Dimite el primer ministro de Francia, Sébastien Lecornu, un día después de anunciar su Gobierno
El jefe del Ejecutivo nombrado por Emmanuel Macron había recibido críticas por la formación de un Gabinete continuista y sin grandes novedades
El primer ministro de Francia, Sébastien Lecornu, ha presentado su dimisión este lunes al presidente del país, Emmanuel Macron. La renuncia llega solo algunas horas después de haber desvelado los nombres que compondrían su Gobierno. Es el jefe del Ejecutivo más breve de la historia de Francia (solo 27...
El primer ministro de Francia, Sébastien Lecornu, ha presentado su dimisión este lunes al presidente del país, Emmanuel Macron. La renuncia llega solo algunas horas después de haber desvelado los nombres que compondrían su Gobierno. Es el jefe del Ejecutivo más breve de la historia de Francia (solo 27 días) y ni siquiera ha llegado a terminar de entregar la lista de sus componentes. Lecornu ha renunciado a causa de la oposición política que ha generado su decisión de incluir en su nuevo equipo a viejos miembros de otros gobiernos de la era Macron, como el exministro de Economía Bruno Le Maire.
Lecornu ha encontrado desde el primer minuto de su fugaz mandato el rechazo de las filas de la oposición, pero también de sus hipotéticos socios, como el partido de Los Republicanos (conservador). El punto de no retorno se alcanzó el domingo por la noche, cuando Bruno Retailleau, líder de dicha formación, encabezó la revuelta del bloque común contra un gobierno dominado por figuras del macronismo y por partidarios de Macron. “La composición del gobierno no refleja la ruptura prometida”, advirtió. Su enfado se explicaba por el nombramiento sorpresa del exministro de Economía Bruno Le Maire (2017-2024) al Ministerio de Defensa. Le Maire es visto todavía como el símbolo del aumento de la deuda y del reciclaje de personalidades políticas criticadas por la opinión pública debido a su balance.
Esta circunstancia, sumada a la confirmación de los socialistas de que censurarían su Ejecutivo, ha empujado al brevísimo primer ministro a presentar su renuncia. Macron la ha aceptado.
El primer ministro dimisionario tomó la palabra desde el Palacio de Matignon pasadas las 10.45 para explicar que “ya no se daban las condiciones para gobernar por tres motivos”. Acusó a ciertos partidos políticos de “fingir no ver el cambio, la ruptura que suponía el hecho de no recurrir al artículo 49.3 [la norma que permite gobernar por decreto]”. Consideró que los partidos “siguen adoptando una postura como si todos tuvieran mayoría” en el Parlamento. Y afirmó que “la composición del Gobierno dentro del bloque común no ha sido fluida”.
“De ninguna manera debemos revivir aquí los malos momentos de la IV República”, señaló en referencia al periodo político en el que la fragmentación hizo imposible la gobernabilidad y obligó a una reforma constitucional que impulsó Charles De Gaulle para salir del atolladero. Fue en 1958, pero muchos evocan ahora ese momento como inspiración para la hoja de ruta de los próximos meses.
Lecornu, en cambio, cree que el problema no es de régimen, sino de voluntad política. “Bastaría poco para que pudiéramos lograrlo”, prosiguió, mientras pedía a los responsables políticos mostrar “humildad y quizás también un poco de renuncia de ciertos egos”. Lamentó también que haya “demasiadas líneas rojas” en la oposición. “Siempre hay que anteponer el país al partido”, dijo antes de criticar “los apetitos partidistas” que condujeron a su renuncia.
El primer ministro dimisionario tomó posesión el 10 de septiembre, tras caer su predecesor, François Bayrou, al perder una moción de confianza en la Asamblea por sus polémicos recortes presupuestarios. Al asumir el cargo, prometió una “ruptura” con el pasado. La decisión sume de nuevo a Francia en una crisis sin precedentes en la que no quedan muchas más salidas que una nueva disolución de la Asamblea Nacional y la convocatoria de elecciones legislativas apenas un año y medio después de las anteriores.
La situación actual es fruto de la última vez que Macron tomó esta decisión de forma precipitada y sin apenas consultar con sus asesores. Los comicios, celebrados en junio de 2024, arrojaron un resultado de fragmentación parlamentaria inédito del que el país y la clase política no ha sido capaz de salir durante un año, en el que ha habido ya tres primeros ministros distintos.
Sorprende enormemente la falta de previsión y acuerdo con los partidos después de un mes para diseñar la formación del nuevo Ejecutivo. Nadie se explica una decisión que, si bien precipita una muerte casi anunciada de su Gobierno, se ha tomado incluso antes de anunciar la otra mitad de ministros que lo compondrían.
Un equipo sin novedades
De los 18 ministros anunciados este domingo por el jefe de Gobierno dimisionario, 13 repetían. Permanecían los pesos pesados del antiguo Ejecutivo: Bruno Retailleau, presidente de Los Republicanos, al frente de Interior, y Gerald Darmanin, en Justicia. También seguía Rachida Dati en Cultura, Elisabeth Borne en Educación o Jean-Noël Barrot al frente de Exteriores. Todos miembros del Ejecutivo de Bayrou. La mayoría de ellos, de centroderecha.
Uno de los pocos cambios estaba en la cartera de Economía y Finanzas, uno de los ministerios sensibles. El elegido era Roland Lescure, exministro de Industria y que fue también vicepresidente en la Asamblea Nacional. Considerado del ala izquierda dentro del macronismo, estaba llamado a ser el tercer titular de finanzas que tiene el país en un año.
La reacción de los mercados financieros ha sido prácticamente inmediata. En la Bolsa de París, las caídas rondaban el 2% poco después de la apertura, tras confirmar que Macron aceptaba la renuncia de Lecornu, para luego quedar solo ligeramente por encima del 1%. Aún más fuerte era la respuesta en el mercado de deuda, donde la prima de riesgo francesa (el diferencial respecto al coste de financiación de Alemania) marcaba un nuevo máximo en lo que va de año. Los inversores castigan así la inestabilidad de la segunda mayor economía del euro y de la UE.
A la espera de Macron
La presión sobre el presidente, responsable a ojos de la opinión pública de la situación de bloqueo político, se intensificará en las próximas horas. Jean-Luc Mélenchon, líder de La Francia Insumisa (LFI, izquierda), ha vuelto a pedir su destitución. Una medida inédita en la historia de la V República, que precipitaría una convocatoria electoral en clave presidencial. El entorno de Macron y el propio jefe del Estado siempre han descartado esa posibilidad y emplazan a los franceses a los comicios previstos para la primavera de 2027.
El problema, sin embargo, es que ni siquiera una disolución parlamentaria y elecciones legislativas (las que configuran la Asamblea Nacional) pueden ahora mismo garantizar un escenario de estabilidad en Francia.
La idea de la dimisión ya no solo proviene de la ultraderecha de Marine Le Pen y de la Francia Insumisa de Mélenchon. El alcalde de Cannes, David Lisnard, de Los Republicanos, ha subrayado este lunes que es la única vía de salida. “Los intereses de Francia dictan que Emmanuel Macron programe su dimisión para preservar las instituciones y desbloquear una situación inevitable desde la absurda disolución. Él es el principal responsable de esta situación”, señaló.
Pocos minutos después de anunciar Lecornu la dimisión, el presidente del ultraderechista Reagrupamiento Nacional (RN), Jordan Bardella, mano derecha de Le Pen, invitó a Macron a disolver la Asamblea y a convocar elecciones. “Muy probablemente habrá una vuelta a las urnas en los próximos meses, y el Reagrupamiento Nacional estará listo para asumir sus responsabilidades”, señaló dando a entender la presumible victoria de la ultraderecha, hoy favorita en los sondeos.