Australia confirma que los autores del atentado en Sídney se inspiraron en el Estado Islámico
Los dos atacantes, padre e hijo, viajaron en noviembre a Filipinas, donde la organización sigue activa, según las autoridades australianas
Los dos presuntos autores de la matanza del pasado domingo en la playa de Bondi, en la ciudad australiana de Sídney, “se inspiraron” en el Estado Islámico. Ambos, padre e hijo, habían viajado el 1 de noviembre a Filipinas, donde esa organización terrorista sigue activa, según ha informado la policía australiana este martes; mes y medio después, cometieron la masacre antisemita en la que acabaron con la vida de 15 personas. “Los primeros indicios apuntan a un ataque terrorista inspirado por el Estado Islámico, presuntamente cometido por un padre y un hijo”, ha apuntado la comisionada de la Policía Federal Australiana, Krissy Barrett, en una conferencia de prensa.
El primer ministro australiano, Anthony Albanese, ha confirmado poco después esa información al subrayar también que este atentado contra la comunidad judía que celebraba la fiesta del Jánuca —y que es el peor tiroteo masivo registrado en Australia en 30 años— “estuvo motivado por la ideología del Estado Islámico”.
La policía australiana ha encontrado banderas rudimentarias de esa organización terrorista y artefactos explosivos en el vehículo utilizado por los dos hombres. El coche figuraba a nombre del más joven, Naveem Akram, de 24 años, hospitalizado en estado grave por disparos de la policía; su progenitor, Sajid Akram, de 50 años, murió el domingo, abatido por los agentes. Las “presuntas acciones” de estos dos hombres, ha dicho la comisionada de policía, corresponden con quien “se ha aliado con una organización terrorista, no con una religión”. Se han divulgado vídeos de Naveem Akram predicando el islam en la calle.
Sajid y Naveed Akram llegaron juntos a Manila, la capital filipina, el 1 de noviembre desde Sídney, ha confirmado Dana Sandoval, portavoz de la Oficina de Inmigración filipina. Sandoval ha señalado que su destino final fue la ciudad de Dávao, considerada la puerta de entrada al sur de Filipinas. Los hombres abandonaron el país el 28 de noviembre, volando a Sídney vía Manila. El padre viajó con pasaporte indio, mientras que el hijo, nacido en Australia en 2001, tenía pasaporte de ese país.
La televisión pública australiana ABC ha citado a fuentes de seguridad que afirman que los dos hombres viajaron a Filipinas para recibir “entrenamiento militar”.
Aunque la comisionada Barrett se ha limitado a afirmar que el propósito de la estancia en Filipinas de los dos hombres está “bajo investigación”, se tiene constancia de que redes vinculadas al Estado Islámico siguen activas en Filipinas, especialmente en el sur del país. Esas células que operan en la isla sureña de Mindanao, donde se encuentra Dávao, están, sin embargo, debilitadas. Las autoridades australianas no han aclarado, por el momento, cómo los autores del tiroteo se radicalizaron hasta llegar a comulgar con el terrorismo yihadista.
Las fuerzas de seguridad contaron el lunes que desde antes del atentado manejaban información —no precisaron de qué tipo— sobre uno de los dos autores, pero subrayaron que no se le consideraba una amenaza inmediata. Uno de los dos hombres, el de más edad, tenía además licencia para seis armas, lo que ha llevado a Australia a prometer que endurecerá su legislación sobre armas de fuego, algo que ya había hecho en los últimos años.
Veintidós personas heridas en el ataque siguen ingresadas en varios hospitales de Sídney. Ocho están graves, incluidos dos policías que recibieron disparos y que continúan “en estado crítico”, ha asegurado Chris Minns, primer ministro de Nueva Gales del Sur, donde se encuentra Sídney.
También sigue hospitalizado Ahmed al Ahmed, el australiano aclamado como un héroe por haber logrado desarmar a uno de los atacantes. Este frutero musulmán nacido en Siria hace 43 años recibió al menos cuatro balazos, según su familia, y el lunes fue sometido a una cirugía para extraerle los proyectiles. Unas fotografías difundidas por la oficina del primer ministro australiano muestran a Anthony Albanese estrechando la mano de Al Ahmed en el hospital St George, donde se encuentra ingresado. El jefe del Gobierno del país ha contado luego que el hombre tendrá que ser operado de nuevo el miércoles.
Duelo nacional
La playa de Bondi ha abierto sus accesos este martes, aunque se encontraba prácticamente vacía. En el pabellón homónimo, a unos metros del lugar en el que se produjo el tiroteo, un homenaje con flores y peluches honraba a las víctimas. Esta playa, a unos ocho kilómetros del centro de Sídney, es la más conocida de la ciudad y atrae a numerosos turistas nacionales e internacionales.
Olivia Robertson, de 25 años, es una de las australianas que este martes visitaba el monumento. “Este es el país al que nuestros abuelos vinieron para que nos sintiéramos seguros y tuviéramos oportunidades”, ha dicho a Reuters. “Y ahora esto ha sucedido aquí mismo, en nuestro patio trasero. Es bastante impactante”.
El embajador israelí en Australia, Amir Maimon, también ha visitado Bondi y ha instado al Gobierno australiano a tomar todas las medidas necesarias para proteger la vida de los judíos en Australia. La comunidad judía supone el 0,55% de la población australiana (unas 150.000 personas, de un total de 27 millones).
El lunes, el Ejecutivo de Benjamín Netanyahu acusó al primer ministro Albanese de haber contribuido a crear las circunstancias para ese atentado al reconocer el pasado septiembre al Estado palestino y permitir manifestaciones contra la masacre en Gaza.
Los tiroteos masivos son poco frecuentes en Australia, uno de los países con tasas de criminalidad más bajas del mundo. El ataque del domingo fue el peor desde 1996, cuando un hombre armado mató a 35 personas en el sitio turístico de Port Arthur, en la isla de Tasmania, un atentado que ya impulsó un endurecimiento de la legislación sobre armas.