Ucrania abre un segundo flanco de ataque en territorio ruso

Zelenski asegura que la invasión de la provincia de Kursk demuestra que ya no existen líneas rojas para hacer frente a Putin

Soldados ucranios en un tanque en la región fronteriza con Rusia de Sumi, el pasado sábado.Foto: GEORGE IVANCHENKO (EFE) | Vídeo: EPV

El ejército ucranio ha abierto un segundo flanco de ataque en la provincia rusa de Kursk. El nuevo sector de avance se sitúa a unos 40 kilómetros de la zona en la que se inició la ofensiva sorpresa del 6 de agosto. Desde el domingo se están librando combates dentro de otra localización en territorio ruso, en el municipio fronterizo de Tiotkino. El objetivo de las Fuerzas Armadas de Ucrania es sitiar a los defensores ruso...

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El ejército ucranio ha abierto un segundo flanco de ataque en la provincia rusa de Kursk. El nuevo sector de avance se sitúa a unos 40 kilómetros de la zona en la que se inició la ofensiva sorpresa del 6 de agosto. Desde el domingo se están librando combates dentro de otra localización en territorio ruso, en el municipio fronterizo de Tiotkino. El objetivo de las Fuerzas Armadas de Ucrania es sitiar a los defensores rusos en la comarca de Glushkovo, lo que les permitiría añadir bajo su control 600 kilómetros cuadrados de territorio ruso.

El operativo para embolsar a las tropas rusas en Glushkovo se ha preparado al milímetro y es donde los hombres de Oleksandr Sirski, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, están destinando los principales esfuerzos de avance. El oeste y el sur de la comarca están delimitados por la frontera con Ucrania. Es por el oeste, a través del río Seim, por donde se ha abierto un nuevo flanco sobre Tiotkino. En el extremo oriental de Glushkovo se encuentra el territorio ruso bajo control ucranio, por donde se está presionando más a las unidades rusas de esta comarca. El norte de Glushkovo lo marca el río Seim, y es allí donde la estrategia ucrania ha dado en el blanco. Este domingo fue destruido por las Fuerzas Aéreas el tercer y último puente que se mantenía en uso en el Seim. Los otros dos puentes fueron destruidos por los misiles ucranios en días anteriores. Sin estos tres puntos de cruce del río, los rusos pueden quedar aislados y el transporte de refuerzos y la logística militar severamente reducida.

Tiotkino ya fue el pasado marzo escenario de incursiones militares procedentes de Ucrania, pero protagonizadas por unidades de la Legión Libertad de Rusia, uno de los grupos armados rusos de la oposición a Vladímir Putin que combaten en las filas ucranias. Analistas de defensa ucranios contemplan que los combatientes de estas unidades rusas —la Legión Libertad de Rusia, el Batallón Siberiano y el Cuerpo de Voluntarios Rusos— se sumen en el futuro como refuerzos al operativo en Kursk.

Tanques rusos destrozados en una carretera cercana a Sudzha, en la región rusa de Kursk, el pasado viernes. Associated Press/LaPresse (AP)

John Helin, analista de la guerra de Ucrania para el grupo finlandés Black Bird, da por muy probable que en los próximos días se produzca un empuje ucranio en Tiotkino e incluso en un nuevo flanco por el sur. Esto se debe a que por el este, los rusos están conteniendo a las tropas de Sirski en la ciudad de Korenevo.

El ejército ruso ya está desplegando en el Seim pontones que sustituyan a los puentes anulados. “Para las fuerzas rusas no ha de ser difícil construir nuevos pontones, la anchura del río es solo de entre 30 y 80 metros”, indica Defense Express, medio ucranio especializado en análisis militar. “De todas formas”, añade, “cualquier cruce sobre pontones es mucho más vulnerable ante los cuellos de botella que genera en la logística”.

Defense Express también indica que los pontones pueden ser destruidos con misiles de precisión de la aviación ucrania. Imágenes de satélite han confirmado este martes que uno de estos ya fue anulado el domingo por las fuerzas ucranias, tan solo 48 horas después de desplegarse. Cuentas militares ucranias en Telegram también han difundido videos de ataques con drones bomba contra vehículos rusos de zapadores que se disponían a levantar puentes móviles en el Seim.

El Ministerio de Exteriores ruso acusó el viernes a Kiev de imposibilitar la evacuación de civiles con la destrucción de estos puentes. Moscú ha asegurado que Ucrania ha utilizado los misiles de precisión Himars en esta acción.

El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, reclamó el lunes que se acelere la entrega de armamento de sus aliados, y que Estados Unidos, Alemania, el Reino Unido y Francia autoricen el uso de misiles de largo alcance en suelo ruso, una restricción que mantienen para Kiev. En la invasión de territorio ruso están siendo determinantes la munición y los blindados de infantería aportados por la OTAN. Zelenski, principal promotor de la ofensiva en Kursk, dio cuenta de los progresos conseguidos durante una reunión con su cuerpo diplomático: según el jefe de Estado, Ucrania tiene bajo su control 1.250 kilómetros cuadrados y 92 poblaciones rusas.

Zelenski recalcó que la invasión de Kursk debe servir para demostrar a sus socios en la OTAN que no deben tener miedo a las amenazas de Putin sobre una escalada bélica: “Mucha gente en todo el mundo habría dicho hace algunos meses que [la ofensiva] era imposible porque cruzaría la más estricta de las líneas rojas de Rusia. Por eso nadie sabía nada sobre nuestros preparativos”. “Estamos presenciando un cambio ideológico significativo”, afirmó el presidente ucranio, “el concepto ingenuo, ilusorio de las llamadas líneas rojas respecto a Rusia, que ha dominado el análisis de la guerra por parte de algunos de nuestros socios, se ha roto estos días”.

El líder ucranio subrayó que se han conseguido dos objetivos primordiales de la operación en Kursk: crear una zona segura en la frontera contra acciones militares rusas y capturar a cientos de prisioneros de guerra que servirán para liberar a soldados ucranios apresados por las tropas del Kremlin.

“A cara o cruz”

La cúpula de poder ucrania sabe que el tiempo corre en su contra. Cada vez es más difícil obtener ayuda militar de sus aliados. El proyecto de presupuestos del Gobierno alemán contempla una reducción severa del apoyo bélico a Ucrania y también planea la amenaza de una victoria de Donald Trump en las presidenciales estadounidenses. Trump es partidario de cerrar el grifo a Kiev. El propio Zelenski quiere acelerar, de momento exclusivamente bajo sus condiciones, unas futuras negociaciones de paz con Rusia.

En este contexto se entiende la ofensiva de Kursk como un penúltimo y arriesgado golpe de efecto ucranio para tomar la iniciativa en la guerra y llegar a una hipotética mesa de negociaciones con más peso. Una fuente próxima al equipo de Zelenski aseguró el sábado a EL PAÍS que la invasión de Kursk es una jugada del presidente “a cara o cruz”: “Si sale bien, será un enorme éxito ante la ciudadanía, pero si sale mal, la responsabilidad recaerá en él”.

Hay tres escenarios en los que la operación en territorio ruso puede salir mal: el primero, si Moscú consigue hacer retroceder a los ucranios en Kursk destruyendo —como está sucediendo— un elevado número de blindados y piezas de artillería. Y cuanto más se adentren las tropas de Kiev en Rusia, más expuestas estarán las Fuerzas Armadas Ucranias y más vulnerable será su cadena logística. El segundo escenario negativo sería si la ocupación de suelo ruso no sirve como activo para negociar con el Kremlin lo que el Gobierno ucranio ha definido como “una paz justa”. Alexander Graef, investigador del Instituto para el Estudio de la Paz y la Política de Seguridad, en Hamburgo, valoró el 14 de agosto para este diario que ve imposible que Putin acepte diálogo alguno mientras parte de Rusia esté bajo ocupación ucrania.

El tercer escenario que puede salir mal es que la incursión en Kursk no detenga el rápido avance ruso en el frente de Donetsk. Es en este punto en el que ya están saltando las alarmas, incluso desde el estamento militar, porque por el momento, Rusia no ha transferido un número significativo de sus unidades más experimentadas en Donetsk a Kursk, donde la defensa de la provincia recae sobre todo en reclutas recientemente incorporados. Por el contrario, quien ha desplazado más activos de Donetsk a Kursk ha sido el ejército ucranio. “Todavía no sé si se trata de una gran idea o de una decisión suicida”, reflexiona Helin sobre la incursión en Rusia, “lo que sí sé es que hay muchos riesgos, y uno es que ha hecho más débil la defensa en la provincia de Donetsk al desviar fuerzas ucranias a Kursk”.

La situación en Donetsk es particularmente grave en la ciudad de Pokrovsk, uno de los bastiones de la defensa ucrania en la provincia. Las fuerzas rusas se encuentran a tan solo 11 kilómetros del municipio y su alcalde, Serhii Dobriak, anunció este lunes en Radio Svoboda que los civiles tienen dos semanas para abandonar sus casas porque a partir de la semana que viene, los combates cada vez más próximos harán inviable la vida en el lugar: “En estos momentos, los servicios públicos y comercios funcionan completamente, pero entendemos que en una semana, estos servicios empezarán a ir cerrando”.

La amenaza rusa también se cierne sobre Járkov. Al norte de la segunda mayor ciudad ucrania Rusia abrió el pasado mayo un nuevo frente. Las fuerzas ucranias pudieron contener el empuje del invasor pero la administración militar de Járkov ha informado este martes de que han detectado los preparativos de una nueva campaña de asaltos, sobre todo para acabar de tomar el control de la localidad ucrania de Vovchansk. Este municipio fronterizo al norte de la provincia fue en mayo el escenario de algunos de los choques más intensos entre los dos ejércitos de la guerra. Expertos militares ucranios como el teniente general en la reserva Ígor Romanenko habían aventurado a este diario que preveían que Rusia redujera su presencia al norte de Járkov para reforzar su defensa en Kursk. El mando del ejército en Járkov asegura ahora que ha detectado un incremento de operaciones rusas de reconocimiento aéreo sobre Vovchansk y sobre la aldea de Hliboke, además de la incorporación de material y unidades de asalto en sus regimientos, lo que indica la proximidad de una ola de ataques.

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