“Puede haber un lector precoz, pero tiene que tener a alguien que le ayude con las sensaciones que produce la lectura”

Xavier Salomó y Meritxell Martí forman una de las parejas más prolíficas de la literatura infantil española. Llevan más de 50 títulos publicados juntos, tantos que ni siquiera ellos conocen la cifra exacta

Xavier Salomó y Meritxell Martí conforman una de las parejas más prolíficas de la literatura infantil española.

Xavier Salomó y Meritxell Martí conforman una de las parejas más prolíficas de la literatura infantil española y, más en concreto, del mundo del álbum ilustrado. Sus nombres están tan unidos que, si uno escribe en Google Xavier Salomó, el buscador le invita a autocompletar con el nombre de Meritxell (y viceversa). Llevan más de 50 títulos publicados juntos, tantos que ni siquiera ellos conocen la cifra exacta. Atienden ...

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Xavier Salomó y Meritxell Martí conforman una de las parejas más prolíficas de la literatura infantil española y, más en concreto, del mundo del álbum ilustrado. Sus nombres están tan unidos que, si uno escribe en Google Xavier Salomó, el buscador le invita a autocompletar con el nombre de Meritxell (y viceversa). Llevan más de 50 títulos publicados juntos, tantos que ni siquiera ellos conocen la cifra exacta. Atienden a El País por videoconferencia, desde la mesa de trabajo de Xavier en lo que se intuye la buhardilla-despacho de la casa que comparten en un pueblecito situado en mitad de un parque natural, a 45 minutos de Barcelona (Sí, también son pareja a nivel personal y padres de un hijo, Jan, de 5 años). Al fondo, a su espalda, se adivina la mesa de trabajo en la que Meritxell escribe los textos que luego Xavier ilustra. “A veces me giro de mi mesa, paso por aquí, veo los dibujos de Xavier y le pregunto si seguro que un personaje tiene que llevar chaqueta, o por qué no le corta el pelo a otro”, dice entre risas Meritxell.

Se aprecia entre ellos una complicidad real, nada fingida. Transmiten una sensación de “disfrute” que, reconocen, puede que sea el secreto de su éxito como autores de LIJ. “Tras todos nuestros títulos hay sufrimiento y esfuerzo, por supuesto, pero es como cuando subes una montaña: por el camino y cuando llegas al final hay mucho disfrute. Muchas veces yo estoy escribiendo y me río sola. Otras veces le paso el documento a Xavi y le escucho reírse mientras diseña el storyboard. “Vamos bien”, me digo entonces. Sí, disfrutamos de lo que hacemos”, asegura la escritora. Más pragmático, Xavier reconoce que no tienen la fórmula de la Coca-Cola para hacer álbumes buenos y que funcionen entre el público (“Si existiese esa fórmula los álbumes no los haríamos nosotros, sino los bancos o los fondos buitre”). En todo caso, concede que tras 20 años de carrera (una efeméride que celebraron en 2021) han desarrollado una cierta habilidad a la hora de trabajar juntos y, al mismo tiempo, tienen un olfato más agudo, algo a lo que contribuye su pasión por las librerías y los libros, que les hace estar muy al corriente de lo que se cuece en el sector editorial y rodeados de inspiración. “Nosotros hacemos libros para ganar dinero y seguir comprando libros. Es un círculo vicioso”, bromea Xavier.

Uno de sus últimos títulos, Sunakay (Flamboyant), es una auténtica joya visual, un álbum épico de gran formato y grandes dimensiones (más de 100 páginas) en el que abordan uno de los grandes dramas ecológicos de nuestro tiempo: la invasión de los mares por parte del plástico. Han trabajado en él durante más de tres años y, señalan, es seguramente, en el ámbito de proyecto literario, el álbum “más grande, más ambicioso y seguramente el mejor” que han realizado hasta la fecha.

La historia que viven las dos hermanas protagonistas del álbum (Sunan y Kay) parte de una vivencia personal de los autores con su hijo, en unas vacaciones de verano en Formentera. En mitad del paraíso que es una de las playas más bonitas del mundo, la de Ses Illetes, Xavier y Meritxell vieron un cartel en el que se convocaba a voluntarios para hacer una limpieza de la playa. “Decidimos ir con nuestro hijo pensando que estaríamos cinco minutos, porque en ese lugar paradisíaco no daba la impresión de que hubiese nada que recoger”, cuenta Meritxell. La realidad es que, junto a un grupo de otras 40 personas, estuvieron más de tres horas recogiendo residuos de todo tipo hasta sumar una cantidad inimaginable. “Hicimos una ecuación muy sencilla. Si en una playa paradisíaca como la de Formentera había esa cantidad de porquería, qué no habría en otros sitios y en otros mares”, reflexiona la escritora. Allí, entre esa basura, empezó de alguna manera a tomar forma la historia. También el personaje de Sunan, la hermana mayor, cuya estética tiene mucho parecido con la que lucía Meritxell durante la recogida y que Xavier inmortalizó en una fotografía.

Aunque Xavier Salomó argumente, no sin razón, que es normal que los géneros narrativos y literarios se mezclen y que Jon Klassen acaba de publicar un álbum de 96 páginas -La roca del cielo (NubeOCHO), lo cierto es que no es habitual encontrar álbumes ilustrados de 100 páginas como Sunakay. “Pronto nos dimos cuenta de que la historia se nos iba de las manos en cuanto a páginas, pero tampoco queríamos privarnos de explicar la historia tal y como queríamos contarla”, explica el ilustrador. Cuando presentaron las 100 páginas del proyecto a Flamboyant, ninguno de los dos acababa de estar contento con el final del libro. “Así se lo expusimos a la editora: te entregamos esto, pero aún no estamos seguros del final”, añade Meritxell. Desde entonces, ya con el visto bueno de la editorial, le dieron muchas vueltas al argumento, lo que en opinión de la escritora tiene un problema: “cuando cambias algo en un punto, tienes que tirar para atrás e ir cambiando otras muchas cosas para que todo sea coherente”. A ello se sumó el confinamiento pandémico, que cambió y lastró sus rutinas de trabajo, y, por supuesto, el hecho de que todas las ilustraciones realizadas por Xavier para el álbum hayan sido pintadas con acuarela (“no es la técnica más rápida para hacer un álbum, pero pensamos que este álbum requería hacerse con agua y con pigmentos”).

El resultado de todo ello fue que, por primera vez en dos décadas de carrera, tuvieron que pedir retrasar un año la publicación del libro. También que, un año más tarde, gracias a ese trabajo “lento y pausado”, han presentado en el mercado un libro espectacularmente bello que roza la perfección, dotado de una estética totalmente cinematográfica y que, pese a su grosor, se lee con ligereza, en apenas 10 minutos -súmenle otros 10 minutos más para dejarse extasiar ante la belleza de cada ilustración de Xavier Salomó-. “El lenguaje cinematográfico es seguramente el que más me interesa, por encima incluso del literario, y eso, claro, se tiene que notar. Sunakay seguramente es nuestro libro más cinematográfico desde el punto de vista del tempo narrativo y del uso de la cámara, ya que todo son planos, contraplanos y zooms”, explica Xavier.

Otro aspecto que llama la atención sobremanera de Sunakay es que es un álbum que no rehúye el drama y que deja para la posteridad un final tan duro como esperanzador. “Hemos procurado ser lo más honestos posible con el final de la historia”, asegura Xavier, que señala que desde su punto de vista lo más importante de Sunakay es que “es un drama épico, humano y medioambiental”, algo que le parecía muy interesante abordar en un formato álbum: “En los álbumes en general no encuentras un drama de estas dimensiones. La dimensión épica no acostumbra a tener sitio en el álbum, mucho menos en los dirigidos a los niños, así que como autor me parecía un reto enorme. Para mí esa es la baza fundamental de Sunakay”.

Para Meritxell Martí, por su parte, con Sunakay existía un reto: acertar con el target, con el grupo de edad mínimo para su lectura, que ellos sitúan en torno a los nueve o 10 años. “Puede haber un lector precoz de ocho, pero en principio tiene que haber una experiencia vital para poder gestionar todas las sensaciones que produce la lectura y el relato audiovisual. Si además hay detrás una maestra, un club de lectura o una familia que acompañen la lectura, mucho mejor”, afirma la escritora, que reconoce que desde los 17 años siempre ha estado muy implicada en la lucha ecologista. Con el texto de Sunakay, precisamente, ha querido dejar un mensaje para los lectores y las lectoras, una lección que también aprende a base de golpes la pequeña Kay, la gran protagonista del álbum: “Hay esperanza para la Humanidad, porque somos resilientes, pero antes de esa esperanza habrá miedo, peligro y drama”.

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