Europa empieza a quedarse sola en la defensa y reconstrucción de Ucrania y teme un mal acuerdo forjado por Trump
El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, avisa en la reunión de la Alianza de que Kiev debe participar en cualquier negociación de paz
Los grandes temores de los aliados europeos de Ucrania sobre qué supone para la seguridad del Viejo Continente el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca se cumplen. Europa va quedando fuera de la mesa de diálogo lanzada el miércoles, con ...
Los grandes temores de los aliados europeos de Ucrania sobre qué supone para la seguridad del Viejo Continente el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca se cumplen. Europa va quedando fuera de la mesa de diálogo lanzada el miércoles, con una llamada del presidente estadounidense al autócrata ruso Vladímir Putin en la que acordaron iniciar la negociación para poner fin a la guerra de Ucrania “de inmediato”, y de la que solo después informó al presidente ucranio, Volodímir Zelenski.
La iniciativa de la nueva Administración Trump en la que parece estar dejando de lado y en una durísima situación a Ucrania, aunque se esbozaba desde hace semanas, ha causado cierta conmoción y alarma en las capitales europeas. Supone un cambio en la postura estadounidense y un paso significativo en el conflicto. También la constatación de que Washington tiene intención de cerrar pronto este capítulo y de que, después, la factura de la reconstrucción —un mínimo de 486.000 millones de euros durante la próxima década, según el Banco Mundial—, así como la responsabilidad de garantizar la seguridad de la posguerra, la afrontará Europa en solitario.
El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, ha remarcado este jueves que cualquier conversación de paz debe llevar a una solución “duradera”. “Ucrania debe participar en todo lo que tenga que ver con Ucrania”, ha insistido a su llegada a una reunión de ministros de Defensa de la Alianza Atlántica en Bruselas. Como líder de la organización que aúna a Europa y Estados Unidos en la defensa de la seguridad común, Rutte ha tratado de restar importancia a la divergencia de los europeos con Washington. “Todos queremos la paz en Ucrania más pronto que tarde. Todos queremos que Ucrania esté en la mejor posición posible cuando comiencen las conversaciones, y es crucial que, pase lo que pase con [esas conversaciones], sea duradero”, ha dicho en la OTAN. Allí, el nuevo secretario de Defensa de Trump, Pete Hegseth, ha defendido la iniciativa de Washington, que supone alejar la perspectiva de que Ucrania recupere las fronteras previas a la anexión rusa de Crimea, y ha afirmado, tajante, que “no es una traición” para Ucrania.
Pero las señales que llegan de Estados Unidos, la calidez del tono de Trump en su comentario sobre la conversación con Putin —ambos líderes acordaron visitarse mutuamente y el estadounidense habló de las posibilidades de colaboración de los dos países— preocupan en Europa. “Nos están dejando claro que estamos solos ya, que Estados Unidos no desempeñará ningún papel en el mantenimiento de la paz y que sus prioridades van a ser otras”, apunta una alta fuente europea, que remarca que el futuro acuerdo de paz entre Rusia y Ucrania será también clave para la arquitectura de seguridad europea. “No podemos permitirnos un mal acuerdo, pero no está tan claro cómo va a terminar”, señala.
El futuro que dibujó Hegseth en la reunión del grupo de contacto de Defensa para Ucrania en la OTAN celebrada este miércoles es cristalino: Kiev debe renunciar a la península de Crimea, anexionada de forma ilegal por Rusia en 2014, y al Donbás ocupado, en el este ucranio; no habrá membresía ucrania de la Alianza como parte de ninguna solución de paz, y tampoco tropas estadounidenses sobre el terreno como garantía de seguridad para que Rusia no vuelva a invadir. Europa, señaló Hegseth, tiene que asumir esa responsabilidad. Washington tiene ganas de pasar página y centrarse más en otro teatro de operaciones: el indopacífico.
Las palabras de Hegseth, la renuncia a las fronteras soberanas y a ser miembro de la Alianza son un regalo para Moscú. El ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, ha lamentado este jueves que Washington haya planteado ya ambas cuestiones. “Habría sido mejor hablar sobre la posible adhesión de Ucrania a la OTAN o sobre la posible pérdida de territorio del país solo en la mesa de negociaciones y no descartarlo de antemano”, ha dicho en la capital belga. La jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas, se ha pronunciado en la misma línea: “No es una buena táctica negociar todo antes de que las conversaciones hayan comenzado”, ha dicho tras participar en la reunión de la OTAN en Bruselas. “El apaciguamiento [con Rusia] nunca funciona”, ha añadido.
Rusia, el culpable de la guerra
Las palabras del ministro de Defensa francés, Sebastien Lecornu, que a su llegada a la sede de la OTAN ha advertido también contra la “paz por medio de la debilidad”, muestran la creciente tensión con la postura de la Administración Trump. “No olvidemos que Rusia sigue siendo una amenaza mucho más allá de Ucrania”, ha remarcado también el secretario de Defensa británico, John Healey, en Bruselas.
La ministra de Defensa española, Margarita Robles, ha remarcado en la capital comunitaria que “el único culpable” es Putin. “Efectivamente parece que puede haber una intermediación de Estados Unidos [en las conversaciones de paz], pero entendemos que también la Unión Europea y la OTAN tienen que tener su participación porque estamos apoyando a Ucrania y vamos a seguir apoyando a Ucrania”, ha dicho.
Los europeos, a quienes les está costando trabajo encontrar interlocutores en el equipo de Trump, esperan más claridad sobre los planes de Washington durante la conferencia de seguridad de Munich, que comienza este viernes, en la que tienen previstas varias reuniones bilaterales con el vicepresidente estadounidense, J. D. Vance, y el enviado para Ucrania y Rusia, Keith Kellogg.
En tres años de guerra, la UE ya ha movilizado unos 124.000 millones de euros en apoyo al país invadido por Rusia hace casi tres años. Pero la factura de la reconstrucción de Ucrania —país candidato, además, a entrar en el club comunitario— en la frontera este europea ante la amenaza rusa será multimillonaria. Más allá de esa estimación del Banco Mundial, diferentes observadores y analistas creen que la cuantía final será superior. Kiev dice que costará un mínimo de 565.000 millones.
El miércoles, mientras el polémico Hegseth lanzaba su andanada en la OTAN y Trump hablaba con Putin, los ministros de Exteriores de varios países europeos —España, Polonia, Francia, Alemania, Italia y Reino Unido— se reunieron en París con la jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas, y su homólogo ucranio. En la cita exigieron tener voz en la mesa de diálogo que parece cada vez más cercana. Sin embargo, en Bruselas, en las instituciones de la UE, cada vez más voces consideran que Europa llega tarde, que ha tomado una posición de espera y defensiva, y que Trump no la tendrá en cuenta.
“Que Europa quede fuera beneficia a Putin, que siempre ha despreciado a la Unión y ha tratado de negociar cualquier cosa de forma bilateral”, remarca otra fuente de Bruselas, que pide anonimato para hablar de un asunto muy delicado. El expresidente ruso y vicepresidente del Consejo de Seguridad del Kremlin, Dmitri Medvedev, ha celebrado que Trump haya dejado al viejo Continente de lado. “La Europa solterona y fría está loca de celos y de rabia”, ha dicho, mordaz, en las redes sociales. “Muestra su verdadero papel en el mundo y sus posibilidades de conseguir un marido. No es de extrañar. El tiempo de Europa ha terminado. Es débil, fea e inútil”, ha lanzado.
Pocas palancas de presión a Trump
La Unión Europea tiene muy pocas palancas de presión para lograr que Trump la incluya en la negociación. Pocas voces dicen en público que la UE no está preparada para afrontar en solitario, sin el apoyo de EE UU, el sostén de Ucrania. Antes de dejar el cargo de alto representante para Política Exterior y Defensa, Josep Borrell lo reconoció.
La UE se enfrenta a un importante ejercicio de malabarismo que, además, puede agrietar definitivamente su unidad. Este jueves, el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, considerado por muchos el submarino de Putin en el club comunitario, ha criticado a sus homólogos reunidos en París y ha loado la iniciativa de Trump. “No se puede pedir un lugar en la mesa de negociaciones. ¡Hay que ganárselo! Con fuerza, buen liderazgo y diplomacia inteligente”, ha dicho en las redes sociales.
En los últimos meses también Zelenski, aunque desde una postura totalmente opuesta a la de Orbán, ha llamado a la UE a movilizarse y a tener un papel más activo, reclamar un hueco en esa negociación y luchar para que el escudo de la posguerra sea euroatlántico. Pero sin EE UU, las garantías de seguridad para Ucrania no funcionarán, advirtió en diciembre el presidente ucranio.