Dos miembros de la Guardia Nacional, heridos de gravedad en un tiroteo cerca de la Casa Blanca
El gobernador de Virginia Occidental confirmó el fallecimiento de los soldados y luego se desdijo. Un sospechoso está detenido y en estado crítico
Dos militares, miembros de la Guardia Nacional, resultaron este miércoles heridos de gravedad en un tiroteo a la puerta de la estación de Farragut West, una de las más transitadas del centro de Washington. Situada en el cruce de las calles 17 e I, se encuentra a menos 500 metros de la Casa Blanca, en una zona frecuentada por turistas y funcionarios gubernamentales.
La noticia del tiroteo, que, según la alcaldesa de la ciudad, Muriel Bowser, fue un ataque intencionado, la confirmó en X la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem. Patrick Morrissey, gobernador de Virginia Occidental, anunció erróneamente algo más de una hora después la muerte de los dos soldados, a los que los disparos pillaron por sorpresa. Según el director del FBI, Kash Patel, fueron víctimas de una “emboscada”.
No pudo confirmarse si ambos eran miembros de la Guardia Nacional de Virginia Occidental, y si, por lo tanto, estaban en la capital como parte del despliegue ordenado por el Gobierno estadounidense, como dio a entender Morrissey. Este tuvo que desdecirse al poco de anunciar el fallecimiento de los militares. Bowser confirmó en una comparecencia ante los medios a eso de las 17:00 que las víctimas seguían en estado crítico.
Las autoridades detuvieron a un sospechoso, después de que otros agentes presentes en el momento del ataque, que se produjo en torno a las 14:15, a plena luz del día, lo neutralizaran. El atacante está también gravemente herido e ingresado en un hospital de la ciudad. Actuó con rapidez e iba sin identificar, según el FBI. No está cooperando con las autoridades, y no consta de momento que hubiera más personas implicadas en su plan.
Faltaban veinte minutos para las 15:00 (hora local) cuando el ruido las sirenas de decenas de coches de policía tomó las calles el centro de la capital estadounidense, tranquilas a esas horas, aún más este miércoles, víspera del festivo de Acción de Gracias.
Trump no estaba en la ciudad en el momento del tiroteo. El presidente de Estados Unidos viajó el martes por la noche a su residencia de Mar-a-Lago, en West Palm Beach (Florida) para pasar allí el largo fin de semana de Thanksgiving, que se celebra este jueves, el cuarto de noviembre, en todo el país.
“El animal que disparó a los dos guardias nacionales, ambos gravemente heridos y ahora en hospitales separados, también está gravemente herido, pero, a pesar de todo, pagará un precio muy alto”, escribió Trump en su red social, Truth, antes de que el gobernador Morrissey diera la noticia de la muerte, de la que tuvo que dar macha atrás. “Que Dios bendiga a nuestra Gran Guardia Nacional y a todas nuestras Fuerzas Armadas y del Orden. Son personas verdaderamente extraordinarias. Yo, como presidente de los Estados Unidos, y todos los asociados con la Oficina de la Presidencia, ¡estoy con ustedes!“.
Una hora y media después, Trump reapareció en Truth para intervenir en las próximas elecciones en Honduras y dar su apoyo al candidato de la derecha, Tito Asfura. Al rato, reposteó una encuesta favorable a su popularidad como inquilino de la Casa Blanca.
El vicepresidente de Estados Unidos, J. D. Vance, pidió en una comparecencia ante los medios en Kentucky, donde se hallaba de visita, que “cualquiera que se considere una persona de fe rece” por las víctimas.
La Casa Blanca se puso inmediatamente en estado de alerta, y tanto la entrada como la salida de personas quedó interrumpida momentáneamente. La secretaria de prensa Karoline Leavitt dijo que Trump había sido informado de la “trágica situación”.
La zona del ataque se llenó inmediatamente de agentes de los varios cuerpos que patrullan desde hace semanas la ciudad. Ya eran en torno a un centenar de uniformados poco antes de las 15:30, a los que se sumaron decenas de periodistas y un buen montón de curiosos. Un helicóptero sobrevolaba insistentemente la zona.
Eiden, un ciudadano estadounidense de 28 años y su esposa, Gala, española de Barcelona, estaban de compras cuando se produjo el suceso. “Parecían fuegos artificiales y como es una fecha festiva no pensé que fuera nada. Después me di cuenta de que sí lo era. Tuve miedo; parecía una película”, dijo ella. Su marido declaró: “Quiero creer que era un loco y que no quería matar a esos guardias. Lo contrario sería mucho más peligroso y desestabilizador para el país”.
La Guardia Nacional está desplegada desde agosto pasado en la ciudad por orden de Trump, que mandó las tropas para combatir la delincuencia, pese a que sus cifras son las más bajas en 30 años. También, para colaborar en las redadas contra inmigrantes.
El primer contingente desplegado en la capital fue de 800 soldados de la Guardia Nacional, reforzados después por contingentes de ocho Estados de mayoría republicana, como Virginia Occidental. El Pentágono los autorizó a portar armas en la ciudad. La cifra aumentó con las semanas hasta los 2.300 efectivos.
El secretario de Defensa, Pete Hegseth, dijo este miércoles que el presidente había ordenado el despliegue de 500 tropas más en Washington, en respuesta al tiroteo.