El Papa León XIV defiende en Turquía la libertad religiosa y el papel de la mujer: “Una sociedad está viva si es plural”
El Pontífice llama al diálogo ante Erdogan para tender puentes en sociedades “cada vez más polarizadas y desgarradas por posiciones extremas”
León XIV ha llegado en la mañana de este jueves a Ankara, la capital de Turquía, donde se ha reunido con el presidente, Recep Tayyip Erdogan, y ha pronunciado un primer discurso ante las autoridades. Lo ha centrado en la idea del diálogo y de tender puentes entr...
León XIV ha llegado en la mañana de este jueves a Ankara, la capital de Turquía, donde se ha reunido con el presidente, Recep Tayyip Erdogan, y ha pronunciado un primer discurso ante las autoridades. Lo ha centrado en la idea del diálogo y de tender puentes entre ideas y creencias distintas, en sociedades “cada vez más polarizadas y desgarradas por posiciones extremas que las fragmentan”. El Papa, que el domingo continuará en Líbano su primer viaje internacional, ha subrayado como concepto aglutinador el de “familia humana”, que debe convivir pese a sus discrepancias. “Una sociedad está viva si es plural: son los puentes entre sus diferentes almas los que la convierten en una sociedad civil”, ha dicho.
Es un mensaje que funciona a diversos niveles; habla de la convivencia religiosa y política en Turquía, o de la propia fragmentación de iglesias cristianas, y también del conflicto en Oriente Próximo, en el que Erdogan es un poderoso actor. “Que Turquía sea un factor de estabilidad y acercamiento entre los pueblos, al servicio de una paz justa y duradera”, ha rogado el Pontífice, consciente de que el líder turco juega en varios tableros, también en Ucrania, como interlocutor de Rusia y mediador en un posible acuerdo de paz. “Hoy más que nunca se necesitan personas que favorezcan el diálogo y lo practiquen con firme voluntad y paciente tenacidad”, ha dicho el Pontífice. Antes, Erdogan ha condenado una vez más la situación de Gaza y ha defendido Turquía como un país tolerante con todas las religiones.
En cualquier caso, León XIV habla muy entre líneas, como es habitual en los discursos vaticanos. Este Papa, como ocurría con Benedicto XVI, antes de Francisco, no da muchos titulares, hila razonamientos complejos. Las menciones más explícitas fueron, en todo caso, a la pluralidad religiosa y al papel de la mujer en la sociedad. Robert Prevost ha defendido el valor de la familia, un mensaje en sintonía con Erdogan, que políticamente se trabaja la tradición y la identidad. Piensa lo mismo que alguien como Viktor Orbán o Santiago Abascal y la ultraderecha europea.
El líder turco ha declarado 2025 como año de la familia, con una campaña de vuelta a los valores tradicionales, y hay que recordar que en 2021 retiró a Turquía del convenio de Estambul sobre la lucha contra la violencia del género. Erdogan no dejó de ensalzar la familia tradicional en su discurso de bienvenida. Pero el Pontífice, no obstante, ha subrayado en su respuesta que las mujeres “a través del estudio y la participación activa en la vida profesional, cultural y política, se ponen cada vez más al servicio del país y de la influencia positiva del mismo en el panorama internacional”.
El Pontífice llega a una región fundamental en la historia del cristianismo, pero ya muy lejana en el tiempo, y todo lo que dice para la Iglesia católica resuena con profundos significados históricos. Aquí predicaron la mitad de los apóstoles y también San Pablo, que escribía sus cartas a esas primeras comunidades que precisamente aquí, en Antioquía, recibieron por primera vez el nombre de “cristianos”.
Es una zona donde se celebraron los primeros ocho concilios, a partir del primero en Nicea, del que se cumplen 1.700 años y que es el motivo de la visita del Papa. Un país en el que hasta 1915, al inicio de la I Guerra Mundial y del derrumbe del imperio otomano, el 35% de la población era cristiana. Pero que hoy los católicos se han reducido al 0,04%, apenas 33.000 personas, según los datos de la Santa Sede, a los que hay sumar pequeñas comunidades ortodoxas.
Los católicos, además, están divididos en cuatro ritos diferentes, fascinantes vestigios de otro tiempo, pero a veces no muy bien avenidos: latinos, armenios, caldeos y siriacos. “Obviamente, no es un idilio (…) No faltan momentos de tensión”, admite este jueves en un artículo en el Osservatore Romano el vicario apostólico de Estambul, representante vaticano en país, Massimiliano Palinuro.
Se mantienen a duras penas, en un éxodo continuo, en una Turquía que se hizo moderna convirtiéndose en laica, pero que lleva dos décadas de deriva conservadora, autoritaria e islamista con Erdogan, primero como primer ministro y desde 2014 como presidente.
Es este el contexto en el que León XIV ha insistido en que en “el encuentro entre generaciones, tradiciones e ideas diferentes se forman las grandes civilizaciones, en las que el desarrollo y la sabiduría se van construyendo en unidad”. Y es aquí donde Prevost ve un papel para la religión que en su opinión puede ser útil: “Una sociedad como la turca, donde la religión tiene un papel visible, es fundamental honrar la dignidad y la libertad de todos los hijos de Dios: hombres y mujeres, compatriotas y extranjeros, pobres y ricos. Todos somos hijos de Dios y esto tiene consecuencias personales, sociales y políticas”.
Es decir, viene a concluir el Papa, que si uno es verdaderamente una persona de fe y preocupada por el bien común, esto solo puede redundar en un beneficio colectivo. “En la actualidad, esto supone un gran desafío que debe remodelar las políticas locales y las relaciones internacionales”, ha señalado, con un cierto optimismo que en Oriente Próximo es prácticamente ajeno a la política. Es más, León XIV ha reivindicado el multilateralismo y el derecho internacional, en “una fase de fuertes conflictos a nivel global, en la que prevalecen las estrategias de poder económico y militar”.
En cuanto a la situación interna en Turquía de los cristianos, como minoría religiosa, León XIV ha asegurado a Erdogan que “son y se sienten parte de la identidad turca, (…) quieren contribuir positivamente a la unidad de su país”. El líder turco ha puesto de su parte en esta visita. Ha facilitado los actos en Iznik, la antigua Nicea, y ha creado un parque arqueológico para destacar el valor histórico del enclave como meta turística. Además, el Estado turco ha corrido con los gastos de la misa del sábado, en un pabellón deportivo de Estambul.
En cualquier caso, una de las grandes asignaturas pendientes de Turquía en cuanto a tolerancia religiosa es la reapertura de la histórica escuela teológica de Halki, cerrada en 1971, uno de los principales seminarios de los ortodoxos griegos, dentro de décadas de tensiones con el Gobierno de Atenas. Cuando Erdogan visitó la Casa Blanca el pasado mes de septiembre, Donald Trump le sacó el tema, y desde hace tiempo se habla de que quizá ha llegado el momento de que Turquía acepte reabrirla. “Haré lo que corresponda”, respondió Erdogan en Washington.