Trump anuncia la construcción de un nuevo tipo de buques de guerra que llevarán su nombre: “Serán los más grandes y poderosos de la historia”
Esa “flota dorada” estará formada por hasta 25 barcos. El presidente promete la ampliación de la fuerza naval en mitad de la creciente tensión con Venezuela
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, convocó este lunes a la prensa en su residencia privada de Mar-a-Lago para anunciar, junto a los secretarios de Defensa (Pete Hegseth), Estado (Marco Rubio) y la Armada (John Phelan), sus planes de ampliar la fuerza naval del país con un nuevo tipo de navíos bautizados con su nombre: los buques de guerra clase Trump. El plan pasa por construir hasta 25 de ellos (primero, dos; luego, 10, y finalmente el resto en un horizonte indeterminado de años). Y hacerlo en Estados Unidos. Formarán lo que el presidente, en otra prueba de su pasión por bautizarlo todo, llamó la “Flota Dorada” del Pentágono.
“¿Por qué no hacemos barcos como los que solíamos construir? Llevamos desde 1994 sin hacerlo“, dijo durante su intervención, en la que comparó constantemente la fuerza naval de Estados Unidos con la de China. Los buques de la clase Trump serán, prometió ”los más rápidos, los más grandes y superarán en 100 veces la potencia de cualquier acorazado jamás construido en nuestro país y en el mundo“. “Inspirarán miedo en nuestros enemigos“, añadió.
Phelan afirmó, por su parte, que estarán equipados con “misiles de crucero con capacidad nuclear”. Como de costumbre, Hegseth aprovechó su turno para alabar al jefe: “Esta inversión [en los buques de guerra] es la clase de cosa por la que el pueblo estadounidense estará agradecido a Trump durante décadas, durante siglos”.
El presidente, comandante en jefe de Estados Unidos, hizo su anuncio en mitad de la creciente tensión en el Caribe, donde Washington tiene desplegada una fuerza militar sin precedentes con una misión que ha cambiado en los últimos días: de una supuesta guerra contra el narcotráfico que ya se ha traducido en algo más de un centenar de asesinatos extrajudiciales de tripulantes de presuntas narcolanchas, a la presión sobre el Gobierno venezolano a base de interceptar petroleros frente a sus costas.
Desde su regreso al poder, pronto hará un año, Trump ha hecho gala de sus ansias belicistas. En este caso, el movimiento obedece a un análisis que comparten muchos expertos: la fuerza naval está obsoleta, y sus astilleros necesitan una inyección de eficiencia. Hegseth, veterano de la Guardia Nacional y expresentador de Fox News, se ha erigido en símbolo de ese ardor guerrero que el republicano quiere devolver a base de soflamas anti-woke y testosterona a la primera potencia mundial. El anuncio de este lunes participa de esa obsesión.
Además, Trump tiene prisa. Dijo que se reunirá con contratistas de defensa la próxima semana en Florida para pedirles rapidez en las entregas, “porque son demasiado lentos”, afirmó. También avisó que está preparado para sancionar a las empresas que “no hagan un buen trabajo”.
La Armada ya había anunciado el viernes la puesta en funcionamiento de una nueva clase de fragatas, construidas en Estados Unidos, como parte de esa “Flota Dorada”, que Trump concibe como una manera de contrarrestar a China. Están pensadas para proteger las rutas marítimas y para prestar servicio a los buques de mayor tamaño.
Petroleros interceptados
Hasta el momento, han sido al menos tres los cargueros que han protagonizado incidentes en su encuentro en el Caribe con las fuerzas estadounidenses. El primero fue el 10 de diciembre. El Skipper cargaba con 1,9 millones de barriles de crudo. Trump compartió este lunes sus planes ante la pregunta de un reportero que Estados Unidos: “Nos quedaremos con ellos. Nos quedaremos también con el barco”.
La segunda interceptación llegó el pasado sábado. Al día siguiente, la Guardia Costera trató de dar el alto a un tercero, que navegaba hacia Venezuela, pero este se negó a ser intervenido y se alejó de la zona. Este lunes al final de la tarde (hora de Washington) las autoridades estadounidenses aún no habían renunciado a darle caza, según confirmó Trump, que también dijo que no la Guardia Costera no había desistido en su misión.
El petrolero en cuestión es un buque incluido en la lista de embarcaciones sancionadas por Estados Unidos por sus presuntos vínculos con el régimen iraní. Se llama Bella 1, tiene bandera panameña, y formaba parte desde 2024 de los sancionados por Estados Unidos, según consta en los documentos oficiales de Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC son sus siglas en inglés). Fue construido en 2002 y es propiedad de una empresa llamada Louis Marine Shipholding Enterprises. El Departamento del Tesoro lo sancionó por sus vínculos con Irán y por “haber participado en el transporte ilícito de petróleo y otras mercancías” para financiar actividades terroristas, siempre según Washington.
El presidente de Estados Unidos anunció la semana pasada un “bloqueo total y completo” de todos los petroleros sancionados por Washington que intenten entrar o salir de Venezuela. Con ese anuncio, el republicano despejó las pocas dudas que podían quedar sobre el interés de Washington en el petróleo venezolano como parte de la ofensiva contra el Gobierno de Nicolas Maduro, mandatario que la Administración de Trump quiere ver caer.
Cuando le preguntaron si espera que la presión ejercida sobre Venezuela conduzca a ese fin, el presidente de Estados Unidos dijo. “No puedo asegurarlo; depende de él, de lo que quiera hacer. Creo que sería inteligente por su parte hacerlo. Pero, de nuevo, ya lo veremos”. “Si se pone chulo, será la última vez que lo haga”, sentenció.