El puerperio es salvaje: ¿serán reconocidos los retiros posparto como un derecho al alcance de todas?

En Corea del Sur existen los ‘sanhujori’, centros donde las madres descansan durante unas semanas para ayudar a su recuperación mental, emocional y física y que cuentan con enfermeras que cuidan de sus bebés. En otros países han nacido una especie de hoteles siguiendo esa idea, pero con precios desorbitados

Pese a que la sociedad está paulatinamente evolucionando hacia una cultura más feminista, es difícil visualizar que una madre esté días en su casa priorizando su descanso.FatCamera (Getty Images)

Poco se habla del puerperio, hasta el punto de que hay gente que aún no sabe qué significa. Y, sin embargo, esas semanas después del parto son cruciales para la salud física, emocional y psicológica de la madre. Los bebés suelen concentrar toda la atención y las mujer...

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Poco se habla del puerperio, hasta el punto de que hay gente que aún no sabe qué significa. Y, sin embargo, esas semanas después del parto son cruciales para la salud física, emocional y psicológica de la madre. Los bebés suelen concentrar toda la atención y las mujeres suelen quedar relegadas a un muy segundo plano. De pronto nos vemos abocadas a concentrar toda nuestra energía en ejercer como madres, a cuidar, alimentar y mimar. Pero se obvia la transformación salvaje que acabamos de sufrir. La principal es que de tener dos corazones volvemos a tener solo uno. Algo tan brutal tiene todo tipo de consecuencias que pasamos por alto, así que me veo obligada a repetirlo: de tener dos corazones, volvemos a tener solo uno.

También sentimos como si una parte de nuestra alma y nuestro cuerpo estuviera de pronto en el exterior, a la intemperie. Esa sensación limitante de no poder proteger al bebé de todos los peligros que implica el mundo y que escapan de nuestro control será el germen de un miedo que permanecerá, ya siempre, todos los días de nuestra vida y que nos hará vivir en estado de alerta. Pero, además, nuestro cuerpo se encoge de pronto cuál acordeón, como si atesorara ahora un vacío. Nos volvemos una persona deshabitada, un concepto que no tenía ningún sentido antes de experimentar el embarazo. Hablo de una metamorfosis aún más radical que la kafkiana, porque es un viaje de ida y vuelta. Solo que, cuando volvemos, ya no somos las mismas. Hay muy poca literatura al respecto. La historia parece terminar cuando se da a luz, como en los cuentos de antaño, que tenían por final nada menos que la boda. Una osadía teniendo en cuenta que en la mayor parte de las historias interesantes el matrimonio supone solo el principio.

Quiero reivindicar la importancia del cuidado de la madre en la cuarentena. Porque sigo escuchando historias de mujeres que orgullosas presumen de hacer vida normal a los pocos días de alumbrar a un ser vivo. Así, he visto como una muy buena amiga recogía a su madre del aeropuerto, conduciendo ella y con la recién nacida detrás, a los tres días de dar a luz. Y a muchas otras que cocinaban para sus suegros que estaban de visita supuestamente para ayudarlas con el nuevo bebé, por poner un par de ejemplos fáciles. Hemos normalizado la necesidad de la madre de adaptarse rápidamente (y cuando digo rápidamente me refiero a una cuestión de días) a las nuevas circunstancias y seguir haciendo exactamente lo que hacía antes de parir, más los añadidos que supone la llegada de un recién nacido: la falta de descanso, el sueño interrumpido, la lactancia… Todo aderezado con una auténtica revolución de hormonas como cóctel molotov.

¿Y si imitáramos el modelo surcoreano y se abrieran espacios posparto para atender las necesidades de las madres recién paridas? Esta especie de hoteles boutique, denominados sanhujori en Corea del Sur, se ocupan de que la madre descanse (sobre todo que duerma) mientras los bebés son atendidos por enfermeras, aunque las madres pueden solicitar la presencia del bebé tanto tiempo como quieran. La estancia recomendada es de 21 días y durante ese tiempo les proporcionan una dieta con todos los nutrientes necesarios para conseguir una recuperación total, a lo que, sin duda, contribuye el que también les hagan masajes y faciales. Adicionalmente, les proporcionan cursos educativos para guiar con el cuidado de los bebés, que vienen a resultar tan útiles como el que este tipo de centros favorezcan la creación de una red de contactos entre las madres, para que puedan apoyarse entre ellas y compartir experiencias una vez que salgan del centro.

La iniciativa de crear espacios posparto para que las mujeres puedan recuperarse se ha implantado en otras ciudades como Nueva York, donde se inauguró recientemente el Boram Postnatal Retreat. Pero, a diferencia de en Corea del Sur, donde 8 de cada 10 mujeres pasan por un centro de este tipo, en la Gran Manzana solo pueden permitírselo las familias realmente privilegiadas, teniendo en cuenta que la noche cuesta 1.400 dólares (en torno a los 1.295 euros) y una estancia completa superaría el salario medio anual en España.

¿Cuándo se podrá reconocer como un derecho universal pasar 21 días de retiro posparto? La escritora norteamericana Kate Zambreno reveló en una entrevista en The Paris Review que le preocupaba no poder seguir escribiendo después de ser madre, a lo que la poeta Danielle Pafunda le respondió que los bebés no son el problema, sino el patriarcado y el capitalismo. Las secuelas de un parto no son reconocibles a simple vista. Muchas mujeres siguen sangrando durante las semanas posteriores, se orinan encima debido a los cambios en el suelo pélvico o no pueden dejar de llorar a causa de una depresión posparto, que alcanza hasta a un 30% de las mujeres y que está ocasionada por la brusca bajada de hormonas. También son comunes los entuertos, los dolores ligados a las contracciones uterinas, mientras que el útero se va reajustando hasta recuperar su tamaño normal. Ha de tenerse en cuenta que no estamos hablando de un descanso, sino de una recuperación necesaria: mental, emocional y física.

A lo largo de la historia se ha construido un cerco de silencio en torno a la maternidad, en el que las mujeres han permitido que pasara desapercibido aquello que era invisible para los hombres. La tristeza, el sangrado, el dolor. Pero ahora que por fin podemos verbalizar y evidenciar lo que ocurre tras un parto es crucial que la sociedad provea a las madres con ese cuidado y protección que necesitan.

Antiguamente, la labor de los sanhujoris o centros posparto era realizada por la familia de la madre, pero los tiempos han cambiado. Las tradiciones se han roto y este servicio se ha convertido en un lujo al alcance de unas pocas. Incluso la extensión de los permisos por maternidad puede no significar recuperarse en absoluto. Como en los ejemplos que ya he mencionado, en la mayor parte del mundo occidental la mujer sigue activa desempeñando tareas dentro de la casa durante su puerperio, ya sea cocinando, limpiando, ordenando cajones o supervisando cualquier tipo de necesidad doméstica.

Pese a que la sociedad está paulatinamente evolucionando hacia una cultura más feminista es difícil visualizar que una madre esté 21 días en su casa priorizando su descanso. Estamos acostumbradas a desempeñar roles de heroínas y gestionar varias tareas al mismo tiempo de forma eficiente. En pocos días, comenzamos a experimentar sentimientos de culpa por “no hacer nada”.

Solo un espacio donde la madre pueda estar a solas con su bebé, dedicándose a lo esencial, puede permitir que todo vaya acomodándose en completa armonía, sin crear nuevas heridas que arrastrar la vida entera. ¿Será posible convertir esos 21 días de recuperación posparto en un derecho al acceso de cualquiera?

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