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Israel envía una delegación a Qatar a negociar con Hamás tras cortar la electricidad a Gaza

Es el impulso negociador más serio desde el regreso de Trump a la Casa Blanca. Diez días sin ayuda humanitaria en el enclave palestino generan colas en las panaderías del sur

Mujeres palestinas esperan para recoger pan en una panadería de Jan Yunis, en el sur de Gaza, este domingo.Hatem Khaled (REUTERS)

Israel tiene previsto enviar a Qatar este lunes una delegación para negociar de manera indirecta la suerte del alto el fuego en Gaza, que atraviesa un impasse desde hace 10 días, cuando concluyó su primera fase sin que pasase a la segunda por decisión del primer ministro Benjamín Netanyahu. Aunque Israel no ha retomado los bombardeos, viene añadiendo desde entonces castigos colectivos como medida de presión: pr...

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Israel tiene previsto enviar a Qatar este lunes una delegación para negociar de manera indirecta la suerte del alto el fuego en Gaza, que atraviesa un impasse desde hace 10 días, cuando concluyó su primera fase sin que pasase a la segunda por decisión del primer ministro Benjamín Netanyahu. Aunque Israel no ha retomado los bombardeos, viene añadiendo desde entonces castigos colectivos como medida de presión: primero, el bloqueo al ingreso de ayuda humanitaria (comida, agua y medicamentos) y, desde este domingo, el corte de la escasísima electricidad que aún le vendía. Tampoco hay, desde entonces, intercambios de rehenes y presos, lo que pretende desbloquear el impulso negociador más serio desde el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca el pasado diciembre. Su propio enviado para Oriente Próximo, Steve Witkoff, pretende personarse en Doha el miércoles. Las negociaciones vienen precisamente espoleadas por la apertura por Washington de una línea directa y paralela de diálogo con el movimiento islamista que no ha gustado nada al Gobierno de Netanyahu.

En Gaza, la semana y media sin ayuda humanitaria empieza a hacer estragos en la población. El responsable de la Asociación de Panaderos, Abdel Nasser Al Ayrami, ha señalado que han tenido que cerrar en Jan Yunis, en el sur, todas las panaderías que dependen de aceite de cocina. Las imágenes de televisión (Israel impide la entrada libre a la prensa desde el inicio de la guerra) muestran allí este lunes enormes colas para hacerse con una bolsa de panes de pita. “Salgo de casa a las 06.00 y vuelvo a la 13.00 solo por un pan”, protestaba ante las cámaras un anciano, Abu Essam Abu Sahlul. “Solo podemos conseguir una bolsa de pan. La frontera está cerrada, todo está cerrado. Media pita por persona. ¿Qué podemos hacer?”.

A las carencias se suma ahora la decisión israelí de cortar la electricidad, anunciada este domingo por su ministro de Energía, Eli Cohen. En este caso, tiene más de política interna que impacto, porque solo afectará a una planta desalinizadora cerca de Deir el Balah, en el centro de Gaza. Es la única línea operativa de las diez originales, y los gazatíes ya dependen casi para todo de generadores eléctricos alimentados por combustible y de paneles solares. La planta de Deir el Balah, que solo volvió a funcionar parcialmente a finales de 2024, pasará a alimentarse con generadores, reduciendo notablemente su capacidad. Hamás ha calificado la medida de “chantaje barato e inaceptable”.

El presidente ejecutivo de la Corporación Eléctrica de Israel, Meir Spiegler, ha recordado esta mañana a la radio militar que Israel desconectó “sin excepción” las diez líneas de electricidad que llegaban a Gaza en octubre de 2023, cuando el entonces ministro de Defensa, Yoav Gallant, declaró tras al ataque de Hamás: “He ordenado un asedio total a Gaza. No habrá electricidad, ni alimentos, ni combustible. Todo está cerrado. […] Nos enfrentamos a animales humanos y actuamos en consecuencia”. Es una de las frases en las que Sudáfrica apoya su acusación de genocidio en el Tribunal Internacional de La Haya y por las que el organismo penal internacional de la misma ciudad ha pedido su arresto (y el de Netanyahu) por presuntos crímenes de guerra y contra la humanidad.

Niños palestinos juegan entre edificios destruidos en Gaza capital, este domingo.MOHAMMED SABER (EFE)

El nuevo castigo colectivo a la población de Gaza trata de forzar a Hamás a aceptar el plan que Netanyahu presentó la semana pasada como obra de Witkoff, aunque este no lo ha hecho aún público ni reivindicado. Consiste en que Hamás entregue en un solo día a la mitad de los rehenes y aplazar 50 días más (durante el mes sagrado musulmán del Ramadán y, luego, la Pascua judía) el inicio de la segunda fase. Se quedaría con 30 rehenes ―su principal baza negociadora― y sin garantías de que acabará llevando a lo que rubricó con Israel en enero y figura en la segunda fase: el fin de la guerra. Según medios israelíes, el gabinete de seguridad solo otorgó en la noche del domingo a la delegación el mandato para hablar de dicho plan.

Este lunes, Hamás ha asegurado en un comunicado que está mostrando “flexibilidad” en los esfuerzos para relanzar el diálogo. “Estamos esperando los resultados de las negociaciones y la obligación de la ocupación [Israel] a mostrar su acuerdo y avanzar a la segunda fase”, ha dicho su portavoz, Abdulatif al Qanu.

Lo que suceda en Doha estará muy marcado por un sorprendente viraje más de Donald Trump: hablar directamente con Hamás, a la que su país define desde los años noventa como organización terrorista. La decisión ya rompió con décadas de política exterior de EE UU, pero la brecha entre los aliados ha crecido por otra de Adam Boehler. Es el responsable del diálogo directo y el enviado de Trump para el asunto de los rehenes, cinco de los cuales (solo uno con vida) tienen doble nacionalidad israelí-estadounidense. Y este domingo ha optado por dirigirse directamente a los israelíes, concediendo entrevistas a los distintos canales de televisión del país, tanto próximos como críticos con Netanyahu. En otra entrevista, con la cadena estadounidense CNN, mostró comprensión por la desconfianza y preocupación que genera en Israel un diálogo del que está ausente y contó que así se lo trasladó por teléfono a Ron Dermer, la mano derecha que Netanyahu ha puesto ahora al frente del equipo negociador. Pero subrayó: “Al mismo tiempo, somos Estados Unidos. No somos un agente de Israel. Tenemos diferentes intereses en juego”.

Acuerdo en semanas

Boehler aventuró que el diálogo podría llegar a un acuerdo “en semanas” y calificó las posiciones de partida de Hamás de “relativamente razonables y viables”. “Sugirieron una tregua de cinco a diez años en la que depondrían todas las armas y en la que Estados Unidos ayudaría, así como otros países, a garantizar que no haya túneles. No se aceptará nada en el aspecto militar y Hamás no participará en la política en el futuro. No era una mala primera oferta”, aseguró al canal público israelí.

El enviado de Trump dio a entender, ademá,s que el movimiento islamista aboga por un intercambio global: todos los rehenes (59, solo 24 de ellos con vida) a cambio de los cerca de 10.000 reclusos palestinos en las cárceles israelíes que calculan las organizaciones de presos. La propuesta está en realidad sobre la mesa desde el principio de la guerra, pero Netanyahu la viene rechazando. Ante la polémica, el propio Boehler ha recurrido a la red social X para dejar “meridianamente clara” su pésima opinión sobre Hamás, que “algunos han malinterpretado”. Y el movimiento islamista ha aclarado que solo está dispuesto a deponer las armas en el marco de la creación de un Estado palestino.

El ultraderechista Bezalel Smotrich, ministro de Finanzas e integrante del núcleo que toma las decisiones más importantes, se ha pronunciado sobre el asunto este lunes, en una entrevista radiofónica: “Boehler es el coordinador de los rehenes y trató, por su cuenta, de liberar a rehenes con ciudadanía estadounidense. Le dijimos de manera muy inequívoca, y a otros miembros de la Administración [Trump], que si quiere negociar en nombre de los estadounidenses por lo que ellos quieren y pueden darle a Hamás, adelante. [Pero] no puede negociar en nuestro nombre”.

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