La nieta de Mussolini deja el partido de Meloni porque lo considera demasiado de derechas

Rachele, concejala en Roma, abandona la formación de la primera ministra ante sus discrepancias en temas de derechos sociales. Ingresa en Forza Italia, fundada por Berlusconi, que cree más cercana a su “sensibilidad moderada y centrista”

Rachele Mussolini, en Roma en junio de 2018.Andrea Ronchini (NurPhoto/Getty Images)

Una nieta del fundador del fascismo, Benito Mussolini, ha descubierto que es más moderada que el partido de ultraderecha Hermanos de Italia, liderado por la primera ministra, Giorgia Meloni, y que aún lleva en su símbolo la llama que arde sobre la tumba del Duce. Rachele Mussolini, concejala en Roma de esta formación, se va porque le parece demasiado de derechas. Principalmente, en derechos sociales, la línea de choque más visible en los últimos meses en los debates sobre inmigración, familia o la comunidad LGTBI+.

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Una nieta del fundador del fascismo, Benito Mussolini, ha descubierto que es más moderada que el partido de ultraderecha Hermanos de Italia, liderado por la primera ministra, Giorgia Meloni, y que aún lleva en su símbolo la llama que arde sobre la tumba del Duce. Rachele Mussolini, concejala en Roma de esta formación, se va porque le parece demasiado de derechas. Principalmente, en derechos sociales, la línea de choque más visible en los últimos meses en los debates sobre inmigración, familia o la comunidad LGTBI+.

Se va a Forza Italia, el partido fundado por Silvio Berlusconi y también socio del Gobierno de coalición, que trabaja desde hace meses un perfil propio de una derecha más civilizada, marcando las distancias precisamente en esos temas. “Para mí es tiempo de pasar página y llegar a un partido que siento más cercano a mi sensibilidad moderada y centrista”, ha explicado la edil en redes sociales.

Es un síntoma más ―muy significativo por el apellido en juego― de las grietas cada vez más visibles en el Ejecutivo de Meloni, integrado por dos formaciones de ultraderecha que compiten ferozmente entre sí, Hermanos de Italia y La Liga, y una tercera, Forza Italia, que intenta hacerse con todo el espacio de centro que van dejando. Y eso incluye la acogida y fichaje de prófugos de los otros dos partidos que huyen del extremismo. Ya antes de las elecciones europeas, Marina Berlusconi, hija del magnate, confió en que los partidos euroescépticos no obtuvieran buen resultado y dijo que “si hablamos de aborto, fin de vida o derechos LGTBI+, me siento más en sintonía con la izquierda más sensata”.

Ahora, por ejemplo, Rachele Mussolini está con Forza Italia en el debate que ha planteado este verano, para fastidio de sus socios, resucitando la idea del llamado Ius scholae: dar la nacionalidad italiana a los hijos de inmigrantes que cumplan un ciclo de estudios de 10 años, en vez de esperar a comenzar los trámites a los 18 años. “¿Y por qué no?”, ha explicado Mussolini en una entrevista a La Repubblica. “Es natural conceder la ciudadanía a un chico que a lo mejor ha nacido en Italia y que habla el dialecto romano mejor que yo. Es un modo para aplacar los problemas de integración, que de otro modo se agudizan. Es también un enriquecimiento si las culturas se encuentran, en el respeto de las tradiciones”. Decir esto en Hermanos de Italia, partido volcado en cortar de raíz la inmigración y que ve la patria y la identidad italiana en peligro, es casi un anatema.

También ha apoyado los derechos de las personas LGTBI+ y las uniones civiles. Separada, con dos hijas, nunca se llegó a casar y cree que la familia tradicional solo es un modelo más de familia. En los Juegos Olímpicos se desmarcó de los ataques a la boxeadora argelina Imane Khelif ―la ultraderecha dijo que no era una mujer― tras derrotar a una púgil italiana. Mussolini defendió a Khelif: “Ha sido una caza de brujas indigna, ha sido linchada injustamente”.

Contraria al saludo fascista

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Rachele Mussolini, de 50 años y que tiene el nombre de su abuela, la esposa del fascista, es más joven y menos conocida que su volcánica hermanastra Alessandra, de 61, que también se ha dedicado a la política. Es hija del segundo matrimonio de Romano, uno de los cincos hijos del dictador y músico de jazz, mientras que la madre de Alessandra era la hermana de Sophia Loren. Las dos hermanastras no se hablan demasiado. Sin embargo, mientras Alessandra no ha conseguido la reelección para el Parlamento Europeo y lleva años en declive, tras una vida en la que ha mezclado política y farándula ―actriz; grabó un disco vendido solo en Japón; tertuliana famosa por sus números en la tele; o concursante de realities―; Rachele es una figura en ascenso y con cierto tirón.

La edil de Roma se presentó hace dos legislaturas a las municipales de la capital y en las últimas fue la candidata más votada de la ciudad (en un sistema de listas abiertas). Su apellido sigue siendo magnético para los nostálgicos del Duce, que abundan en Roma, la ciudad de Meloni y de todo su círculo, que creció en el partido posfascista MSI (Movimiento Social Italiano), origen del actual Hermanos de Italia. Rachele Mussolini se ha declarado abiertamente contraria a toda la parafernalia de los saludos romanos, que proliferan en concentraciones de ultraderecha, como algo anacrónico, del pasado; igual que la famosa llama tricolor del símbolo de Hermanos de Italia.

Lo curioso es que se ha especulado con que su marcha del partido se debe a que quiere dar un salto en política y no fue incluida por Meloni en las listas de las elecciones europeas. Precisamente, porque su apellido es una pesada carga en un momento en que la primera ministra quería presentarse en Europa como una derecha que no tenía nada que ver con el fascismo. Ahora, la moderada parece ser la nieta de Mussolini; Meloni, al menos en Italia, es más de ultraderecha que ella.

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