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La inmigración copa el debate de la calle en Alemania: “Demasiados migrantes en poco tiempo”

Aumenta la inquietud de los alemanes por la dificultad de integrar al elevado número de refugiados en plena recesión y por atentados como el atropello de Múnich, que impulsan a la ultraderecha

El diputado del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) Hakan Demir, en un café del barrio de Kreuzberg, donde reside una importante población inmigrante.ÓSCAR CORRAL

El debate migratorio y de seguridad ha acaparado la campaña electoral desde los últimos ataques perpetrados por refugiados en el país, el último el jueves en Múnich, cuando un joven afgano embistió con su coche contra una manifestación. 36 personas resultaron heridas, dos de ellas, una madre y su hija de dos años, muy graves. La mujer y la niña fallecieron este sábado. Pero lejos de ser una cuestión política, se trata de un t...

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El debate migratorio y de seguridad ha acaparado la campaña electoral desde los últimos ataques perpetrados por refugiados en el país, el último el jueves en Múnich, cuando un joven afgano embistió con su coche contra una manifestación. 36 personas resultaron heridas, dos de ellas, una madre y su hija de dos años, muy graves. La mujer y la niña fallecieron este sábado. Pero lejos de ser una cuestión política, se trata de un tema que preocupa cada vez más a la población y que acapara desde hace meses muchas de las conversaciones con independencia de la ideología política. “Demasiada gente en muy poco tiempo”, resume Peter H. el sentir de una parte de la población alemana.

Este berlinés de 45 años lo tiene claro. “El tema de la inmigración no es de AfD (el partido de ultraderecha Alternativa para Alemania), sino un asunto problemático que AfD está encantada de abordar porque así consigue votantes”, reflexiona desde su casa en Kreuzberg, un barrio conocido por albergar a inmigrantes, especialmente turcos. Peter H. cree que tantos migrantes en tan poco tiempo hace que sea muy difícil integrarlos, se extiende el miedo y esto fomenta el ascenso de la ultraderecha. Personalmente, a este alemán, que ha estudiado geografía social, económica y teoría de la migración, le gustaría que se tratara de detener la inmigración irregular.

Alemania tiene 83,5 millones de habitantes, de los cuales 21,2 son de origen extranjero (de segunda o tercera generación) y 14,1 tienen pasaporte de otro país, según la Oficina Federal de Estadística. A mediados de 2024 había aproximadamente 3,48 millones de refugiados en el país, cerca de 60.000 más que a finales de 2023. El año pasado, la Oficina de Migración y Refugiados (BAMF) registró 213.499 solicitudes de asilo, frente a las 351.915 de 2023. Estas cifras, aunque han descendido ligeramente, han desbordado a ciudades como Berlín, que con una población de casi 3,9 millones de habitantes —de los cuales 965.000 extranjeros, el 60% europeos y una cuarta parte asiáticos— alberga actualmente, por ejemplo, a 60.353 ucranios, 46.321 sirios y 20.738 afganos.

Carteles electorales en Kottbusser Tor, en el barrio berlinés de Kreuzberg, donde se concentra población migrante.ÓSCAR CORRAL

Los centros de acogida están prácticamente llenos. Solo en el del antiguo aeropuerto de Tegel cerca de 5.000 refugiados esperan para tener acceso a una vivienda. A esto se suman los elevados costes que han llevado al Gobierno de Berlín a solicitar un crédito adicional de 500 millones de euros para hacer frente en 2025 al alojamiento de los refugiados en un momento en el que el presupuesto tiene grandes agujeros.

Con estas cifras y tras dos años en recesión, AfD ha sabido capitalizar la cuestión migratoria. Según las encuestas, logrará entre un 20% y un 22% de los votos en las elecciones del próximo domingo, y quedará en segundo lugar por detrás de los democristianos de la Unión Cristianodemócrata (CDU). Después de que un afgano matara con un cuchillo a una niña de dos años y a un hombre en Aschaffenburg a finales de enero, la CDU decidió sacar adelante una polémica moción parlamentaria sobre migración con apoyo de AfD.

“Son unos oportunistas que simplemente quieren aprovechar el tema para conseguir algunos votos de AfD”, reflexiona Peter sobre la CDU. Sin embargo, no entiende el escándalo por aceptar el apoyo de AfD, una decisión que rompe con el tradicional cordón sanitario de la política alemana a la ultraderecha. “No se reduce el número de votantes prohibiendo el partido o hablando de este cortafuegos”, indica, aunque reconoce que en ningún caso este partido debería llegar al poder.

Para este berlinés, casado y padre de una niña, se trata de hacer política para calmar a la gente y eliminar la razón por la que votan a AfD. “No me preocupan los votantes de AfD. Me preocupa la radicalización general, la mala política que se lleva practicando desde hace diez años”, comenta este alemán, que reconoce que no va a ir a votar porque no le gusta ningún partido. De continuar por este camino, augura, “en 10 años habrá verdaderos nazis por las calles y se dirá: Ah, AfD no era tan mala”.

Pero no solo los alemanes ven con ojos críticos que la cuestión migratoria no se haya abordado antes. “Entiendo perfectamente que haya alemanes que vean como un problema que su país haya cambiado tan rápidamente”, comenta Anna Ohanyan, que vino de Armenia en 2007. También ella cree que la llegada de refugiados fue demasiado rápida y entiende que parte de los alemanes se sientan “abrumados e ignorados”, a la vez que critica que los partidos del centro “hayan dejado todo este campo al partido de la derecha”. Tampoco cree que el cordón sanitario a AfD tenga sentido. “Los problemas que existen deben resolverse”.

Anna Ohanyan, armenia de 42 años, lleva desde 2007 viviendo en Berlín.ÓSCAR CORRAL

Ohanyan, que tiene 42 años y vive con su marido y sus tres hijas en un piso del céntrico barrio berlinés de Mitte, no siente miedo por el auge de la extrema derecha. Sus hijas van a una escuela y guardería donde el 50% son hijos de extranjeros, algo muy normal en Berlín. “La gran mayoría de los inmigrantes son personas que simplemente quieren lo mejor para ellos y para sus hijos. Quieren un trabajo, aprender alemán y la gran mayoría se ha integrado bien”, señala.

Según las cifras de la Oficina de lucha contra la criminalidad (BKA), en Alemania, en 2023, 1.323.498 alemanes y 923.269 extranjeros fueron detenidos como sospechosos de haber cometido un delito. Entre los inmigrantes, la lista la encabezan los sirios (108.748), seguidos de los turcos (95.207), rumanos (63.283), afganos (61.052), polacos (50.462) y ucranios (45.223).

Para Ohanyan no se trata de un problema con los inmigrantes, sino de un problema económico. “Esa política de puertas abiertas funcionaba cuando había mucho dinero. Ahora que se ha reducido, hay que tomar decisiones difíciles”, explica y recomienda preguntarse por qué la gente quiere venir a Alemania. “La respuesta es muy sencilla: porque las prestaciones sociales en Alemania son mucho mejores. Entonces, ¿por qué no las cambiamos?”.

Pero integrarse en el mercado laboral es complicado. Nebal Alshami es una de las refugiadas sirias que viven y trabajan en Berlín, del total de 974.136 sirios que residían en Alemania a finales de octubre, según cifras del Ministerio de Interior. Para esta mujer de 34 años encontrar un trabajo fue su principal obstáculo para integrarse tras su llegada a Berlín en 2014.

“Hice un curso de formación para trabajar en una guardería. Pero me costó mucho encontrar un trabajo”, explica desde su puesto como dependienta en una tienda de frutos secos árabe .

Nebal Alshami, de 34 años y originaria de Siria, en el local de venta de frutos secos en Berlín.ÓSCAR CORRAL

Ahora está contenta. “Trabajo y mis tres hijos van a la escuela”, comenta al mismo tiempo que entiende que haya gente que quiera regular la entrada de extranjeros en el país, aunque no esté de acuerdo. Ella quiere quedarse en Berlín, sobre todo, por sus hijos. “Han nacido aquí, van al colegio, hablan alemán mejor que árabe. A ellos no les resultaría fácil irse. Para mí es mi país de origen, pero no para ellos”, explica.

“Miradas de odio”

Pero no es fácil ser inmigrante estos días. Incluso el ministro de Agricultura, Cem Özdemir, de origen turco, abordó el asunto desde un lado inusualmente personal en un artículo publicado en el diario Frankfurter Allgemeine Zeitung a finales de septiembre. En él, el político de Los Verdes relataba lo que vivió su hija con una amiga de padre tanzano en un camping junto al mar Báltico. “Huyeron por las miradas de odio, insultos, ofensas y maldiciones racistas”. “Cuando sale por la ciudad, es frecuente que ella o sus amigas sean miradas de forma desagradable o sexualizadas por hombres de origen inmigrante”, escribió el ministro.

Hakan Demir, diputado socialdemócrata y miembro del comité de Interior del Parlamento alemán, cree que el debate migratorio no es la principal preocupación del electorado. “No es la migración, no es Ucrania, no es el conflicto de Oriente Próximo. Esos no son los temas que menciona la gente cuando llamo a la puerta y la gente me abre”, explica sobre su experiencia yendo de puerta en puerta en el barrio berlinés de Neukölln, donde es candidato. Les preocupa el precio de los alquileres, las plazas en la guardería, la seguridad y la limpieza de la ciudad, enumera. “Pero en la sociedad se ha creado la sensación de que si no tuviéramos refugiados en Alemania, todos los problemas que tenemos desaparecerían”, comenta.

Frutería de migrantes en el barrio de Kreuzberg en Berlín.ÓSCAR CORRAL

Para Demir la inmigración no es un tema ajeno. Hace más de 50 años que sus abuelos llegaron a Alemania desde Turquía. Sin embargo, Alemania se enfrenta al reto de cómo integrar a todos estos refugiados que llegaron al país tanto en el mercado inmobiliario como laboral o escolar y recuerda la importancia de que “en Europa haya un reparto de responsabilidades”.

“Judíos, musulmanes, mujeres con velo, pero también otras personas negras, me han contado que no les dan una vivienda, que en la escuela son tratados de forma racista, que no les dan un trabajo o que en la calle les han abordado y les han insultado”, señala.

Este diputado cree que los últimos atentados han dejado una sensación de que el país está peor que nunca. “Es una simplificación del debate. Esta conexión entre migración y política de seguridad no nos lleva a encontrar soluciones realmente buenas, como conseguir que haya menos asesinatos, menos atentados en Alemania”. La inmigración no es, en su opinión, el gran peligro de la democracia, sino el extremismo de derechas. “Aunque muchos no quieran verlo”.

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