El voto europeísta en Moldavia obtiene una victoria por la mínima en el referéndum de la UE

La presidenta Sandu denuncia un ataque “sin precedentes” de “fuerzas extranjeras” en la consulta para reformar la Constitución

La presidenta en funciones de Moldavia, Maia Sandu, este lunes en una rueda de prensa.Foto: DUMITRU DORU | Vídeo: EPV

Decía en la mañana de este domingo Maia Sandu, la presidenta de Moldavia, que el voto no es solo un “sello en un papel” sino la expresión de tu “destino”. El de los ciudadanos de este país (2,5 millones de habitantes) seguirá partido en dos, polarizado entre la posible adhesión a la Unión Europea, sobre la que ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Decía en la mañana de este domingo Maia Sandu, la presidenta de Moldavia, que el voto no es solo un “sello en un papel” sino la expresión de tu “destino”. El de los ciudadanos de este país (2,5 millones de habitantes) seguirá partido en dos, polarizado entre la posible adhesión a la Unión Europea, sobre la que se preguntaba en referéndum constitucional durante la jornada electoral, y los cantos de sirena de Rusia ―formaciones prorrusas han hecho campaña por el boicot a la consulta―. Con el escrutinio al 100%, la opción europeísta, defendida desde la jefatura del Estado, obtuvo una victoria pírrica con una ligerísima ventaja sobre aquellos que rechazan la vía europeísta.

Sandu ha responsabilizado de este estrecho margen (50,46% a favor, por 49,54% en contra), a la actividad de grupos criminales y “fuerzas extranjeras hostiles” para la compra de 300.000 votos. “Su objetivo era socavar un proceso democrático, sembrar el miedo y el pánico en la sociedad”, ha señalado la presidenta, sin pronunciar en ningún momento la palabra Rusia.

A tenor de los resultados de la consulta, la campaña europeísta liderada por el Partido de Acción y Solidaridad (PAS) —con mayoría también en el Parlamento— para la reforma de la Constitución y el blindaje de la adhesión al club comunitario se ha mostrado insuficiente. Las encuestas previas a la consulta hacían prever que la casilla del sí obtendría incluso más del 60% de apoyos. Se preguntaba lo siguiente: “¿Apoya usted la modificación de la Constitución para la adhesión de la República de Moldavia a la Unión Europea?”. El resultado, muy por debajo de lo esperado por sus organizadores, será reflejo de una sociedad moldava dividida aún entre los europeístas y los que quieren apuntalar los lazos con Moscú.

Varias mujeres depositan su voto en Chisináu (Moldavia), el domingo.Vadim Ghirda (AP)

La radiografía del país muestra, en líneas generales, un gran apoyo a la consulta en torno a los distritos centrales, donde se sitúa la capital, Chisináu, y más comedido o casi inexistente en regiones del sur, como Gagauzia, con un fuerte sentimiento prorruso. Allí, el sí fue la opción de solo un 5% de los votantes. En Transnistria, la franja de tierra enclavada entre Moldavia y Ucrania, gobernada por separatistas prorrusos tras declarar su independencia a principios de los noventa y con presencia de uniformados con pasaporte ruso, el apoyo a la adhesión superó ligeramente el 37%. No obstante, los que decidieron participar en este territorio tuvieron que hacerlo a través de los colegios situados por las autoridades al otro lado de la línea de división, en la banda izquierda del río Dniéster.

10 días para validar la consulta

“La voluntad del pueblo debe determinar su destino, y no el dinero sucio o las mentiras”, manifestó Sandu en su primera intervención ante la prensa en la mañana de este domingo, desde el centro educativo Licelul Teoretic Petru Rares, en Chisináu, la capital, donde depositó su voto. Sin mencionarlo, la candidata a la reelección hacía referencia a la campaña híbrida dirigida por el Kremlin a través de propaganda, desinformación y compra de votos. En los últimos meses, las fuerzas de seguridad han responsabilizado al oligarca moldavo de origen israelí Ilan Shor de tener a sueldo a decenas de miles de electores e incluso entrenar en territorio ruso, donde reside, a nacionales para participar en protestas y desórdenes en el país.

Según ha informado este lunes en una breve comparecencia la presidenta de la Comisión Electoral Central, Angelica Caraman, el órgano ha enviado ya la información sobre el escrutinio y los incidentes ocurridos durante la jornada electoral al Tribunal Constitucional, que tendrá 10 días para validar la consulta. El resultado, de ser afirmativo, será publicado en el boletín oficial moldavo para incorporarse automáticamente a la ley fundamental del país.

Elecciones presidenciales

Los moldavos estaban también llamados a elegir presidente, con Sandu como favorita. En estos comicios a la jefatura de Estado participaron el 51,55% de los que acudieron a votar, ocho puntos por encima de la primera vuelta de 2020. No fue suficiente para que ninguno de los principales aspirantes reuniera más del 50% de los votos. Sandu, con en torno al 42% de las papeletas ―por encima, esta vez, de lo mostrado en los últimos sondeos― tendrá que disputarse la segunda vuelta con el ex fiscal general Alexander Stoianoglo, líder del Partido de los Socialistas, con un 26%. En tercer lugar se situó el populista Renato Usatii, con un 13% de apoyos, seguido de Irina Vlah, aspirante independiente, que cosechó un 5%. Esta nueva cita electoral tendrá lugar el próximo 3 de noviembre.

La jornada electoral avanzó este domingo, frío y nublado, con unas cifras muy modestas de participación. Un goteo que mantuvo en tensión hasta la madrugada a los sectores de la sociedad que quieren acelerar el acercamiento a Bruselas. El mensaje de los que se pronunciaron en los colegios electorales ante EL PAÍS, invitado por el Centro Nacional de Defensa de la Integración Europea de Moldavia, fue claro: más Europa. El discurso prorruso se mostró más escurridizo y oculto, a tenor de los datos finales. “Todos los problemas vienen de allí, de Moscú”, señalaba por la mañana André Moraru, de 48 años, tras depositar junto a su hijo su papeleta en el Licelul Teoretic Petru Rares. “Si la UE significa más economía, Rusia significa más desinformación”, manifestó este empleado de una empresa de alquiler de coches.

Manoli Victor, de 35 años, ingeniero, acompañado de su mujer, Alina, profesora de 32, ofrecía junto a las escalinatas del mismo centro una explicación sencilla a su particular adhesión a Europa: “Quiero mejores carreteras para mi país”. Una contestación práctica, pero muy en la línea de lo que Moldavia tiene por delante si continúa su apuesta por la UE. La mejora de las infraestructuras es uno de los apartados incluidos en el paquete de 1.800 millones de euros comprometido por Bruselas el día 10 bajo el nombre de Plan de Crecimiento. Preguntado por las maniobras del Kremlin, Victor, prudente, afirmó: “No está bien lo que están haciendo aquí”. Rusia tiene efecto en Moldavia y esta pareja es un fiel reflejo. Admiten que tras la invasión de la vecina Ucrania, en febrero de 2022, prepararon las cosas por si tenían que huir con sus tres hijos.

La batalla por el voto joven

Más de 1,5 millones de moldavos acudieron a votar este domingo. Casi 240.000 lo hicieron desde alguno de los puestos electorales del extranjero, donde residen otros 1,2 millones de nacionales. El voto de la diáspora ha sido esencial para igualar la contienda en la recta final del conteo. A tenor de los datos del escrutinio, la antigua república soviética tendrá que librar a partir de ahora, como otras muchas democracias europeas, la batalla por atraer el voto joven, más cercano a la identidad europeísta que precisamente perseguía reforzar el referéndum: solo el 8% de los electores entre 18 y 25 años ejercieron el derecho al sufragio, según la Comisión Electoral Central.

Corina Raiu, de 40 años, se desplazó a primera hora de la tarde a su colegio electoral, una guardería en la localidad de Straseni, al noroeste de la capital. Mientras miraba cómo su hijo correteaba en el parque del centro educativo, Raiu explicó que quiere elegir el camino que va a tomar el país para niños como el suyo y que, por este motivo, votó por “libertad, estabilidad y futuro”. No hizo falta indagar mucho para saber que esta trabajadora, dedicada a las finanzas en una empresa de comunicación, marcó la casilla del sí en la boleta del referéndum. Aclaró, no obstante, que los intentos de interferencia rusa, denunciada por las autoridades, a ella no le afectan directamente: “No está en mi cabeza ni en la de mis amigos o entorno, pero quizá sí en la de mis padres”.

A unos pasos de Raiu, Elena Miron, de 72 años, acompañaba a su hija, Cristina, influencer de 36, tras haber depositado el voto en familia. Con la risa que acompañaba a los primeros rayos de sol de la tarde, la joven admitió que los de su generación están “más abiertos” a la UE que los mayores, que calificó como “más manipulables”. “En cuanto les hablan de la pensión, por ejemplo, les afecta”. Allí donde pueden tener miedo, donde son vulnerables, contaba, es donde les atacan. Tras asentir, su madre, a modo de confidencia, compartió algo con lo que aún muchos coinciden en Moldavia: “Todavía hay ciudadanos prorrusos, incluso en este pueblo, que quieren bloquear lo de Europa. Pero vamos a subir ese peldaño”. Esa subida, por ahora y tras las elecciones, se presenta más empinada.

Sobre la firma

Más información

Archivado En