El acuerdo nuclear y el alivio de la tensión interna: los retos del moderado Masud Pezeshkian al asumir la presidencia de Irán

El exministro de Exteriores y arquitecto de ese pacto, Mohammad Javad Zarif, es el hombre fuerte del equipo presidencial. El presidente promete eliminar las patrullas que detienen a las iraníes sin velo si está en su mano

El líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei (centro), en el nombramiento del nuevo presidente del país, Masoud Pezeshkian, a su derecha, en Teherán, este domingo.IRANIAN SUPREME LEADER'S OFFICE (EFE)

Mohamed Javad Zarif es un diplomático que cree en la sonrisa, en el talante conciliador ante “los enemigos” de Irán. Así lo escribió en 2013 en sus memorias este exministro de Asuntos Exteriores (2013-2021) arquitecto del acuerdo nuclear entre Teherán y las potencias mundiales de 2015. El diplomático ha sido el elegido por el presidente electo iraní, Masud Pezeshkian, que este martes asume su cargo, para elaborar la lista de ministros de su futuro Gobierno. T...

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Mohamed Javad Zarif es un diplomático que cree en la sonrisa, en el talante conciliador ante “los enemigos” de Irán. Así lo escribió en 2013 en sus memorias este exministro de Asuntos Exteriores (2013-2021) arquitecto del acuerdo nuclear entre Teherán y las potencias mundiales de 2015. El diplomático ha sido el elegido por el presidente electo iraní, Masud Pezeshkian, que este martes asume su cargo, para elaborar la lista de ministros de su futuro Gobierno. Toda una declaración de intenciones de la que se considera su prioridad en política exterior: la reanudación de las negociaciones sobre ese pacto nuclear que, hasta 2018, permitió el levantamiento de las sanciones internacionales contra Irán a cambio de la supervisión del programa atómico del país para garantizar que no pretende fabricar armas nucleares. En clave interna, la promesa de campaña de que tratará de eliminar las patrullas policiales que detienen a las mujeres sin velo de quien será el primer presidente reformista de Irán en 15 años, se considera un termómetro de su voluntad de “tender la mano” a todos los iraníes. Especialmente, de las mujeres y los jóvenes.

Esos dos colectivos son dos de los arietes de la presión interna contra un régimen al que muchos ciudadanos han vuelto la espalda. Las mujeres, los menores de 30 años —un tercio de la población— asumieron el protagonismo en las últimas manifestaciones contra las autoridades, desatadas por la muerte de Yina Mahsa Amini, una kurdoiraní de 22 años, que pereció bajo custodia policial el 16 de septiembre de 2022. Tres días antes la habían detenido en Teherán por llevar mal colocado el velo obligatorio. No pocos iraníes enmarcan esa muerte en el endurecimiento de la persecución policial contra las mujeres, propiciada por el giro ultraconservador que culminó con la elección de Ebrahim Raisí como presidente en 2021. La muerte de Raisí en un accidente en mayo obligó a Irán a convocar las presidenciales en las que Pezeshkian, exministro de Sanidad en los 2000 del carismático presidente reformista Mohamed Jatamí, se impuso en segunda vuelta el 5 de julio.

Algunos analistas han visto en la luz verde del poder a que este cirujano cardiovascular pasara la criba previa de candidatos y concurriera a las urnas un golpe de timón; un freno relativo a ese giro ultraconservador que, junto a la pésima situación económica del país, creó las condiciones para el estallido popular desencadenado por la muerte de Amini. El régimen acalló las protestas con una represión en la que murieron al menos 550 personas y 60.000 fueron detenidas, según la ONU.

Un sistema político encabezado por un anciano de 85 años que no ha designado a su sucesor veía así cómo a la fuerte presión económica externa de las sanciones —reinstauradas por la Administración de Donald Trump tras abandonar unilateralmente el pacto nuclear en 2018— se sumaban unas manifestaciones que demostraron el desapego de muchos iraníes en un país con una clase media empobrecida, un 30% de la población bajo el umbral de pobreza extrema, una inflación anual que ronda el 35% y una legislación misógina que oprime a las mujeres. Los sucesivos récords de abstención electoral desde 2020, de hasta el 59% del electorado en las legislativas de marzo, mandaron también un mensaje al poder, recalca por teléfono el iranólogo Raffaele Mauriello, profesor en la universidad Allameh Tabataba’i de Teherán.

“El líder [Jamenei] se ha dado cuenta de que, con esos números, algo no funciona y que había que adoptar cambios”, subraya. Cambios como la luz verde a la candidatura del presidente electo, que ha prometido aliviar “la tensión externa e interna” en su país. Según la lectura fundamentalmente económica que el régimen hace, al menos en público, del desapego popular, la disminución de esta tensión depende en gran parte de la previsible mejora de la exhausta economía iraní si se renueva el pacto nuclear y se alivian las sanciones.

Numerosas iraníes han prescindido del velo desde la muerte bajo custodia policial de la joven Yina Mahsa Amini. ABEDIN TAHERKENAREH (EFE)
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Promesas

El ceremonial iraní para la proclamación del presidente dejó claro este domingo que Pezeshkian tendrá difícil acometer cambios de calado en ciertas cuestiones. En un acto en Teherán, el reformista fue ratificado como jefe de Gobierno por el líder supremo. En su discurso, Jamenei le ofreció su apoyo. Siempre que sea “coherente con el camino recto del Islam y la Revolución”.

Algunas de las promesas de Pezeshkian son difícilmente conciliables con esa advertencia. Como en otras ocasiones, más que referirse al uso de una prenda, la cuestión del velo es también en esta ocasión un símbolo, un ejemplo de que el nuevo presidente tendrá un margen de acción limitado en asuntos que el estamento clerical considera vitales, y el velo es una de ellas. Pezeshkian no se opone a la ley que obliga a usarlo, una norma que tampoco podría derogar en un Parlamento ultraconservador. Sí ha criticado que las iraníes que han prescindido del hiyab sean detenidas con violencia. Durante su campaña prometió eliminar las patrullas policiales que las acosan. Luego añadió: “Si está en mi mano”.

Zarif, el muñidor del acuerdo nuclear que está diseñando el nuevo Ejecutivo, es un defensor del velo islámico. Si el propósito de acometer el diálogo para reactivar las estancadas negociaciones nucleares se da por hecho —Jamenei aludió el martes a que las sanciones contra Irán “podrían desaparecer” si se utilizan para ello medios “honorables”— la cuestión de la persecución policial de las iraníes sin hiyab está mucho más en el aire.

En la lista de los titulares de las carteras “probablemente habrá alguna ministra”, pronostica el experto Mauriello. Más significativa que su presencia, serán los ministerios que ocupen. En el Ejecutivo de Raisí, ya había una vicepresidenta, Ensiyeh Kazali, en un departamento de escasas atribuciones: Asuntos de la Mujer. Tras asumir su cargo este martes, el presidente tendrá un plazo de 15 días para someter su Gabinete al Parlamento ultraconservador, donde se votará uno a uno a los ministros. El jefe del Gobierno ha publicado una lista con 18 criterios para elegir a los titulares de las carteras. Entre ellos figura el de cumplir con las demandas de jóvenes y mujeres. Pezeshkian ha anunciado que el también reformista Mohamad Reza Aref será su vicepresidente primero

De cualquier manera, Jamenei aprueba por ley a los ministros de Inteligencia, Defensa y Asuntos Exteriores, recuerda en X la periodista y analista iraní Fereshteh Sadeghi. Durante años, “el ministro del Interior se ha añadido también a esa lista”.

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