Ir al contenido

El Gobierno Trump lanza una gran operación de redadas antiinmigrante en Chicago

El presidente de Estados Unidos amenaza a la ciudad desde hace semanas con desplegar la Guardia Nacional

Primero desplegó agentes federales y tropas en Los Ángeles. Después, en Washington DC. Ahora el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se prepara para —en sus palabras— “arreglar” Chicago, otra gran ciudad bajo gobierno demócrata, alcalde afroamericano y que se había declarado santuario para la inmigración. La medida, ha advertido el republicano, puede llegar “en el próximo día o dos”. Como anticipo, los agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), que ya habían reforzado su presencia en las cercanías de la metrópolis, han anunciado este lunes el inicio de una gran operación de redadas en sus calles para detener a migrantes irregulares.

La operación, apodada Midway Blitz, se ha anunciado casi en el mismo momento en el que el Tribunal Supremo daba un enorme espaldarazo a la agresiva política migratoria de Donald Trump, al permitir las agresivas redadas indiscriminadas del ICE en Los Ángeles. La decisión del Supremo cancelaba la prohibición de un tribunal inferior de que las “patrullas itinerantes” de la agencia migratoria realizaran arrestos indiscriminados en Los Ángeles. También prohibió interceptar a personas por motivos de raza, idioma, lugar de trabajo o por la ubicación en la que se encontraran.

Al anunciar la operación, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés) ha sostenido que el objetivo serán “los extranjeros ilegales delincuentes que han ido en masa a Chicago y su Estado, Illinois, porque saben que el gobernador (de Illinois), J. B. Pritzker, y sus políticas de santuario les protegerán y les permitirán circular libremente por las calles de Estados Unidos”. “El presidente Trump y la secretaria de Seguridad Nacional, Kristy Noem, tiene un mensaje claro: ninguna ciudad es un santuario para los extranjeros ilegales delincuentes”, ha declarado la número dos de ese ministerio, Tricia McLaughlin.

Pero los críticos de la medida -y otras similares en Boston (Massachusetts), donde decenas de personas han quedado detenidas este fin de semana, además de Los Ángeles y Washington- advierten que, en este tipo de redadas masivas no solo quedan detenidos aquellos con antecedentes policiales graves. También personas que no habían tenido ningún encontronazo previo con la ley.

Tras el anuncio del DHS, la duda es si el Gobierno estadounidense acabará también desplegando en Chicago la Guardia Nacional, como en Washington o Los Ángeles, y como Trump ha venido insinuando desde hace semanas para la Ciudad de los Vientos y otras ciudades demócratas, como Baltimore o Nueva Orleáns.

El ICE ya había establecido un centro de operaciones en la base militar de los Grandes Lagos, en las afueras de la metrópoli, y había reforzado sus efectivos con agentes llegados de otros Estados. Esas maniobras, y las amenazas de Trump, habían desatado las protestas del alcalde de Chicago, Brandon Johnson, y del gobernador de Illinois, J.B Pritzker.

El sábado, Trump había elevado aún más la tensión al publicar en su red social, Truth, un meme en el que se comparaba con Bill Kilgore, el personaje sediento de sangre que interpretaba Robert Duvall en la película “Apocalypsis Now”, de Martin Scorsese, y parecía amenazar con iniciar una guerra contra Chicago. La ciudad “está a punto de descubrir por qué hemos empezado a llamarlo el Departamento de Guerra”, publicaba. Mientras tanto, Pritzker le replicaba en redes sociales que el presidente “amenaza con ir a la guerra contra una ciudad estadounidense. No es una broma. Esto no es normal. (Trump) no es un autócrata, es un hombre asustado. Illinois no se dejará intimidar por un aspirante a dictador”.

Un día más tarde Trump parecía echarse atrás, al subrayar en declaraciones a la prensa, al regreso de su visita a Nueva York para presenciar la final del Open de tenis en la que se impuso el español Carlos Alcaraz, que “no vamos a ir a la guerra, vamos a limpiar las ciudades. Vamos a limpiarlas, para que no haya cinco asesinatos cada día. No es una guerra, es sentido común”. Pero, de nuevo, el lunes volvía a arremeter contra Chicago y sus autoridades, con el argumento de que esa ciudad -y otras bajo gobierno demócrata- se encuentran fuera de control y la violencia se ha apoderado de sus calles hasta tal punto que es imposible salir a la calle sin peligro.

“En las últimas semanas, cincuenta personas han sido asesinadas, y centenares han recibido disparos, se teme que muchos mueran. El gobernador Pritzker ha declarado que no quiere ayuda del Gobierno federal, ¿por qué? ¿Qué le pasa a este hombre?.. Quiero ayudar a la gente de Chicago, no hacerles daño. ¡Los únicos a los que se hará daño es a los criminales! Podemos movernos rápido y parar esta locura. La ciudad y el Estado no han sido capaces de hacer su trabajo”, escribía el inquilino de la Casa Blanca.

En sus argumentos para intervenir en esas ciudades, Trump recurre desde este fin de semana a un caso que se ha hecho viral en las redes estadounidenses en los últimos días: el asesinato, grabado en vídeo, de una joven inmigrante ucraniana en el metro de Charlotte, en Carolina del Norte, acuchillada por un asaltante afroamericano con problemas mentales.

La operación en Chicago también se lleva a cabo, según el Departamento de Seguridad Nacional, en homenaje a Katie Abraham, otra joven muerta, en este caso en Illinois y atropellada por un inmigrante irregular.

En el caso de la ciudad de los grandes lagos, la táctica empleada por el Gobierno estadounidense para aumentar la presencia federal es diferente de la que utilizó Trump el mes pasado en Washington. En parte, por la diferente situación legal de la capital estadounidense: es solo un distrito, y no forma parte de un Estado, que goza de mayores atribuciones. En un Estado, por ejemplo, la Guardia Nacional se encuentra habitualmente bajo el mando del gobernador. En el Distrito de Columbia, lo está directamente bajo el del presidente estadounidense.

Trump ordenó el 11 de agosto el despliegue de la Guardia Nacional en la capital y puso a la policía local bajo su mando directo; esta última orden solo puede estar en vigor un máximo de treinta días, un plazo que se cumple esta semana, a menos que el Congreso autorice una prórroga.

Pero en la estrategia en Chicago la diferencia también se debe a otro factor judicial. La semana pasada, un tribunal federal declaró ilegal el despliegue de la Guardia Nacional que Trump ordenó en Los Ángeles en junio para responder a las manifestaciones de protesta contra las redadas de inmigración en la ciudad. La instancia jurídica encontró que ese despliegue violaba la ley Posse Comitatus, que prohíbe a los militares estadounidenses participar en tareas policiales de mantenimiento de la seguridad.

Dado el anuncio del Departamento de Seguridad Nacional, la estrategia en Chicago parece seguir el modelo de Los Ángeles: primero, un refuerzo de la presencia de los agentes del ICE para llevar a cabo redadas drásticas contra la inmigración irregular. Después, si esas redadas generan disturbios -y si el Supremo revierte la decisión del tribunal inferior, o los abogados de la Casa Blanca concluyen que hay vías legales para hacerlo-, podría llegar el despliegue de tropas.

El domingo, en declaraciones televisadas, el responsable de la Casa Blanca para la frontera, Tom Homan, advertía a los activistas contra las operaciones del ICE que “irán a la cárcel” si sus protestas -Chicago volvió a vivir este sábado una nueva manifestación en sus calles contra la política migratoria de la Administración Trump- dejan de ser pacíficas.

Sobre la firma

Más información

Archivado En