastián de los Reyes (Comunidad de Madrid). “Durante la época de Halloween, hay un aumento de los estímulos sobre el terror que puede acabar en sobreestimulación, y resultar poco recomendable para niños muy pequeños, que todavía no distinguen totalmente entre la realidad y la fantasía”, afirma por su parte Gema López, psicóloga general sanitaria especialista en infancia y familia.
Lo que para un adulto es tan solo un disfraz de fantasma, para un niño puede suponer la visión real de uno de sus miedos más profundos. “El desarrollo evolutivo infantil está unido al de los miedos, y de 4 a 7 años puede haber más temor relacionado con la festividad de Halloween, porque es la etapa del pavor a la oscuridad, los seres fantásticos e imaginarios”, explica López.
Algunas de las consecuencias para el sueño de los niños expuestos a la parafernalia de Halloween son las pesadillas y los terrores nocturnos: “Las primeras pueden comenzar en torno a los 3 años, con un pico máximo entre los 6 y los 10 años; y en el segundo caso aparecen entre los 4 y los 12 años”, aclara el neurólogo Ignacio Javier Navarro. Este experto diferencia entre estos dos trastornos del sueño, ya que no son lo mismo. “Las pesadillas son episodios que suelen ocurrir en la segunda mitad de la noche, dado que afectan a la fase REM, que es cuando se sueña. Son contenidos desagradables que provocan que el niño se despierte y recuerde lo que ha soñado, lo que le dificulta volver a dormirse”, detalla. En cuanto a los terrores nocturnos, suceden durante la primera mitad de la noche, tras dormirse: “Se trata de un episodio de miedo intenso que dura alrededor de 20 minutos y provoca llanto, intranquilidad y taquicardia. El niño no responde a estímulos externos, aunque esté con los ojos abiertos y puede, incluso, intentar defenderse de sus padres”.
Durante estos días del año conviene no exponer a los niños a situaciones que les puedan asustar, sobre todo a lo que les da más miedo (arañas, fantasmas, sangre...). No obstante, también puede tratarse de una época favorable para ayudar al menor a enfrentarse a lo que teme: “Se les puede intentar explicar qué hay tras los monstruos para restarles terror, aprovechando el ambiente festivo en el que se enmarca el tema”, destaca Navarro. Aunque añade que si el menor tiene pesadillas de forma recurrente, conviene detectar la causa: “Lo primero es asegurarse de que tiene una correcta higiene del sueño, con horarios establecidos y rutinas previas como un baño, leer un cuento, además de usar objetos que le aporten seguridad, como un peluche que le tranquilice”.
Cada niño vive sus temores de una manera. Depende de sus experiencias, de su edad y de su personalidad. “Si el niño está teniendo muchas pesadillas, no es recomendable exponerle al tema del terror, pero tampoco conviene que antes de dormir tenga estímulos que alteren su sistema nervioso, como con el uso de pantallas o el exceso de actividad poco antes del sueño”, agrega López. “En estos casos, conviene facilitar un espacio de calma, bajar la estimulación o crear rutinas del sueño, como leer un cuento”, añade esta especialista. Esta psicóloga aporta varias recomendaciones para que el niño viva los días de la festividad de Halloween sin terrores nocturnos:
- Comprender cómo se sienten los niños en ese escenario y qué necesitan para sentirse bien, para lo que hay que acompañarles en sus emociones y validarlas.
- Evitar emitir juicios de valor sobre lo que sienten con frases como “Eso no tiene que darte miedo” o “¿no ves que no pasa nada?”.
- Darles espacio y oportunidad para expresar sus miedos y que se sientan escuchados. Es la ocasión para indagar en qué les provoca temor y ayudarles en esas cuestiones en concreto.
- Huir de la sobreexposición a esta festividad en la medida de lo posible. Por ejemplo, evitar películas de miedo en casa.
- En caso de preparar una fiesta temática, intentar hacerlo con elementos sencillos y conocidos por el niño, además de hacerle partícipe de la organización para que sepa todo lo que se va a colocar y que se convierta en un evento alegre y divertido.
- Aprovechar la ocasión para hablar de los seres queridos fallecidos desde una perspectiva positiva. Por ejemplo, a través de cuentos, para que el mensaje se haga a través de una dinámica y lenguaje adaptados a su edad y comprensión.