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El Kremlin toma el control absoluto sobre internet en Rusia

El organismo que vigila la red rusa, Roskomnadzor, recibe plenos poderes para aislar al país del resto del mundo a partir del 1 de marzo de 2026

El Gobierno ruso podrá bloquear la conexión a internet de sus ciudadanos con el resto del mundo a partir del próximo 1 de marzo, sin que ningún resquicio legal lo impida. El Ejecutivo ha promulgado una normativa, la resolución 1667, que concede plenos poderes al organismo vigilante de las telecomunicaciones, Roskomnadzor, para controlar todo el tráfico en la red rusa y dejar a su absoluta merced a las operadoras. Detrás de esta entidad no habrá ningún tribunal, sino los agentes del Servicio Federal de Seguridad (FSB), el antiguo KGB, y la ley no menciona en ningún momento la protección de los ...

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El Gobierno ruso podrá bloquear la conexión a internet de sus ciudadanos con el resto del mundo a partir del próximo 1 de marzo, sin que ningún resquicio legal lo impida. El Ejecutivo ha promulgado una normativa, la resolución 1667, que concede plenos poderes al organismo vigilante de las telecomunicaciones, Roskomnadzor, para controlar todo el tráfico en la red rusa y dejar a su absoluta merced a las operadoras. Detrás de esta entidad no habrá ningún tribunal, sino los agentes del Servicio Federal de Seguridad (FSB), el antiguo KGB, y la ley no menciona en ningún momento la protección de los derechos fundamentales de los ciudadanos.

Internet nació y creció por todo el mundo con la premisa de ser una red global descentralizada y ajena al control de los gobiernos. Con esta nueva norma, el Kremlin someterá todo el tráfico que pasa por su territorio a una “gestión centralizada” por el omnipresente Estado ruso.

El documento faculta a Roskomnadzor a hacer frente a todas las supuestas “amenazas” que se ciernan sobre Runet, como se conoce la parte rusa de internet. Este organismo consultará sus decisiones con el FSB y con el ministerio que supervisa los medios de comunicación, y tendrá vía libre para dar órdenes a las empresas de telecomunicaciones y regular el tráfico de internet.

La resolución 1667 reviste de legalidad la censura que ya ha estado aplicando el Kremlin sobre internet, y abre la puerta al bloqueo completo de la red. Desde que Moscú emprendió la guerra total sobre Ucrania, en febrero de 2022, el Gobierno ruso ha bloqueado miles de páginas web —incluidas las de decenas de periódicos, entre ellos EL PAÍS—; ha ralentizado YouTube hasta ser inviable ver un vídeo; ha bloqueado las llamadas por servicios de mensajería como WhatsApp; y ha ordenado que todos los creadores de canales de Telegram instalen un software del Gobierno que le permite recopilar la información de sus suscriptores.

La nueva medida coincide con otra pinza a la libertad de información en el país. El Gobierno ha obligado a las compañías de telecomunicaciones a bloquear el roaming y los mensajes SMS llegados desde el extranjero. Asimismo, el Kremlin ha experimentado con el bloqueo temporal de internet en algunas regiones estos últimos meses, con la excusa de hacer frente a supuestos ataques de drones y sabotajes.

Roskomnadzor actuaba hasta ahora en un vacío legal en el que alteraba el tráfico de internet mientras las compañías operadoras miraban a otro lado con el uso de redes VPN para sortear la censura y se inventaban servicios alternativos para dar acceso a sus clientes a YouTube y a las llamadas bloqueadas. A partir de ahora, Roskomnadzor tendrá el control total y las telecos solo podrán interponer sus quejas ante una comisión estatal controlada por el FSB.

La nueva normativa prevé perseguir presuntas amenazas como “el acceso [de los ciudadanos] a recursos restringidos por la legislación rusa”. El Kremlin aprobó en agosto otra ley que castiga como delito la lectura en internet de información relacionada con todo aquello que el putinismo ha declarado extremista. Esta lista abarca desde el contenido LGTB a organizaciones no gubernamentales como Greenpeace y opositores como el fallecido Alexéi Navalni.

De hecho, la pasada semana arrancó el primer juicio conocido bajo esta ley. La policía rusa acusó a un joven de 20 años de la región de Sverdlovsk de haber mirado noticias sobre dos agrupaciones militares que luchan en el bando ucranio y han sido declaradas extremistas por el Kremlin: el Cuerpo de Voluntarios Rusos y la Brigada Azov. Su abogado arguyó que el joven accedió a estas informaciones de forma casual y denunció que su operadora avisó a las fuerzas de seguridad.

El control estatal de internet preocupa no solo a la oposición demócrata rusa, sino también a los sectores más ultras. “Todas estas medidas facilitan las cosas a las autoridades en un clima de represión total de cualquier posible disidencia”, denuncia en Telegram el grupo de apoyo al militar ultranacionalista Ígor Girkin, hoy encarcelado por sus críticas al Kremlin.

“Es una de las metamorfosis más interesantes de nuestro tiempo cómo este organismo supervisor ha asumido un papel hegemónico sobre los últimos vestigios de la libertad de información ante nuestros propios ojos”, agrega.

“Es como en la película Demolition Man”, denuncia otro canal de Telegram vinculado a las fuerzas aéreas rusas, FighterBomber. “¡Maldita sea!, cómo me compadezco de nuestros descendientes que no vivirán aquel internet libre, salvaje, a veces delictivo, franco, abierto e infinito. Donde se podía decir cualquier cosa a cualquiera en cualquier país [...] y no te metían en la cárcel. Los únicos censores eran tu educación y tu conciencia”, lamenta.

Incluso el centro de sondeos del Kremlin, VTSIOM, ha advertido del surgimiento de “burbujas informativas” en el país debido a la división generacional de los rusos ante la censura digital. Según una encuesta reciente, un 22% de los ciudadanos apoya el uso de herramientas para eludir el bloqueo, alcanzando este porcentaje casi el 40% entre las generaciones nacidas desde los años noventa.

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