Las recetas de Alemania para evitar la quiebra del sistema sanitario: cerrar hospitales y reformar las urgencias

El Gobierno propone “la mayor reforma hospitalaria en 20 años” para contener el gasto y mejorar la atención sanitaria

El ministro de Sanidad alemán, Karl Lauterbach (SPD), en una rueda de prensa sobre el avance de la reforma hospitalaria el 11 de octubre en Berlín.Fabian Sommer (DPA/Picture Alliance/Getty)

El sistema sanitario alemán está en crisis”, repite una y otra vez el ministro de Sanidad, Karl Lauterbach. El político socialdemócrata, médico de formación, lleva tiempo alertando de problemas “considerables” en ámbitos como la prevención, la especialización de los hospitales o la ...

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El sistema sanitario alemán está en crisis”, repite una y otra vez el ministro de Sanidad, Karl Lauterbach. El político socialdemócrata, médico de formación, lleva tiempo alertando de problemas “considerables” en ámbitos como la prevención, la especialización de los hospitales o la atención en urgencias. “Hay que reformar completamente el sistema sanitario”, afirma desde hace meses. En su opinión, Alemania tiene “importantes problemas de calidad” a pesar de tener el sistema sanitario más caro de Europa, y critica el hecho de que en un país tan rico haya pacientes que mueran por no haber recibido el tratamiento adecuado en casos como ictus o cáncer. “Ni un solo país de Europa occidental tiene peor esperanza de vida que nosotros”, lamenta.

Su solución: un ambicioso paquete de leyes calificado por él mismo como “la mayor reforma hospitalaria en 20 años” que incluye desde un importante rediseño de los hospitales, que implica el cierre de centros hospitalarios y una mayor especialización, hasta una reestructuración de las urgencias para promover que más personas sean tratadas en consultas médicas.

La ley se aprobó en el Bundestag —la Cámara baja del Parlamento— el pasado 17 de octubre, con el voto a favor del tripartito de socialdemócratas, verdes y liberales y con el no de la oposición democristiana, de la ultraderecha y de la izquierda. Está previsto que entre en vigor a principios de 2025 y que su aplicación efectiva se produzca paso a paso en los años siguientes.

Los líderes regionales han mostrado su oposición por miedo a que desaparezcan hospitales en zonas rurales, ante lo que Lauterbach alertó de que, sin esta norma, Alemania viviría una oleada de quiebras de hospitales “sin precedentes” debido al aumento de los costes de personal y material. Según una encuesta elaborada por la consultora Roland Berger, el 28% de los hospitales teme declararse insolvente a finales de año.

A pesar de las críticas que pueda suscitar esta reforma, todos los expertos coinciden en un punto: el excesivo número de centros hospitalarios. Con unos 1.700 hospitales, Alemania tiene la mayor densidad de hospitales de Europa, con 7,7 camas por cada 1.000 habitantes, frente a las 5,3 de media de la UE. Sin embargo, alrededor de un tercio de las camas hospitalarias no están ocupadas.

Esto genera un gran gasto en sanidad, que supone alrededor del 12% del producto interior bruto, unos 500.000 millones de euros. Es el país de Europa que más dinero destina a este ámbito, dos puntos por encima de la media de la UE.

“Sí, en general gastamos mucho dinero. Pero la calidad que tenemos es, digamos, moderada. En los informes de la OCDE, Alemania sale peor parada que otros países en enfermedades básicas como infartos”, explica Christian Karagiannidis, médico de la clínica de neumología de Colonia y miembro del consejo de expertos que asesora al Gobierno alemán.

Personal médico atiende a las víctimas heridas de un ataque en el marco de un ejercicio hospitalario en Berlín, el 4 de junio de 2024Carsten Koall (DPA/Picture Alliance/Getty)

Reformar la sanidad de la mayor economía de la UE es una tarea hercúlea. Alemania cuenta con un sistema de seguro médico obligatorio (GKV) formado por 96 cajas de seguros, que financia el 53% del gasto sanitario y que engloba a cerca del 89% de la población (el resto tiene uno privado). Cada persona paga alrededor de un 16% de sus ingresos, más gastos extras como 10 euros por día ingresado en el hospital en una habitación compartida hasta un máximo de 280 euros. Si no se trabaja ni se recibe ninguna prestación social, hay que pagar una cuota mínima que ronda los 250 euros por persona al mes. Además, las cajas de seguros, que son sociedades públicas que actúan con independencia financiera y organizativa, reciben también dinero del Estado alemán.

Roland Stahl, portavoz de la Asociación Nacional de Médicos del Seguro de Enfermedad Obligatorio (KBV), cree que, a pesar de los problemas que pueda haber, este sistema es mejor que el que existe en países con un único sistema público, como el Reino Unido o España. Asimismo, destaca que una de las características típicas del sistema sanitario alemán es la libre elección de médico y hospital. Sin embargo, Stahl reconoce que esta libertad existe sobre el papel y que cada vez es más complicado conseguir cita. “Alemania sufre de escasez de médicos. En especial en las zonas rurales”, explica.

Esto se debe en parte a que las consultas médicas no son atractivas, sobre todo, si son de medicina general. Los médicos reciben dinero por paciente y por prestación médica por parte de las aseguradoras. “Es una resonancia por paciente y por trimestre”, explica el doctor Michael Bress, que tiene una consulta de radiología en el sur de Berlín, sobre cuánto percibe por parte de las cajas de seguros públicas. Esto provoca que las consultas médicas no den cita a la misma persona hasta el trimestre siguiente.

A esto se suma un límite anual por consulta médica. Los pacientes públicos por encima de ese límite no se pagan, por eso cada vez más consultas prefieren pacientes privados. “Sí, los médicos no cobran por todos los servicios. De media, hasta el 10% no se paga. Pero a pesar de ello hacen negocio”, declara Stahl sobre las consultas médicas donde, por ejemplo, un radiólogo puede ganar en Berlín 170.000 euros brutos al año.

Hacer caja con la sanidad

Bress, que antes trabajó en grandes hospitales, critica también la entrada de inversores privados, que están adquiriendo un gran número de consultas médicas, especialmente, de radiología, ortopedia y oftalmología, y alerta del peligro que esto supone para los pacientes, que pueden verse sometidos a pruebas, a veces innecesarias, con el único fin de hacer caja.

“Los pacientes son las víctimas porque no pueden controlar ni regular nada. Simplemente, están perdidos en este sistema, que está completamente roto, porque todo el mundo quiere sacar dinero. Pero los grupos de presión, ya sean farmacéuticos o sanitarios, son muy fuertes y es imposible cambiar nada”, se lamenta.

Este médico, que trabajó también en el Reino Unido, explica que si bien ese país tiene muchos problemas, al menos allí sí que se plantean la pregunta de si un paciente necesita o no una prueba. “En Alemania nadie se hace esta pregunta. Si se puede facturar, se hace”, explica. “Aquí la sanidad es un negocio”, agrega sobre un sistema donde grandes gestores de hospitales alemanes, como Helios, cotizan en Bolsa, lo que genera que se centren en los beneficios. “Los médicos reciben dinero por la prestación y al final eso es un incentivo para hacer más de lo que un paciente necesitaría”, reconoce por su parte Karagiannidis.

La reforma busca cerrar hospitales y fusionar otros, pero se desconoce la cifra exacta o cuáles se verán afectados. La decisión recae en manos de las propias gestoras de los hospitales y de los Estados federados. El Gobierno busca incentivar esta reestructuración con ayuda del llamado fondo de transformación, que contará con hasta 50.000 millones de euros a lo largo de 10 años. De momento, ya se ha creado un atlas de hospitales donde se puede consultar qué centro está especializado en una enfermedad. “Las cosas mejorarían de golpe si hubiera menos hospitales”, defiende Karagiannidis, que recuerda que muchos son de los años setenta y necesitan ser renovados.

El mal estado de algunos hospitales y la falta de personal es tema de conversación recurrente entre la población. “Durante mi ingreso compartí habitación con una mujer a la que no le habían cambiado las sábanas en tres semanas a pesar de estar manchadas de sangre. Cuando pidió que se las cambiaran, se limitaron a dárselas para que lo hiciera ella misma”, recuerda Linda Nocera, una italiana residente en Berlín que describe como “horrible” su paso por el hospital Klinikum am Urban del grupo Vivantes el pasado mayo. Desde el hospital declararon que investigarían lo sucedido e indicaron que, por desgracia, Vivantes, al igual que otros hospitales alemanes, sufre la falta de personal de enfermería, cuidadores y demás personal de asistencia sanitaria.

“Todos los hospitales están sometidos a presiones económicas, y el cambio demográfico y la escasez de personal especializado exigen cambios urgentes”, explican desde Charité, un prestigioso hospital del centro de Berlín.

Los médicos se quejan también de la burocracia a la que se ven sometidos con numerosas leyes y regulaciones y de la falta de digitalización. “Todavía enviamos todo por fax. Es un fax digital, que denominaron infraestructura telemática, pero es un fax a fin de cuentas. Es como si estuviéramos en 1985”, critica Bress. Este aspecto deberá cambiar con la nueva ley, que permitirá la digitalización de los datos de los pacientes a partir de 2025 y evitará así, por ejemplo, duplicidad de pruebas.

Bress se muestra poco optimista sobre el efecto de las reformas. Duda de que se lleguen a poner en marcha todos los planes. “Hay mucho dinero en el sistema. Ese es el problema. Se puede ganar mucho dinero con la gente enferma”, resume.

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