Las dificultades de repartir ayuda en Gaza continúan tras el alto el fuego: “Los camiones entran, pero no sé cómo acceder a ellos”

La destrucción provocada por 15 meses de guerra, los desplazamientos masivos y las restricciones israelíes impiden que algunos ciudadanos de la Franja accedan a suministros básicos

Dos personas cargan cajas de ayuda humanitaria distribuida por la UNRWA en Jan Yunis (sur de Gaza), el 21 de enero.DPA vía Europa Press (DPA vía Europa Press)

Tres semanas después de la entrada en vigor del alto el fuego firmado entre Hamás e Israel, la ayuda humanitaria sigue sin entrar en Gaza al ritmo que haría falta para un territorio que ha sufrido un castigo brutal durante 15 meses. Con millones de toneladas de escombros por doquier, las carreteras y los campos de cultivo destrozados, y un continuo y masivo desplazamiento de la población, los suministros no llegan aún a ...

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Tres semanas después de la entrada en vigor del alto el fuego firmado entre Hamás e Israel, la ayuda humanitaria sigue sin entrar en Gaza al ritmo que haría falta para un territorio que ha sufrido un castigo brutal durante 15 meses. Con millones de toneladas de escombros por doquier, las carreteras y los campos de cultivo destrozados, y un continuo y masivo desplazamiento de la población, los suministros no llegan aún a muchos gazatíes.

Itemad Washah, de 53 años, lamenta no haber recibido hasta ahora “ninguna asistencia” y asegura desconocer a quién acudir si necesita “una tienda, harina o comida”, cuenta por WhatsApp. “Los camiones de ayuda humanitaria han entrado, pero no sé cómo acceder a lo que llevan”. En enero, Naciones Unidas calculaba que toda la población de Gaza (2,2 millones de habitantes) necesita asistencia humanitaria.

Un millón de personas ha recibido alimentos desde el inicio del alto el fuego, “no para vivir bien, sino para no morir”, asegura Jonathan Fowler, un portavoz de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos, UNRWA. Sin embargo, palestinos como Aws al Bana, de 28 años, creen que esa ayuda “no está organizada” y “se pierde por el caos general”, cuenta a través de la misma aplicación de mensajería desde Jan Yunis, en el sur de Gaza.

Desde el 19 de enero, día en el que comenzó la tregua, 4.200 camiones con ayuda humanitaria han vuelto a entrar cada semana en Gaza, precisa el último informe del Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas, difundido este jueves. Ese flujo, de alrededor de 500 camiones diarios, es similar al que transitaba hacia la Franja antes de la guerra que empezó el 7 de octubre de 2023. El bloqueo total decretado entonces por Israel provocó que el promedio diario de esos vehículos se desplomara a 108 o incluso a entre 20 y 30 en algunos días del pasado otoño, según la ONU. Solo en el primer día de la tregua, llegaron 630 camiones a Gaza.

La primera gran dificultad que se topan las organizaciones humanitarias en el enclave palestino es el desafío de transportar la ayuda a través de un paisaje apocalíptico, cubierto por montañas de millones de toneladas de escombros, carreteras completamente destruidas y bombas y otros artefactos sin explotar. “Solo hay que mirar las imágenes de Gaza, ¿cómo se puede manejar un camión a través de todo eso? Es simplemente peligroso para nosotros y para la gente de allí”, asegura Fowler.

Esas dificultades de transporte impiden también a muchos gazatíes acercarse a los puntos de distribución de ayuda. Al Bana confirma que muchas personas, con pocos o ningún medio de transporte a su disposición para recorrer distancias a veces largas hacia esos lugares, “no reciben ningún tipo de apoyo”. El joven reprocha a las organizaciones internacionales que esperen a que los beneficiarios de la ayuda lleguen por su cuenta a esos centros de distribución, cuando “muchas personas no tienen cómo desplazarse”.

Acceder a un número mayor de gazatíes es una tarea aún más complicada cuando cientos de miles de personas —565.000, según los últimos datos de la Agencia de Coordinación Humanitaria de la ONU (OCHA por sus siglas en inglés)— han regresado en las dos últimas semanas al norte de la Franja, mientras que otras 45.000 han hecho el trayecto inverso hacia el sur. Esos desplazamientos masivos entorpecen la entrega de ayuda, señalan los organismos de ayuda.

El portavoz de UNRWA explica que esos desplazamientos masivos a los que el alto el fuego ha abierto la puerta son similares a los que sucedieron previamente a la tregua, cuando los bombardeos y las órdenes de desalojo israelíes obligaron a miles de palestinos a huir hacia el sur. La diferencia es que, ahora, los movimientos se deben a “razones más positivas”. La gente “quiere volver a su casa”, pero el resultado es que, de nuevo, “un gran número de personas se está moviendo en poco tiempo”.

Esa circunstancia altera los planes de distribución de la ayuda. Dos o tres días después de averiguar cuánta gente hay en una comunidad y cuáles son sus necesidades en un contexto en el que “todo escasea”, cuando los trabajadores humanitarios llegan, “la gente ya no está, se han ido a otro lado”. De ahí, resume Fowler, que la ayuda humanitaria en Gaza esté siempre “un paso por detrás” de quienes la necesitan.

Un grupo de personas corren alrededor de un camión cargado de ayuda humanitaria, el 21 de enero de 2025. Mohammed Salem (REUTERS)

Los actores humanitarios no cuentan tampoco con una libertad de movimiento “sin límites”, recalca el portavoz de la agencia de la ONU, a causa de las restricciones impuestas por el ejército israelí. Aunque el alto el fuego ha permitido que los camiones con ayuda alcancen zonas antes prácticamente vetadas como el norte de Gaza, su libertad de movimiento sigue sin ser total, por lo que no pueden acceder a todos sus beneficiarios potenciales.

A todo esto se suma otra dificultad. El pasado 30 de enero entró en vigor una ley israelí que prohíbe la actividad de la UNRWA en territorio israelí y en los territorios palestinos que ese país mantiene ocupados ilegalmente desde 1967: Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este. La norma establece una política de “denegación del contacto” entre los trabajadores de esta agencia vital y los funcionarios de Israel, de cuyo ejército dependen los permisos de movimiento de los actores humanitarios en Gaza.

La UNRWA distribuye el 50% de la ayuda que se reparte en Gaza, según datos de su director, Philippe Lazzarini. Cuenta con 13.000 trabajadores en la Franja, mientras otras agencias de la ONU, como la Organización Mundial de la Salud, el Programa Mundial de Alimentos y Unicef, disponen solo de unos 200. “Nadie puede operar [en Gaza] sin UNRWA”, enfatiza su portavoz.

GAza niños comidaMalak Hussein
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A pesar de la prohibición israelí, las operaciones de la agencia continúan. “Seguimos operando porque básicamente no nos lo han impedido físicamente, pero no tenemos un permiso formal”, asegura Fowler. Aun así, advierte de la posibilidad de colapso de la actividad de la organización en Gaza: “la operación continúa, pero no sabemos hasta qué punto podrá seguir”.

Información escasa

Otro de los reproches a las organizaciones humanitarias de la gazatí Itemad Washah es que la información que proporcionan a través de redes sociales ―en un lugar con difícil acceso a internet― sobre los puntos de recogida de asistencia humanitaria no es clara y solo permite registrarse para reclamarla, pero no específica su localización exacta. Malak Hussein, una desplazada de 21 años, es más enfática con su crítica. Hace días que busca un lugar donde se distribuya la ayuda, “pero registrarse no es fácil. Las organizaciones dicen que publican los enlaces, pero después no pasa nada”, lamenta en un WhatsApp. Esta joven forma parte de una familia de siete personas y su casa en Ciudad de Gaza fue destruida por un bombardeo israelí.

Desplazados palestinos se aglomeran para presentar su documentación para recibir ayuda humanitaria en Jan Yunis, al sur de la Franja, el 21 de enero de 2025. DPA vía Europa Press (DPA vía Europa Press)

Hussein no sabe dónde preguntar cómo obtener ayuda. Cuando pregunta a otras personas que sí han logrado acceder a ella, “no lo cuentan, porque temen que se la quite o que se acabe”. Para ella, la ayuda no se distribuye de manera justa. “Eso fue así durante la guerra y sigue siendo así tras la declaración del alto el fuego”. Asegura que solo se entrega a “amigos y familia” de las personas que atienden los almacenes donde se reparte. Se siente abandonada.

Para Jonathan Fowler, se trata de malentendidos que “provienen de un sentimiento legítimo de desesperación”. Comprende que, en un contexto de extrema necesidad, el que la ayuda no llegue a un lugar concreto puede hacer pensar “muchas cosas”. Malak Hussein admite que la UNRWA es “una de las pocas organizaciones de las que sí se puede obtener ayuda, porque la distribuyen en sus propios refugios”.

El portavoz de la agencia de Naciones Unidas destaca que la UNRWA “está haciendo todo lo que se puede”. Luego precisa que tomará “mucho tiempo llevar a la gente todo lo que necesita”. Y concluye: “No es algo que ocurra de un día para otro”.

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