El choque con EE UU hunde la moral de los soldados ucranios que combaten en Kursk
La suspensión temporal de la ayuda de EE UU ha acelerado el retroceso de las tropas de Kiev en el territorio de Rusia que controlan desde 2024
En el teléfono de Vasil hay múltiples vídeos, pero él quiere mostrar dos: en el primero se le ve vestido con el uniforme de combate haciendo el ganso en el despacho de alcalde de un pueblo en la provincia rusa de Kursk. Sentado en la mesa del edil, Vasil simula, exultante, que da órdenes y que supervisa los papeles que han quedado allí tras la ocupación del pueblo por parte de las fuerzas ucranias. ...
En el teléfono de Vasil hay múltiples vídeos, pero él quiere mostrar dos: en el primero se le ve vestido con el uniforme de combate haciendo el ganso en el despacho de alcalde de un pueblo en la provincia rusa de Kursk. Sentado en la mesa del edil, Vasil simula, exultante, que da órdenes y que supervisa los papeles que han quedado allí tras la ocupación del pueblo por parte de las fuerzas ucranias. Las imágenes son de agosto de 2024, cuando una ofensiva sorpresa de Kiev capturó unos 1.300 kilómetros cuadrados de este territorio ruso. El segundo vídeo es de hace pocas semanas, y en él se ve a este soldado ucranio demacrado y con las secuelas de una explosión. Las tropas ucranias controlan ahora solo un 20% de aquel terreno que conquistaron al enemigo y ya no queda rastro del optimismo inicial.
Vasil y dos amigos suyos vinculados al ejército ucranio son de la ciudad de Sumi, al norte de Ucrania y a solo 35 kilómetros de la provincia de Kursk. Sumi es la retaguardia de la ofensiva ucrania en suelo ruso, una operación a la que, según valoraban ellos el lunes, “le queda poco tiempo, quizá pocos días o semanas”. Las fuentes militares ucranias consultadas aseguran, bajo condición de anonimato, que se han producido circunstancias en el frente que no tienen explicación sin un cambio repentino en los recursos con los que han contado hasta ahora. Solo el alto mando y los comandantes de brigada saben qué ha sucedido.
La incursión en Kursk tenía que servir, según su principal valedor, el presidente Volodímir Zelenski, para que Ucrania tuviera un activo más para negociar en el futuro con Vladímir Putin: la prueba de que el territorio de Rusia también es vulnerable y un pedazo de este para cambiar por regiones ucranias ocupadas por el invasor.
Con lo que no contaba Zelenski es con que Donald Trump regresaría a la presidencia de Estados Unidos, actuando más que como un aliado, como un rival de Ucrania. El presidente de Ucrania se había resistido a conceder a Trump la explotación del 50% de los recursos minerales del país o su exigencia de acordar una tregua con Putin sin el compromiso escrito estadounidense de medidas de defensa disuasorias contra Rusia. El líder republicano respondió suspendiendo temporalmente, desde principios de marzo, la transferencia para Ucrania de armamento y de información de inteligencia estadounidense.
La ayuda de EE UU se restablecerá de inmediato tras las negociaciones con Ucrania de este martes en Arabia Saudí, pero puede ser tarde para el contingente ucranio en Kursk. Las tropas de Kiev en territorio ruso son las que se han llevado la peor parte del bloqueo estadounidense, según múltiples fuentes anónimas recogidas por medios ucranios e internacionales, entre ellos EL PAÍS. El peso del daño causado por esta interrupción de la asistencia varía según las versiones. El secretismo es prioritario y el Estado Mayor ha limitado al máximo el trabajo de la prensa en la provincia de Sumi.
Colapso del frente ucranio
Los datos hablan por sí solos: las Fuerzas Armadas Ucranias habían perdido en febrero un 20% del territorio que todavía mantenían en Kursk, según datos del grupo de análisis Deep State Map; en los últimos 10 días han perdido más del 60% de lo que tenían respecto a principios de mes. El Instituto para el Estudio de la Guerra, centro de análisis militar estadounidense, califica lo sucedido como “un colapso del frente ucranio”, y concluye que esto y el suspenso de la ayuda estadounidense difícilmente son una casualidad.
Lo peor para los intereses ucranios es que las fuerzas rusas están cerca de embolsar por los flancos a entre 6.000 y 10.000 soldados ucranios. Según el grupo de Vasil, el objetivo ahora es evacuar a estos combatientes, y lo más seguro es hacerlo a pie porque recorrer la carretera que conecta Sumi con Kursk es ahora “prácticamente imposible, está dominada por los drones rusos, sus bombas aéreas y la artillería”.
Oleksandr Sirski, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania afirmó el lunes que “no hay riesgo” de ser rodeados, y que ha ordenado un refuerzo del contingente ucranio en Kursk. Sirski no mencionó qué efecto ha podido tener o no tener el bloqueo del Pentágono. Un portavoz de su Estado Mayor asegura que es una cuestión “muy sensible” que no comentarán.
“El riesgo de que nuestras tropas queden aisladas es muy alto, la comunicación entre los mandos en Sumi y sus hombres en Rusia ha quedado cortada”, afirma por el contrario Ígor, un capitán de una brigada de las Fuerzas de Defensa Territorial. La única carretera que conecta Sumi con la región de Sudzha, el mayor municipio conquistado por Ucrania en Kursk, está dominada desde el aire por Rusia y las opciones de superarla sin ser alcanzado por un dron es solo del 20%, según Ígor.
Este diario se encontró el martes en una aldea ucrania a 15 kilómetros de Kursk con un grupo de 20 de soldados de la 80ª Brigada Aerotransportada de Asalto. Boroda es el nombre en código de uno de ellos: “Hemos salido de Kursk a pie, hemos andado 40 kilómetros, los drones rusos nos iban persiguiendo, no puedo explicar lo vivido, tengo pesadillas”.
El capitán Ígor, veterano combatiente de 60 años, afirma que la semana pasada hubo un gran movimiento de tropas rusas que solo fue detectado cuando ya estaban sobre las posiciones ucranias, algo que no se había producido anteriormente. “El movimiento de los rusos en Kursk ha sido una sorpresa para nosotros. Solo tuvimos la información sobre la ofensiva cuando ya estaban delante de nosotros”, ha explicado un oficial ucranio en el grupo de análisis militar estadounidense The war zone: “No sé cuál es el motivo, pero lo cierto es que la información está llegando demasiado tarde”.
Esta información se trata en especial de datos de imágenes por satélite que siguen la concentración de tropas enemigas, sus movimientos o el de los suministros logísticos de estas. Tanto la Agencia Nacional Geoespacial de Inteligencia, un organismo estatal de EE UU, como la empresa privada estadounidense Maxar han confirmado que han suspendido la transmisión de imágenes satélite a Kiev por petición de la Casa Blanca. Steve Witkoff, representante de Trump en las negociaciones con Ucrania, afirmó el lunes que no se había suspendido la información de inteligencia para la defensa, por ejemplo, de aviones rusos que despegan para golpear ciudades ucranias, pero sí la que se utiliza para atacar.
The Economist informó la semana pasada de que el Pentágono también había impuesto limitaciones al uso de los misiles de precisión de medio alcance Himars. El grupo de Vasil, pese a no ser de una brigada de artillería, afirma que las unidades de Himars operando hacia Kursk han recibido la orden de no disparar contra objetivos en Rusia.
Mejores soldados rusos
Roman es un alto mando de los servicios de inteligencia de las Fuerzas Armadas Ucranias. Convoca a EL PAÍS en un banco frente a un lago en la ciudad de Sumi, un lugar discreto, para detallar por qué considera que la interrupción de la asistencia estadounidense no ha sido tan determinante en el retroceso en Kursk: “Lo más significativo es que los rusos han destinado a Kursk en el último mes a algunos de sus mejores soldados, los han sacado de la provincia de Donetsk y también a sus mejores unidades de drones”. La ofensiva rusa en el frente de Donetsk, en bastiones ucranios como Torestsk, Chasiv Yar y Pokrovsk, ha reducido su intensidad en las últimas semanas.
El Kremlin cuenta además con el apoyo de unos 10.000 soldados profesionales norcoreanos, que están asumiendo algunas de las operaciones de asalto más arriesgadas, pero a costa de numerosas bajas.
“El 95% de la información de objetivos enemigos que tenemos en un radio de 50 kilómetros es nuestra, ucrania”, explica Roman, “hasta los 150 kilómetros, el conocimiento del enemigo es en parte nuestro, sea por infiltrados o por rusos capturados. Más allá de esos 150 kilómetros es una zona fantasma de la que dependemos de EE UU y de la OTAN”. Roman está convencido de que los rápidos avances rusos de los últimos 10 días no se pueden explicar por la interrupción de la información estadounidense: “Lo que estaba preparando el enemigo era anterior. Pero a partir de ahora, si sucede algo parecido, y continúa el apagón americano, sin duda estará relacionado.”
No hay un conocimiento específico de lo sucedido entre las tropas ucranias, pero la intuición es importante para militares como Dima, otro soldado raso de asalto con años de experiencia y evacuado en los últimos días de Kursk: “Lo que ha pasado solo puede entenderse si nos hemos quedado ciegos lejos del frente”.
Un oficial de la Guardia Estatal de Fronteras opina que el impacto estadounidense no puede haber sido tan decisivo: “El principal efecto es en la moral de nuestros hombres, porque todos siguen las noticias y tenemos la sensación de que nos van a dejar tirados”. Boroda, exhausto tras su éxodo de 40 kilómetros para salvar la vida, dice que la culpa es también de Zelenski: “Si ya sabes cómo es Trump y dependes de él, para qué te enfrentas a él, ahora vamos a estar jodidos de verdad”.