El Gobierno de Starmer reclama unidad para sofocar una revuelta interna ante la presentación de los Presupuestos
La ministra de Economía tiene previsto anunciar este miércoles un paquete de subida de impuestos que amenaza con no contentar a los mercados
La ministra de Economía del Reino Unido, Rachel Reeves, ha lanzado un grito de ayuda a los diputados laboristas del grupo parlamentario que sostiene al Gobierno. Este lunes les reunió para reclamar unidad y apoyo a la hora de defender ...
La ministra de Economía del Reino Unido, Rachel Reeves, ha lanzado un grito de ayuda a los diputados laboristas del grupo parlamentario que sostiene al Gobierno. Este lunes les reunió para reclamar unidad y apoyo a la hora de defender unos Presupuestos que pueden hacer tambalear a Downing Street.
El primer ministro, Keir Starmer, se abrazó desde el principio de su andadura política a la ortodoxia fiscal de su ministra, formada en el departamento de Análisis del Banco de Inglaterra. Ese rigor, que ha venido salpicado de bandazos inexplicables y de malestar entre los diputados laboristas y los empresarios, se pondrá de nuevo a prueba este miércoles, con la presentación de unas cuentas públicas que han logrado poner nerviosos a los mercados antes de conocerlos en detalle, y que para muchos analistas van a suponer una piedra de toque sobre el futuro del actual Gobierno laborista. Una reacción adversa, similar a la que en su día provocó la ex primera ministra conservadora Liz Truss con sus Presupuestos, sería letal para Starmer.
Reeves impuso desde el primer minuto de su mandato unas reglas de equilibrio presupuestario que nadie le había reclamado, pero que el equipo laborista consideraba imprescindibles para reducir el agujero fiscal de más de 22.000 millones de euros heredado de anteriores gobiernos conservadores.
Sin embargo, todas las medidas económicas aprobadas hasta ahora en busca de ese equilibrio han supuesto un quebradero de cabeza político para la ministra y su jefe, que han visto cómo su popularidad caía por los suelos.
La subida de las cotizaciones sociales que pagan los empresarios fue ampliamente contestada por el sector privado. Los recortes sociales —como la supresión de las subvenciones a los pensionistas de las facturas de electricidad y gas o la eliminación de ayudas a la discapacidad laboral— pusieron en pie de guerra a un amplio grupo de diputados laboristas.
Reeves tuvo que a dar marcha atrás a muchas de esas decisiones. Su futuro político fue puesto en duda, e incluso protagonizó una tormentosa sesión parlamentaria en la que las cámaras grabaron las lágrimas de la ministra, presionada por los suyos y por la bancada de la oposición.
En una decisión política de la que aún puede arrepentirse, Starmer se vio obligado a expresar públicamente su apoyo a su mano derecha y comprometerse a mantenerla en su puesto hasta el final del mandato.
Giros en el Presupuesto
El Partido Laborista se comprometió en su programa electoral, hace ahora 16 meses, a no subir el impuesto sobre la renta. Sin embargo, la necesidad de enderezar unas cuentas que se resisten llevó a Reeves a preparar a los mercados y a los votantes en las últimas semanas para un posible giro y una subida fiscal.
Hasta la semana pasada. Al anticipar una revuelta de los diputados que hubiera sido la puntilla de Starmer, que vive con la constante amenaza de una rebelión interna que le descabalgue del puesto de primer ministro, el Gobierno lanzó la idea de que finalmente no tocaría esa figura fiscal. Intentaría recaudar los miles de millones que necesita a través de otros retoques.
Los mercados castigaron entonces con dureza esta incertidumbre, con un descenso de los bonos del Tesoro y de la libra esterlina. Y se disponen a hacerlo de nuevo este miércoles si no les resultan convincentes las medidas que se dispone a anunciar Reeves.
El equipo de la ministra ha diseñado un conjunto de remedios que permitirán incrementar la recaudación en al menos 10.000 millones de libras (unos 11.400 millones de euros). Incluyen la congelación, al menos durante dos años, de los umbrales a partir de los cuales se eleva el tramo fiscal en el impuesto sobre la renta. Es un modo de generar ingresos en una economía donde la elevada inflación se traduce en salarios más altos.
Según las informaciones que han trascendido, Reeves elevará además el impuesto sobre bienes inmuebles de las viviendas cuyo valor supere los dos millones de libras (unos 2,28 millones de euros), un movimiento que los medios han bautizado ya como “el impuesto de las mansiones”.
El ministerio también ha filtrado la idea de que podría acabar con gran parte de la exención fiscal de la que disfrutan hoy la mayoría de los trabajadores británicos que dedican parte de su salario a un fondo privado de pensiones. Hasta ahora, no tenían que pagar cotización social por esa cantidad apartada.
Finalmente, el equipo de Reeves ha sugerido que podría incrementar los impuestos con que grava los vehículos eléctricos y las bebidas azucaradas.
A cambio de todo esto, la ministra lanzaría algunos guiños sociales a la izquierda de su partido, como la eliminación del tope de dos hijos a la hora de reclamar ayudas sociales. El actual Gobierno de Starmer mantuvo, por conveniencia fiscal, una decisión de anteriores ejecutivos conservadores que concentraba las protestas de los progresistas británicos.
Mientras Reeves dé a conocer los detalles de sus Presupuestos, la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria, que ya dispone de la información, dará a conocer su veredicto sobre el rigor y la credibilidad de las cuentas. De ese anuncio dependerá en gran medida la reacción de unos mercados que hoy permanecen inquietos y a la expectativa.
Y, junto a esa reacción financiera, Starmer deberá vigilar la política. Si las medidas sociales no convencen a unos diputados laboristas que se muestran ansiosos antes la impopularidad de su partido y de su líder, volverán a sonar tambores de guerra internos en la izquierda británica.