Israel lanza uno de sus bombardeos más letales en Líbano en pleno diálogo de alto el fuego en Gaza
Un ataque aéreo mata a 10 civiles sirios en un momento particularmente delicado. La polio vuelve a la Franja 25 años después de su erradicación, mientras Israel reduce la “zona humanitaria” y ordena nuevos desplazamientos
En pleno diálogo de alto el fuego en Gaza con más cosas que nunca en juego y el secretario de EE UU, Antony Blinken, rumbo a Tel Aviv, el ejército israelí ha matado este sábado a 10 personas, todas civiles sirios, en una fábrica de cemento en el sur de Líbano, según los servicios sanitarios. Es uno de sus bombardeos aéreos más letales en la guerra de baja intensidad que mantiene con Hezbolá, por lo general a decenas de kilómetros de la frontera en am...
En pleno diálogo de alto el fuego en Gaza con más cosas que nunca en juego y el secretario de EE UU, Antony Blinken, rumbo a Tel Aviv, el ejército israelí ha matado este sábado a 10 personas, todas civiles sirios, en una fábrica de cemento en el sur de Líbano, según los servicios sanitarios. Es uno de sus bombardeos aéreos más letales en la guerra de baja intensidad que mantiene con Hezbolá, por lo general a decenas de kilómetros de la frontera en ambos lados y en paralelo a la invasión de Gaza, que no vive un día de respiro. En apenas 48 horas, Israel ha reducido la denominada “zona humanitaria” al 11% del territorio, ha matado a 15 miembros de la misma familia (nueve de ellos niños) en un almacén que albergaba civiles y ha ordenado nuevos desplazamientos, convertidos ya casi en rutina semanal. La polio, además, ha reaparecido, por primera vez en 25 años, por las terribles condiciones humanitarias provocadas.
Entre los muertos en Líbano, en la zona industrial de Wadi al Kfur, figuran el conserje de la fábrica, su mujer y sus dos hijos, así como trabajadores sirios de los equipos de defensa civil y ambulancias, según la agencia estatal de noticias. Hay también cinco heridos, dos de ellos en estado crítico. Un voluntario de los servicios de emergencias describió la escena al diario libanés L’Orient-Le jour como “espeluznante”, con “gritos provenientes de los escombros” hasta primera hora de este sábado, cuando prácticamente acabó la retirada de las piedras y hierros. El ejército israelí defiende en un comunicado que era una “instalación de almacenamiento de armas” de Hezbolá.
El ataque se ha producido en pleno esfuerzo de la Casa Blanca por inspirar optimismo tras dos jornadas como mediador en Doha, la capital de Qatar, de un alto el fuego en Gaza que ponga fin por fases a 10 meses de invasión. El diálogo ―que continuará la próxima semana en El Cairo y tiene también a Egipto y Qatar como mediadores― va más ahora de calmar las aguas para desactivar las anunciadas represalias sobre Israel de Irán y de Hezbolá ―a dos asesinatos de peso en su suelo― que de salvar vidas palestinas. Las del 98% que queda con vida, pues los muertos han superado esta semana los 40.000, de una población de 2,3 millones que, en un 90%, ha sido desplazada a la fuerza de sus hogares.
Los 10 cadáveres de la madrugada en Líbano han tenido consecuencias al mediodía, con el lanzamiento desde el sur del país de unos 55 proyectiles contra territorio israelí, según ha informado el ejército. No han causado heridos, solo incendios en la zona (una de las más verdes del país) captados con teléfonos móviles. Sí lo ha hecho (dos soldados, uno de ellos de gravedad) otro ataque de Hezbolá, por el impacto de un dron con explosivos o de un proyectil anticarro cerca de la frontera. El Consejo Regional de la Alta Galilea ha cerrado las piscinas públicas y llamado a los vecinos a permanecer cerca de espacios protegidos y a evitar reuniones y desplazamientos innecesarios. La Fuerza Aérea israelí también ha asesinado, con un dron, a un mando de Radwán, la fuerza de élite de Hezbolá, cuando circulaba en motocicleta cerca de la ciudad de Tiro.
Un inmenso túnel
Es un momento particularmente delicado para una escalada en lo que Israel llama el “frente norte”, precisamente porque las negociaciones de alto el fuego en Gaza son ―junto con la presión diplomática occidental― el principal dique que viene conteniendo la respuesta que Irán y su aliado Hezbolá prometieron a principios de mes. El líder del grupo libanés, Hasan Nasralá, advirtió la pasada semana de que la represalia “llegará sin duda” en el “momento adecuado” y será “fuerte”, pero irá precedida de una “espera que forma parte del castigo”. La milicia libanesa acaba además de difundir un vídeo propagandístico más importante que los habituales. Muestra un inmenso túnel en el que caben hasta camiones para transportar proyectiles. Es el más explícito hasta ahora sobre su red subterránea y forma parte del pulso de amenazas que mantiene con Israel.
El punto de inflexión en la tensión fue un cohete lanzado desde Líbano hace casi un mes. Mató a 12 menores de edad drusos cuando jugaban al fútbol en los Altos del Golán, territorio sirio ocupado por Israel. Fue, aparentemente, un error de Hezbolá (que lo niega) al apuntar a una base militar cercana. Israel disparó entonces casi a lo más alto, al asesinar al número dos de la milicia, Fuad Shukr, en su feudo en Beirut, Dahiya. Una humillación añadida que mostraba su vulnerabilidad frente a los servicios de inteligencia del enemigo. Al día siguiente, Ismail Haniya, líder político de Hamás, fue asesinado en pleno Teherán y todos señalaron también al Mosad, los servicios secretos israelíes en el exterior.
Las amenazas de represalia que llegaron de Teherán y Beirut (y el consiguiente riesgo de que la guerra de Gaza se convirtiese definitivamente en una regional abierta y con muchos actores) movilizaron a los mediadores. Convocaron la reunión en Doha para cerrar un acuerdo de alto el fuego que negocian sin éxito desde diciembre y, en su última jornada, este viernes, presentaron una propuesta de borrador que podría “aplicarse rápidamente”.
EE UU lleva, de hecho, dos días lanzando mensajes casi triunfalistas. Desde el presidente, Joe Biden, repitiendo una frase que ya pronunció meses atrás (“Estamos más cerca de lo que nunca hemos estado, mucho más cerca que hace tres días”) hasta un alto mando de su equipo, que definió bajo anonimato las negociaciones como “las más constructivas en meses”. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, convertido desde hace meses en el principal obstáculo para un acuerdo, ha manifestado su “esperanza” de que los mediadores ―citando en particular a su gran aliado, Washington― “presionen” a Hamás a aceptar un acuerdo.
El movimiento islamista insiste, en cambio, en ceñirse a lo ya acordado, en vez de renegociar las “condiciones imposibles” que Netanyahu pretende añadir al borrador. Y acusa a Washington de darle “cobertura y luz verde” para continuar la invasión de Gaza, al dar pábulo a sus pegas, en vez de forzarle a cumplir compromisos previos, como declaró a la cadena de televisión Al Jazeera el máximo responsable de su oficina de Relaciones Nacionales, Hussam Badran. Otro dirigente de Hamás, Sami Abu Zuhri, critica la “falsa atmósfera positiva” con que la Casa Blanca describe la cita en la capital catarí.
Pausa humanitaria
En este contexto, el secretario general de la ONU, António Guterres, ha pedido, al menos, una pausa humanitaria de una semana para poder vacunar contra la polio a más de 640.000 gazatíes con menos de 10 años. La polio es más común entre los más pequeños y se transmite principalmente por el consumo de agua con restos fecales.
Llevaba un cuarto de siglo erradicada en Gaza ―y casi en el resto del mundo desde los años ochenta del siglo pasado, gracias a la vacunación―, pero su reaparición (ha sido detectada este viernes en un bebé de 10 meses) era cuestión de tiempo en un territorio con un 70% de bombas de aguas residuales destruidas, basura por todas partes y ni una sola planta activa de tratamiento de aguas.
La Organización Mundial de la Salud de Naciones Unidas ya ha aprobado la entrega de 1,6 millones de dosis, pero resulta “imposible” llevar a cabo la campaña de vacunación “con la guerra arrasándolo todo” y unos servicios sanitarios “diezmados”, dijo Guterres este viernes. Ahora, ni los trabajadores sanitarios pueden moverse con garantías, ni las familias llevar a sus hijos a los centros sanitarios. Una semana sin bombardeos sería, admite, una tirita, pero resulta “imprescindible” hasta que llegue “la vacuna definitiva”: “la paz y un alto el fuego humanitario inmediato”.
Sigue toda la información internacional en Facebook y X, o en nuestra newsletter semanal.