Una Europa con numerosas crisis afronta una larga carrera de obstáculos para ratificar el acuerdo con Mercosur

El pacto deberá superar la oposición de capitales como París, Varsovia o Roma, que mantienen muchos reparos tras más de dos décadas de negociaciones. Madrid y Berlín celebran un “puente económico sin precedentes” entre los dos continentes

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente francés, Emmanuel Macron, en una imagen de archivo.Foto: Thierry Monasse (Getty Images) | Vídeo: EPV

Casi mejor que Ursula von der Leyen haya cancelado, a última hora, su asistencia a la reapertura de Notre Dame este sábado. El enfado del presidente francés, Emmanuel Macron, con la jefa de la Comisión Europea es de tamaño catedral parisina después de que la alemana haya ignorado el non francés a la firma del tratado de Mercosur. Una acción que desde París se ve hecha casi con nocturnidad y alevosía —Von der Leyen mantuvo silencio sobre su viaje hasta que se plantó en Montevideo el jueves— y justo cuando ...

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Casi mejor que Ursula von der Leyen haya cancelado, a última hora, su asistencia a la reapertura de Notre Dame este sábado. El enfado del presidente francés, Emmanuel Macron, con la jefa de la Comisión Europea es de tamaño catedral parisina después de que la alemana haya ignorado el non francés a la firma del tratado de Mercosur. Una acción que desde París se ve hecha casi con nocturnidad y alevosía —Von der Leyen mantuvo silencio sobre su viaje hasta que se plantó en Montevideo el jueves— y justo cuando Francia aún digería, atónita, el derrumbe del Gobierno de Michel Barnier apenas tres meses después de su designación. A la crisis política de la segunda economía de la UE se une ahora la indignación por el acuerdo con Mercosur.

La ira de París —pese a su autoproclamado multilateralismo, Macron advirtió a Von der Leyen en cuanto supo de su viaje a Montevideo que consideraba el acuerdo “inaceptable”— es solo parte de los obstáculos que le esperan en Europa a un acuerdo a cuya sombra han crecido, en el cuarto de siglo de idas y venidas negociadoras, varias generaciones e incontables gobiernos. Francia ha llevado la voz cantante en la oposición al tratado, que ya fue fruto de sonoros enfrentamientos entre Macron y el anterior Gobierno brasileño del ultra Jair Bolsonaro en 2019, cuando se pensaba que estaba a punto de caramelo.

Francia no está sola en su escepticismo ante el que Von der Leyen ha calificado como “una de las mayores asociaciones comerciales y de inversión jamás vistas en el mundo” y una oportunidad geopolítica necesaria ante “los vientos contrarios hacia la fragmentación y aislamiento”. Macron cuenta con el apoyo del primer ministro polaco, Donald Tusk, cuyo Gobierno ha adoptado una resolución oponiéndose al acuerdo “en su actual forma”, específicamente en el área de agricultura.

Tanto Francia como Polonia son de los países que más han sentido —y temido— la ira de los agricultores, que a comienzos de año convulsionaron Europa con sus protestas y que también muestran un rechazo profundo al Mercosur pese a las “salvaguardas” y garantías prometidas por Von der Leyen. “Os hemos escuchado, hemos oído vuestras preocupaciones y hemos actuado”, ha asegurado la jefa del Ejecutivo comunitario desde Montevideo. La oposición de Tusk es un golpe para la alemana, no solo porque el polaco asumirá a partir de enero la presidencia rotatoria de la UE en uno de los momentos clave de la continuación del proceso del Mercosur, sino porque ambos son de la misma familia política, el Partido Popular Europeo (PPE).

También Austria ha manifestado reticencias al texto, al que se unen los recelos de Italia. Por el momento, “no se dan las condiciones para la firma del texto actual”, dejó saber horas antes del acuerdo de Montevideo el entorno de la primera ministra, la ultra Giorgia Meloni. Por si no se había oído claro en Bruselas (o Montevideo), su viceprimer ministro, Matteo Salvini, lo reiteró en la capital belga: “Todos los agricultores y ganaderos europeos dicen no a este acuerdo, al Mercosur. Está paralizado desde hace años, que siga así”, pidió.

Un agricultor francés protestaba contra el acuerdo el miércoles pasado.Jean-Christophe Verhaegen (ContactoPhoto/Europa press)

Su deseo, y el de París, no se ha visto cumplido. La esperanza ahora de los que se oponen al pacto es que estos países mantengan su no y constituyan una minoría de bloqueo (al menos cuatro países que representen a al menos el 35% de la población europea) cuando llegue uno de los próximos pasos pendientes cruciales: la ratificación a nivel de Estados en el Consejo de la UE. Con Italia, señala el eurodiputado macronista francés Pascal Canfin, las cuentas dan para ese bloqueo y, entonces, “el acuerdo se cae”.

También deberá dar su visto bueno el Parlamento Europeo. Desde la Comisión de Asuntos Exteriores de la Eurocámara se han apresurado a celebrar la conclusión de las negociaciones políticas como un “hito significativo en el avance de la cooperación interregional entre la UE y Mercosur”. Pero otras voces parlamentarias, tanto desde los extremos como también en el seno de los partidos de centro, han dejado claro su desacuerdo, con lo que la ratificación, aunque requiere solo de mayoría simple, podría ser muy ajustada.

Frente al escepticismo de parte de los Estados europeos, está el entusiasmo de aquellos países que llevan años presionando por el acuerdo, especialmente Alemania y España. Para el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, el acuerdo ayudará a “tender un puente económico sin precedentes entre Europa y América Latina”. “Nos hará —a todos— más prósperos y más fuertes”, considera. “España trabajará para que este acuerdo sea aprobado por mayoría en el Consejo”, ha prometido frente a las amenazas de bloqueo de París o Roma. Contará para ello con el apoyo de Alemania, cuyo canciller, el socialdemócrata Olaf Scholz, también ha celebrado la superación de un “importante obstáculo” en Montevideo.

Dado que ahora comienza el arduo y complicado proceso de traducir a las todas las lenguas oficiales europeas un tratado largo y complicado, es más que probable que para cuando este llegue a la votación de los líderes de la UE, el canciller alemán que deba votarlo sea de otro signo. Tras el fracaso de su coalición, Scholz ha convocado elecciones adelantadas para el 23 de febrero. Otro gran país de Europa en medio de una crisis política. Aunque el Mercosur no está siendo un gran tema de campaña, todos los candidatos lo han apoyado.

La Comisión Europea espera que los meses que quedan para el próximo “obstáculo”, como dice Scholz, sirvan para apaciguar los ánimos en contra y cambiar algunos votos. “Presentaremos con detalle las diferencias entre el acuerdo de 2019 y el nuevo para que se entienda por qué consideramos que este es un acuerdo mejor y confiamos en que podamos contar con apoyo”, ha prometido el portavoz comunitario Olof Gill.

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