Jugar con muñecas desarrolla en los niños la empatía y otras habilidades sociales
Un estudio, elaborado en la Universidad de Cardiff, concluye que cuando los peques interactúan con estos juguetes se produce un aumento de la actividad cerebral en la región implicada en el desarrollo de las capacidades
Tener la capacidad de descifrar nuestros sentimientos y emociones es una de las partes más complejas del aprendizaje y la madurez. Y es una forma no solo de conectarnos con nosotros mismos, sino también con los demás. Es decir, de ser empáticos y tener más habilidades sociales, dos cualidades que se pueden trabajar desde la infancia y que resultan muy valiosas en la edad adulta. Contar a otro nuestras preocupaciones o simplemente decirlas en voz alta puede ayudar a entendernos mejor.
Lo cuenta Patricia Amaro, psicóloga en el ...
Tener la capacidad de descifrar nuestros sentimientos y emociones es una de las partes más complejas del aprendizaje y la madurez. Y es una forma no solo de conectarnos con nosotros mismos, sino también con los demás. Es decir, de ser empáticos y tener más habilidades sociales, dos cualidades que se pueden trabajar desde la infancia y que resultan muy valiosas en la edad adulta. Contar a otro nuestras preocupaciones o simplemente decirlas en voz alta puede ayudar a entendernos mejor.
Lo cuenta Patricia Amaro, psicóloga en el Centro de Psicología Pozuelo y profesora de las Prácticas del Máster de Psicología General Sanitaria: “La verbalización de emociones ayuda desde la infancia a poder comprender lo que nos pasa y lo que les pasa a otros. Pone nombre a las emociones y eso nos orienta en la gestión de las mismas. Al mismo tiempo, genera un alivio de la presión o el malestar que podemos estar sintiendo”.
Por esta razón es importante darle espacio a las emociones o, como dice Amaro, “darnos permiso a estar enfadados, tristes, asustados... No solamente no es negativo, sino que puede ser el inicio de la regulación emocional, funciona en muchas ocasiones como una especie de desatascador”. A los niños, y más aún a los adolescentes, “les cuesta hacer ese ejercicio de expresar sus emociones, porque les hace sentir vulnerables”. Y eso les puede provocar un atasco emocional del que no siempre es sencillo salir. La buena noticia es que estas capacidades se pueden practicar durante la infancia mediante el juego con muñecas y muñecos.
Un estudio desarrollado por neurocientíficos de la Universidad de Cardiff, encargado por Barbie (Mattel) y recientemente publicado en la revista Developmental Science concluye que el juego con muñecas estimula precisamente la verbalización de las emociones mucho más que el juego con tecnología. Y es así porque los niños y las niñas (el estudio afirma que no hay diferencia por género) entablan conversaciones con los muñecos refiriendo pensamientos y emociones de los mismos mientras juegan con ellos. Es decir, “les atribuyen estados internos”, afirma el texto. Sarah Gerson, investigadora y autora del estudio lo explica así: “Cuando los niños juegan con muñecos, en primer lugar, se expresan en voz alta; y además interiorizan los mensajes en torno a los pensamientos, las emociones y los sentimientos de los otros”. Es así porque toman la perspectiva interior de los demás.
En psicología se llama lenguaje del estado interno a las referencias a las emociones, los deseos y las habilidades cognitivas, que este estudio afirma que se activa con este tipo de juego. Según Gerson, este lenguaje “puede indicar que un niño está pensando en los pensamientos y las emociones de otras personas mientras juega con los muñecos. Estas habilidades son realmente importantes para interactuar y aprender de otras personas y para navegar por diversas situaciones sociales. Es fundamental para entablar y mantener amistades, así como para aprender de sus profesores y padres”. Es así porque “estimula los niveles más altos en el procesamiento social y emocional”. Patricia Amaro corrobora esta idea: “Verbalizar nos ayuda a desarrollar la empatía en las relaciones con los demás. Podemos conectar con lo que el otro puede estar sintiendo, nos puede servir de guía en nuestras emociones y en las de los demás”.
El juego imaginario, además, ofrece a los niños la oportunidad de emular escenas e interacciones de su vida cotidiana. “Los niños imitan lo que observan escuchan de sus padres, profesores o compañeros, y las muñecas pueden darles una salida para recrear lo que han observado y escuchado y así poder entrenar sus habilidades en situaciones sociales de la vida real”, concluye la autora del estudio.
Las razones además de psicológicas, son neurológicas. Los investigadores notaron un aumento de la actividad cerebral en la región del surco temporal posterior superior (pSTS) cuando hablaban con sus muñecas. “Esta región está muy implicada en el desarrollo de las capacidades de procesamiento social y emocional”. El estudio ha explorado la activación del cerebro mientras los niños jugaban con muñecas y con tabletas, tanto en solitario como en compañía de otro niño. Para ello se han utilizado equipos de espectroscopia funcional de infrarrojo cercano de última generación.
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