Las muertes de mujeres y niños en conflictos se multiplican por cuatro en dos años
Un informe de la ONU denuncia que la violencia contra la población femenina en contextos bélicos se recrudece mientras los procesos de paz las excluyen
Cuando Khadija (nombre ficticio por motivos de seguridad) estaba embarazada de ocho meses, surgieron complicaciones que hicieron que necesitase una cesárea. Su médico en Jartum, la capital de Sudán, país sumido en una cruenta guerra civil desde abril de 2023, la atendió en su propia casa en vez del hospital porque los secuestros de personal sanitario para pedir rescate son habituales. “Trabajaba de forma clandestina. La cirugía fue complicada, perdí mucha sangre y sufrí una hemorr...
Cuando Khadija (nombre ficticio por motivos de seguridad) estaba embarazada de ocho meses, surgieron complicaciones que hicieron que necesitase una cesárea. Su médico en Jartum, la capital de Sudán, país sumido en una cruenta guerra civil desde abril de 2023, la atendió en su propia casa en vez del hospital porque los secuestros de personal sanitario para pedir rescate son habituales. “Trabajaba de forma clandestina. La cirugía fue complicada, perdí mucha sangre y sufrí una hemorragia interna. Mi hijo vivió menos de 24 horas”, recuerda la mujer, de 20 años y madre ya de cuatro criaturas, en un testimonio recogido por Médicos sin Fronteras.
La pérdida de Khadija es ejemplo del desproporcionado y específico impacto de las guerras en la vida de las mujeres que denuncia el informe anual de ONU Mujeres sobre la materia, publicado este lunes. Y el mundo enfrenta hoy, según el organismo, el mayor número de conflictos activos ―61, según sus criterios― desde 1946. “En 2024, 676 millones de mujeres vivían a menos de 50 kilómetros de un conflicto mortal, la cifra más alta desde la década de 1990″, anotan los autores.
Esta combinación de más guerras y más población femenina afectada resulta en un importante incremento de las muertes de mujeres y niños en conflictos: se han multiplicado por cuatro en los dos últimos años respecto a los dos precedentes, denuncia el texto. La Oficina de Derechos Humanos de la ONU, a cuyos datos remite el estudio, registró 21.480 mujeres y 16.690 niños víctimas mortales en conflictos en el bienio 2023-2024, frente a 6.002 y 3.819, respectivamente, en 2021-2022.
El 80% de esos menores muertos y el 70% de las mujeres fallecidas residían en la franja de Gaza. Allí, desde el comienzo de la ofensiva israelí en octubre de 2023, han muerto más de 67.000 civiles, de los que 33.000 son mujeres y niños, subraya Pablo Castillo, experto de ONU Mujeres, en una videollamada. “Y se estima que 16.000 han quedado viudas”. De mantenerse el débil alto el fuego entre Hamás e Israel, esos números dejarán de crecer y abultar la estadística, “pero la hambruna es muy profunda, hace falta mucha ayuda y va a llevar años revertir el daño”, prosigue.
En Ucrania, agrega el informe, las mujeres y las niñas representan el 31% del total de víctimas civiles.
“Las cifras espantosas del informe de este año solo confirman la tendencia a peor. En los últimos cinco años, estamos borrando el progreso de dos décadas en materia de derechos de las mujeres en contextos de conflicto”, lamenta Castillo.
Prácticamente todas las estadísticas que recoge el informe muestran un empeoramiento. En ese mismo periodo 2023-2024, la violencia sexual en contextos bélicos aumentó un 87%. Y en 2023, el 58% de las muertes maternas a nivel mundial, el 50% de los recién nacidos fallecidos y el 51% de los mortinatos se concentraron en 29 países en guerra, alerta el organismo.
Nasha (nombre supuesto), de 35 años, es una de las muchas pacientes que acudieron a los servicios de MSF para supervivientes de violencia sexual en Goma, capital de Kivu Norte, en República Democrática del Congo. “Una noche, a las diez y media de la noche, hombres armados irrumpieron [en el campamento de refugiados donde vive]. Me atacaron. Cuando mi esposo intentó protegerme, lo mataron a tiros”, recuerda en un relato recopilado por la ONG.
Excluidas de la paz
“Tenemos un récord de conflictos activos desde 1946, ¡y las seguimos excluyendo de la resolución!”, enfatiza Castillo. El informe denuncia que nueve de cada diez procesos de paz en 2024 excluyeron a mujeres negociadoras. También quedaron relegadas de las prioridades presupuestarias. “El gasto militar mundial alcanzó los 2,7 billones de dólares en 2024, mientras que menos del 0,4% de la ayuda en contextos de conflicto llegó a organizaciones de mujeres”, recalcan los autores.
El experto de ONU Mujeres no disimula su pesimismo al ser preguntado por la escasa atención que se presta a la mayoría de conflictos, siendo el de Gaza —actualmente en fase de alto al fuego— y Ucrania los que acaparan los focos. “No es un problema de atención, sino de que el sistema humanitario está en crisis de liquidez, está desbordado. No hay recursos”. Y las mujeres son las que lo pagan. “En Yemen, Haití, el Sahel, Myanmar…”, cita algunos de los conflictos invisibles del planeta.
Tampoco todas las violencias que sufren las mujeres en contextos bélicos son evidentes ni reconocidas. Y a menudo son olvidadas. Los desplazamientos, el hambre y la falta de acceso a la educación se ceban especialmente con ellas. “En Afganistán, más de un millón de niñas llevan cuatro años sin ir al colegio”, destaca Castillo. Y el matrimonio infantil se ha convertido en una espada de Damocles para las pequeñas que pueden acabar siendo obligadas a casarse con hombres mucho mayores que ellas.
A punto estuvo de pasar por ello la joven Farima, de 12 años. Abandonada por su madre tras la muerte del padre, fue criada por su cuñada y su tía, Bibi Hoor. Debido a sus dificultades económicas, la familia extensa quiso casarla a una edad temprana para obtener el dinero de la dote. Pero Latifa, una de las pocas trabajadoras sociales cualificadas que aún trabajan en Afganistán desde la llegada al poder de los talibanes, intervino para impedir el matrimonio. “A veces, cuando veo a niñas en condiciones muy críticas, realmente me dan ganas de llorar y no puedo controlarme”, dice en un testimonio difundido por Unicef, que apoya a esta profesional en su labor.
El trabajo diario de Latifa para proteger a las niñas en el oeste de Afganistán corre ahora el riesgo de desaparecer a causa de los recortes en la ayuda exterior. Debido a la caída de las ayudas, más de 200 espacios adaptados a los niños han cerrado en ese país solo en 2025, lamenta Unicef. “Muchas niñas como Farima corren el riesgo de perder una protección vital contra el daño y el abuso”, advierte la entidad. “El incremento del gasto militar y los ataques a la igualdad de género y el multilateralismo no traen seguridad. El mundo no es más seguro”, concluye el experto de ONU Mujeres.