Mohamed el Kurd, escritor palestino: “El racismo antipalestino está normalizado en Occidente”
Miembro de una de las familias históricas de Sheij Yarrah, distrito símbolo de la resistencia palestina en Jerusalén Este, el también periodista defiende que la guerra en Gaza es otro intento de Israel de destruir la identidad de su pueblo
El nombre de Mohamed el Kurd aparece en las crónicas escritas hace casi un lustro sobre la resistencia de los palestinos de Sheij Yarrah, donde nació, uno de los barrios históricos de Jerusalén Este. Entonces con 23 años, este joven de la familia El Kurd, de largo linaje en este distrito jerosolimitano, fue detenido por el e...
El nombre de Mohamed el Kurd aparece en las crónicas escritas hace casi un lustro sobre la resistencia de los palestinos de Sheij Yarrah, donde nació, uno de los barrios históricos de Jerusalén Este. Entonces con 23 años, este joven de la familia El Kurd, de largo linaje en este distrito jerosolimitano, fue detenido por el ejército israelí junto a su hermana gemela, Muna, por rebelarse contra los intentos de expulsión de los palestinos por colonos judíos. Sheij Yarrah se convirtió en uno de los símbolos de la resistencia palestina a la política de asentamientos judíos promovida por el ala dura de tantos gobiernos israelíes.
Mohamed el Kurd, escritor y periodista de 27 años, reside en Nueva York. Nada le gustaría más, dice, que regresar a Jerusalén. Se mesa el pelo mientras conversa, en una entrevista por videoconferencia el pasado jueves; mueve las manos con pasión. El Kurd publica Víctimas perfectas (Capitán Swing), un libro en el que aborda, con tono satírico en ocasiones —el título, por ejemplo—, las raíces de la “deshumanización” del pueblo palestino, una realidad in crescendo tras la barbarie israelí en Gaza. “Lo que a otros convierte en héroes, a nosotros nos convierte en criminales”, escribe en una de sus páginas.
Pregunta. Dice que los palestinos se han convertido en víctimas perfectas. ¿A qué se refiere?
Respuesta. Es casi un guiño satírico a las exigencias al pueblo palestino. Se nos exige ser educados en nuestro sufrimiento, generosos, extremadamente indulgentes, casi angelicales y sobrehumanos. Se espera que resistamos la peor opresión y las peores atrocidades, y que pongamos la otra mejilla. Y cuando no lo hacemos, se dice, mediante políticas, procedimientos y retóricas, que merecemos la muerte, la condena. Es básicamente una crítica a lo que el mundo exige de los palestinos.
P. ¿Víctimas más perfectas en el actual proceso de paz en Gaza?
R. Sí, la exigencia de que los palestinos se desarmen para recibir la paz es parte de ello. Que acepten el papel de un forastero lo es. También que se esté promocionando a[l ex primer ministro británico] Tony Blair como un posible gobernante de la Franja. Los medios de comunicación, tanto bienintencionados como malintencionados, envalentonan y refuerzan esos estereotipos. Los medios racistas nos retratan como terroristas musulmanes enojados, y los bienintencionados, como víctimas indefensas que nunca han hecho nada malo y no quieren que nadie les haga daño. Ambas cosas son inexactas.
P. Menciona a medios bienintencionados, ¿por qué dice que tratan de un modo inapropiado al pueblo palestino?
R. Es miedo. El racismo antipalestino, como una subsección de la islamofobia y el racismo antiárabe, está muy normalizado en Europa y en Occidente. Mimamos a los sionistas, tratamos al sionismo como un movimiento sagrado, cuando en realidad es violento y letal, similar a cualquier otro movimiento extremista de la historia. Existe un gran temor a ser visto como antisemita o promotor del antisemitismo. La gente está dispuesta a excusar, justificar o hacer la vista gorda ante el genocidio solo para que no se les acuse de tener un sentimiento equivocado. Se supone que se debe priorizar la violencia material sobre la semántica.
No tengo ningún problema con que se hable de Palestina a través de voces judías o israelíes. Sí tengo un problema con que se haga solo porque son israelíes desde una perspectiva identitaria. Refuerza esta dinámica de poder donde las voces israelíes y judías son más creíbles que las palestinas.
P. ¿Es el lenguaje un arma poderosa en el conflicto?
R. No se trata del lenguaje, sino de quién tiene los medios para difundirlo. El lenguaje, en última instancia, es como tú. Te conviertes en las historias que te cuentan, te las crees, las adoptas. Por eso la propaganda es tan poderosa, es simplista, repetible fácilmente por un experto, un científico o una persona que no tiene nada que ver con la política. Antes de la creación de Israel, los sionistas realizaban giras de conferencias por Estados Unidos. El sionismo creció a través de la literatura, creando una infraestructura que permite que su idioma llegue al mundo. Ahora están triplicando sus presupuestos de propaganda porque se dieron cuenta de que perdieron la guerra narrativa.
Pero no se puede eclipsar o derrotar con las palabras del Estado [israelí] la proliferación diaria de imágenes de masacres en Gaza. Para los palestinos, en muchas ocasiones, es la única arma que hemos tenido. Creo que la gente entiende que los palestinos son las víctimas y los israelíes los perpetradores.
P. Pero hablar incluso de la resistencia de los palestinos es, tras estos dos últimos años de guerra, más inusual.
R. Alguien podría argumentar que no ha sido efectiva, no por la incompetencia de las facciones de la resistencia, sino porque es David contra Goliat, porque los israelíes son un ejército, un poder militar, y es muy difícil para una milicia enfrentarse a ellos. El problema es que no hay espacio para ningún tipo de conversación matizada sobre la resistencia en Occidente debido al statu quo. No se trata de si la resistencia es viable o no, efectiva o ineficaz. El statu quo es simplemente que la resistencia es mala, sacrílega, ilegal, inmoral, condenable, terrorista. La idea fundamental debería ser que los palestinos tienen el derecho indiscutible de resistir a sus opresores.
P. ¿Cómo han afectado esta guerra a la identidad palestina?
R. El genocidio fue un intento de destruir la identidad palestina. Cada paso que los diseñadores del proyecto han dado se hizo, ante todo, con el propósito de destruir la identidad palestina. El sionismo no puede coexistir con nada. La destrucción de aldeas palestinas en 1948 y antes; los asentamientos que han convertido Cisjordania en pequeñas islas remotas inaccesibles entre sí; la destrucción de universidades, centros culturales, mezquitas y museos en Gaza; los ataques a neurocientíficos, médicos, profesores y catedráticos, o el plan de paz de Trump, todo forma parte de la destrucción lenta y progresiva de la existencia palestina en Palestina.
P. Critica en su ensayo a Occidente y su papel en la deshumanización de los palestinos. ¿Qué papel tienen en esto los países árabes de la región?
R. Se puede incluir a algunos países árabes en este Occidente. Se debería definir el mundo, los polos del mundo, por su servicio a los intereses estratégicos del imperio, ya sea Estados Unidos, el Reino Unido o cualquier otro. Durante mucho tiempo en el mundo árabe, los regímenes árabes han compartido cama discretamente con el Gobierno israelí, en connivencia con él; han tenido planes de paz con él, y aun así han usado Palestina como un peón para controlar sus naciones. Hemos llegado a un punto diferente: hay una demonización activa y explícita del pueblo palestino en algunos países árabes. Es alarmante porque nos dice que estos regímenes han alcanzado un nivel de autoritarismo por el que ya no necesitan peones para controlar a sus poblaciones. No necesitan a Palestina como espantapájaros.
P. ¿Qué tipo de Estado imagina cuando regrese a Jerusalén?
R. Uno con derechos humanos plenos: que haya libertad de movimiento; que cada criminal sea juzgado por sus crímenes; que a los refugiados se les permita regresar; que los recursos que les han sido robados a los palestinos se redistribuyan; que la tierra regrese a sus legítimos dueños. Cuando estos pilares se establezcan, podremos entrar en un Estado único, y creo en él. Lo hemos visto en otros contextos coloniales. Israel no es una anomalía y los palestinos no son una excepción. Reaccionamos como los seres humanos han reaccionado históricamente, como en Argelia, donde se decía que era imposible, o Sudáfrica.