Los Estados ignoran la paridad de género para la nueva Comisión Europea

Hay 17 hombres propuestos frente a solo siete mujeres y tres países aún pendientes de decidir. Los gobiernos desoyen la petición de Von der Leyen de formar un equipo paritario, lo que algunos expertos consideran como una “oportunidad perdida”

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen (centro), acompañada de dos de sus actuales comisarias, Suica Dubravka (a la izquierda de la imagen) y Stella Kyriakides.OLIVIER MATTHYS (EFE)

Dos de las tres principales instituciones europeas, la Comisión y la Eurocámara, estarán en esta nueva legislatura presididas, por segunda vez consecutiva, por mujeres. Otra mujer, la estonia Kaja Kallas, dirigirá, si es confirmada, la política exterior y de seguridad de la UE, uno de los puestos de más responsabilidad en Bruselas, sobre todo en la actual coyuntura bélica. Pero el techo de cristal sigue lejos de ...

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Dos de las tres principales instituciones europeas, la Comisión y la Eurocámara, estarán en esta nueva legislatura presididas, por segunda vez consecutiva, por mujeres. Otra mujer, la estonia Kaja Kallas, dirigirá, si es confirmada, la política exterior y de seguridad de la UE, uno de los puestos de más responsabilidad en Bruselas, sobre todo en la actual coyuntura bélica. Pero el techo de cristal sigue lejos de romperse en Europa. El mucho más que simbólico intento de la jefa del Ejecutivo europeo, Ursula von der Leyen, de formar de nuevo un equipo paritario (es decir, que ninguno de los dos géneros supere el 60%, una meta que se rozó en su primer mandato) ha fracasado antes de empezar. La mayoría de los Estados han ignorado su llamamiento de proponer dos nombres (de hombre y de mujer) para el puesto de comisario con el fin de que ella pueda armar un equipo equilibrado.

Con el anuncio de Dinamarca este miércoles de que propondrá como candidato a comisario a un hombre, el actual ministro de Desarrollo y Acción Climática, Dan Jorgensen, ya son 17 los países que han presentado oficialmente un candidato masculino para el Ejecutivo europeo. Solo seis (además de Alemania con Von der Leyen) han apostado por una mujer. Entre estos está España, que ha confirmado este miércoles la candidatura de la vicepresidenta Teresa Ribera, y Portugal, que ha propuesto este miércoles a la exministra de Finanzas Maria Luis Alburquerque. Todavía quedan tres países por revelar a su aspirante: Italia, que previsiblemente lo hará el viernes, cuando acaba el plazo oficial para presentar candidato, pero las quinielas apuestan por un hombre. También faltan Bélgica y Bulgaria, que probablemente lo harán fuera de fecha.

En cualquier caso, a estas alturas, la paridad parece imposible en este nuevo equipo que, eso sí, Von der Leyen todavía tiene que validar y la Eurocámara ratificar unas semanas más adelante.

“Una Comisión dominada por hombres indica la incapacidad de Von der Leyen de imponer su voluntad a las capitales al comienzo de un nuevo mandato, aceptando así que los intereses nacionales [la selección unilateral de los Estados de su comisario] priman sobre el interés general de la UE [una Comisión con equilibrio de género]”, advierte Alberto Alemanno, profesor Jean Monnet de Derecho y Política de la Unión Europea en HEC París, en X.

El daño no es solo de puertas adentro. Es una “oportunidad perdida” para la UE y su imagen exterior, lamenta Jéromine Andolfatto, responsable de políticas de género en la UE del European Women’s Lobby, una organización que defiende los intereses de las mujeres a nivel europeo. “Es hora de que Europa haga lo que predica. Si quiere ser líder mundial en igualdad o derechos de las mujeres, la UE debería haber tomado esto como una oportunidad para enviar un mensaje potente de que la igualdad no es negociable y que la UE liderará mediante el ejemplo, no solo con palabras, sino también con acciones concretas”, señala por teléfono.

“No sé con qué legitimidad vamos a exigir el cumplimiento de determinados estándares democráticos, tanto dentro como fuera de Europa, si nosotros mismos no somos capaces de respetarlos”, coincide la eurodiputada socialista Lina Gálvez, que presidirá en este mandato la comisión para derechos de la mujer e igualdad de género (Femm) de la Eurocámara.

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La decisión de la mayoría de los Estados de ignorar la petición de Von der Leyen llega además en pleno avance de la ultraderecha en toda Europa, también en las elecciones europeas. “Me parece especialmente grave que no se tenga [la paridad] como una prioridad dentro de la formación de las instituciones en un momento de ataques a la democracia, donde los movimientos antidemocráticos son, mundialmente, antiigualdad y contra las políticas de igualdad de género, contra el feminismo y las mujeres”, critica la eurodiputada.

Otro paso atrás

La Eurocámara a la que Gálvez y sus compañeros de hemiciclo se aprestan a regresar para empezar a preparar el nuevo ciclo político —una de las tareas prioritarias de este comienzo de curso será la confirmación (o no) de los nuevos comisarios— tampoco puede presumir de morado feminista pese a que estará presidida por otra mujer, Roberta Metsola. El Parlamento Europeo 2024-29 se ha quedado a las puertas del 40% de mujeres que se cifra como porcentaje mínimo (según las propias directivas europeas sobre igualdad de género) para considerar que se da equilibrio de género. Y da otro paso atrás —todo un punto porcentual— respecto de la relación hombres-mujeres del legislativo pasado. Es además la primera vez que la curva estadística desciende tras el lento y difícil avance de las mujeres en las instancias europeas, como se puede ver en los retratos de sus dirigentes que inundan los pasillos de las instituciones bruselenses.

No se trata solo del número de mujeres entre los 720 nuevos eurodiputados: la desigualdad es también marcada en el reparto de tareas, donde la presencia de mujeres es mucho menor en los comités de mayor peso, como los económicos, presupuestarios o de asuntos internacionales. “Hay una segregación horizontal”, denuncia Andolfatto. Todo ello cuando, recuerda, “hay una obligación legal en los tratados europeos de garantizar la igualdad entre hombres y mujeres y de integrar la perspectiva de género en las políticas europeas”.

Pero, ¿puede aún revertirse la masculinización de la Comisión? Según Alemanno, hay margen: “Desde un punto de vista legal, se necesita la aprobación de Von der Leyen para que el acuerdo final pueda ser finalizado y el equipo de candidatos a comisario sea presentado para ser sometido a voto en el Parlamento Europeo”, indica al respecto.

Pero hay un problema: la cuestión de género no es uno de los motivos por los que se puede rechazar a un candidato, puesto que la paridad no está estipulada como requisito en los tratados. Von der Leyen ha estado hablando las últimas semanas intensamente con casi todas las capitales. Según el Times of Malta, la alemana estaría presionando para que la isla retire a su nominado, el poco conocido Glenn Micallef, y estudie cambiarlo por una mujer. Helena Dalli es la actual representante de Malta en la Comisión saliente, en la cartera de Igualdad.

Otra de las propuestas que rondan estos días en Bruselas es que Von der Leyen otorgue las carteras más significativas a las candidatas, que también podrían ser nombradas vicepresidentas. Y eso sí entra dentro de sus competencias. “Enviaría una señal fuerte, sería una manera para Von der Leyen de recuperar la narrativa”, señala Andolfatto. Con todo, el género no es la única baza que deberá valorar para componer su equipo: también debe mantener el equilibrio geográfico y tener en cuenta el peso de los países.

Hay quienes también esperan que el Parlamento rechace en el proceso de confirmación algunos candidatos. Al fin y al cabo, las normas estipulan claramente que “el Parlamento velará especialmente por el equilibrio entre hombres y mujeres”. Gálvez, no obstante, lo ve difícil. “¿Echar atrás a algunos comisarios varones? ¿A cuál, con qué criterio? Si estamos buscando justicia, no podemos cometer una injusticia en el camino”, advierte, mientras que señala que, con la distribución actual de eurodiputados, donde casi un tercio viene de la ultraderecha, esto sería además casi imposible.

La falta de paridad amenaza con empañar un nuevo mandato ya de por sí complejo. “La igualdad de género no es caridad, corrección política o algo para apaciguar a las feministas”, subraya Andolfatto. “Es garantizar que las decisiones que van a ser tomadas para todos los europeos son eficientes, eficaces y representativas, y es una buena política. Muchos estudios demuestran que una infraestructura dirigente más diversa hace mejores políticas”. Von der Leyen no puede estar más de acuerdo. Aunque no le dejen demostrarlo.

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