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Hamás rechaza desarmarse sin un Estado palestino y deja en el aire la resolución de la ONU que legitima el plan de Trump para Gaza

Netanyahu “aplaude” un dictamen “que llevará a la paz” y la Autoridad Palestina da la bienvenida a un proyecto que le otorgaría el control de la Franja en un futuro indeterminado

La milicia palestina Hamás, con decenas de miles de combatientes armados en Gaza, ha rechazado de pleno la resolución de las Naciones Unidas que la noche del lunes otorgó un mandato al plan de EE UU para estabilizar un alto el fuego en la Franja. La negativa de la organización, q...

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La milicia palestina Hamás, con decenas de miles de combatientes armados en Gaza, ha rechazado de pleno la resolución de las Naciones Unidas que la noche del lunes otorgó un mandato al plan de EE UU para estabilizar un alto el fuego en la Franja. La negativa de la organización, que ha anunciado en un comunicado que no se desarmará mientras no exista un proceso hacia la creación de un Estado palestino del que no encuentra garantías en el texto de la resolución, deja en el aire un proyecto cuya aprobación en el Consejo de Seguridad supone un triunfo para la Administración de Donald Trump.

La oposición de los combatientes gazatíes contrasta con la satisfacción que han expresado los otros dos actores directamente implicados por el dictamen. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, que no se ha pronunciado hasta este martes, ha “aplaudido” una resolución “que llevará a la paz y a la prosperidad porque insiste en el completo desarme y desradicalización de Gaza”, ha escrito en la red social X.

La Autoridad Palestina, que gobierna parte de Cisjordania ―otro territorio palestino ocupado por Israel y desvinculado territorialmente de la Franja―, dio la bienvenida a la medida el mismo lunes por la noche al interpretar que afirma “el derecho a la autodeterminación de los palestinos” y llamó a su implementación “inmediata”. Está, dijo, “preparada” para cooperar. Aunque lo hace de manera indeterminada, y sin plazos ni garantías, el plan indica que la Autoridad Palestina asumirá el control del enclave en el futuro.

Los trece votos a favor sin ningún voto en contra que la propuesta de resolución recibió el lunes dan legitimidad legal a la segunda fase de la hoja de ruta de Trump, que entre otras cosas llama al desarme de Hamás, al despliegue de una Fuerza de Estabilización Internacional (ISF, por sus siglas en inglés) y a la aparición de un modelo de gobernanza “transitorio” ―dos años― liderado por Trump.

La primera fase, que consistía en frenar las hostilidades y liberar a los cautivos a cambio de la reanudación del flujo humanitario, entró en vigor el 10 de octubre y su firma fue celebrada en una cumbre alrededor de la figura del estadounidense con decenas de líderes mundiales en Sharm el Sheij (Egipto), donde el mandatario afirmó haber puesto fin a 3.000 años de conflicto.

Sin embargo, la resolución evita dar detalles sobre quién y cómo debe afrontar la patata caliente de desarmar a Hamás, dejando desatendido el choque irreconciliable que ha impedido un acuerdo de tregua permanente desde el inicio de la guerra entre Israel ―que exige el desarme de la milicia― y los combatientes palestinos ―que exigen, para ello, una vía creíble hacia un Estado palestino, algo que el Gobierno israelí descarta―.

“La resolución incumple con los derechos políticos del pueblo palestino”, protesta Hamás en una nota difundida tras la aprobación de la resolución. El grupo denuncia que el texto “impone” una “tutela internacional” que “el pueblo y las facciones de Gaza rechazan”, y señala que el plan impulsa “los objetivos” de Israel al otorgar a la ISF el papel “de desarmar a la resistencia”. Hamás considera que ese elemento convierte la misión en “una parte del conflicto a favor de la ocupación”.

“Resistir la ocupación mediante todos los medios es un derecho legítimo garantizado por las leyes y las convenciones internacionales”, concluye el mensaje de Hamás. “[El desarme] debe ir conectado a un proceso político que asegure el establecimiento de un Estado palestino”.

Un proyecto con rendijas

La aprobación de la resolución impulsa el avance de la tregua temporal hacia un Estado permanente. Pero lo visualizado en el papel tiene importantes retos pendientes. El rechazo de Hamás a entregar su arsenal en las condiciones previstas en el texto podría desanimar a los países candidatos a engrosar la ISF. La resolución contempla que ese cuerpo coopere “con Egipto e Israel” y que, entre otras, asuma la tarea de “garantizar el proceso de desmilitarización de la Franja” y de desarmar a “los grupos armados no estatales”.

El lenguaje empleado no detalla qué grado de responsabilidad tendría la ISF en el conjunto de acciones que deben llevar al desarme de Hamás, pero indica que la misión iría más allá del mantenimiento de la paz, algo que varios países candidatos ―especialmente árabes, como Jordania― ven como una línea roja.

Aunque un soldado extranjero llegue a poner un pie en Gaza con el logo de la ISF, la resolución mantiene una serie de rendijas que podrían congelar Gaza en un estado intermedio del plan, sin llegar a desarrollarse ni a quitarse de encima la presencia israelí o internacional.

El punto 2 del veredicto describe la Junta de la Paz presidida por Trump como “una administración transitoria” que mantendrá el control del enclave hasta que la Autoridad Palestina complete unas reformas no detalladas, aunque se haga referencia a una propuesta de Arabia Saudí y Francia que emplazaba ese ente a democratizarse. El plan vincula la finalización de ese proceso de manera “fiel” (sin especificar con fidelidad a qué) con la hipotética existencia de un futuro “camino hacia la autodeterminación palestina”.

Tampoco queda claro bajo qué términos el ejército israelí se retirará de Gaza. Según el punto 7, las tropas retrocederán a medida que la ISF establezca el control del territorio “conforme a estándares, hitos y plazos” aún inexistentes. Ese punto protege la permanencia de la ocupación israelí con una última laguna, al legitimarla hasta que Gaza “esté protegida del resurgimiento de la amenaza terrorista”, un elemento que Israel, como en Líbano, podría interpretar para seguir actuando militarmente.

Los gazatíes han reaccionado este martes al espaldarazo del Consejo de Seguridad al alto el fuego impulsado por Trump con una mezcla entre el escepticismo y la completa desconfianza. Así lo indican las informaciones periodísticas surgidas desde el interior del enclave y las entrevistas que EL PAÍS ha realizado por teléfono con dos gazatíes durante el martes.

Alaa Sbaih, mujer de 25 años desplazada en Ciudad de Gaza, cree que los Estados que impulsan el plan no tienen en cuenta las necesidades, la voluntad y los intereses de los gazatíes, y advierte que ni Estados Unidos ni Israel “pueden erradicar el espíritu de la resistencia de este pueblo que sufre”. Hassan Abu Qamar, residente de 18 años en el campo de refugiados de Nuseirat (centro del enclave), desconoce en qué modo esa resolución “puede influir en nuestra vida en Gaza”.

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