El ministro de Exteriores de Noruega: “El reconocimiento del Estado de Palestina contribuye a una solución política al conflicto”

Espen Barth Eide confía en que otros países europeos sigan el ejemplo de su país, España e Irlanda, y asegura que si la comunidad internacional no impulsa ahora la solución de los dos Estados, lo lamentará durante muchos años

Espen Barth Eide, ministro de Asuntos Exteriores de Noruega, durante una rueda de prensa en Bruselas, el 4 de abril.Omar Havana (Getty Images)

El ministro de Asuntos Exteriores de Noruega, Espen Barth Eide (Oslo, 60 años), considera que el reconocimiento de su país, junto con España e Irlanda, del Estado de Palestina es un apoyo para los palestinos y “una solución política para este conflicto”. Los tres países europeos oficializarán ese reconocimiento el 28 de mayo, una fecha que no es casual: “Unos días antes hay varias reuniones en Bruselas relativas a Palestina e Israel. El objetivo es apoyar un pl...

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El ministro de Asuntos Exteriores de Noruega, Espen Barth Eide (Oslo, 60 años), considera que el reconocimiento de su país, junto con España e Irlanda, del Estado de Palestina es un apoyo para los palestinos y “una solución política para este conflicto”. Los tres países europeos oficializarán ese reconocimiento el 28 de mayo, una fecha que no es casual: “Unos días antes hay varias reuniones en Bruselas relativas a Palestina e Israel. El objetivo es apoyar un plan de paz en la región”, explica el político laborista en una entrevista telefónica con EL PAÍS, realizada este miércoles.

Pregunta. ¿Por qué llega el reconocimiento ahora y no antes, pues en 2014 lo hizo Suecia?

Respuesta. El momento perfecto nunca se ha dado. Hasta hace poco, pensábamos que debía ser un acuerdo bilateral, resultado de un proceso negociado. Pero la situación en el terreno es peor que nunca. Ahora vemos la oportunidad de crear una esperanza de paz. Varios países árabes, junto con algunos europeos, han lanzado la idea de que se puede combinar un proceso irreversible hacia un Estado palestino con garantías firmes de seguridad para Israel; fomentando el fortalecimiento de la Autoridad Nacional Palestina y con la desmovilización de Hamás.

P. ¿Es una manera de revitalizar la solución de los dos Estados?

R. Exactamente. Todas estas piezas del puzle pueden reavivar la esperanza de un proceso de paz y de dos Estados. No todo va a cambiar al día siguiente. Pero esto da peso a Palestina ante futuros acuerdos. En los últimos años, ha habido una relación muy desigual entre Israel y Palestina. Por eso creo que este reconocimiento es constructivo. Además, hay que recordar que hay una relación histórica muy importante entre Madrid y Oslo al respecto. Previo a los Acuerdos de Oslo [firmados en 1993], hubo varias reuniones en Madrid. Hemos esperado más de 30 años y no se ha avanzado, sino más bien al revés: la situación ha empeorado mucho. Nosotros seguimos creyendo en dos Estados que convivan en paz.

P. ¿Por qué no se ha avanzado en este tiempo?

R. En los noventa, había actores sociales y políticos [en Israel y Palestina] que creían en esa solución. Lo que no vimos en el 93 es que podían venir otros líderes que no creían en ello y tenían más interés en mantener la confrontación. El sistema se basaba en la buena fe de los participantes, pero esa buena fe no siempre ha existido. [El presidente de EE UU, Bill] Clinton tenía voluntad de solucionar el problema a través de un proceso constructivo. Pero no se involucró a los actores regionales. Ahora sí que lo están. Además, a esos países árabes [vecinos de Israel y Palestina], que ya apoyaban el Estado palestino, ahora les importa más, pues ven que la influencia de Irán se ha acrecentado en la zona alimentándose de la violencia [entre israelíes y palestinos]. Irán es un enemigo de Israel, pero también de Palestina, así como de otros países de la zona.

P. ¿Qué opina de los Acuerdos de Abraham, firmados para normalizar las relaciones entre Israel y varios países árabes en 2020?

R. Se puede decir mucho a favor de ellos, pero un problema grave es que los Acuerdos de Abraham habían olvidado a los palestinos. Normalizar la relación entre Israel y los Estados árabes era un hecho histórico, pero no se puede hacer sin Palestina. La iniciativa sigue viva, pero ahora los países árabes no van a hacerlo sin los palestinos. Por eso, Noruega, España e Irlanda, y muchos otros, queremos apoyar esta iniciativa, que es inicialmente árabe. Me gusta imaginar que estamos ante un puzle. Hay piezas colocadas en su sitio, pero faltan otras; algunos participantes han destruido piezas y otros se resisten a colocar las suyas. Pero se ve el dibujo final.

P. Sin embargo, el Gobierno de Israel ha criticado duramente la decisión de reconocer a Palestina y Hamás también ha mostrado sus reparos a los dos Estados.

R. La existencia de Hamás se basa en la falta de progreso de un Estado palestino. Si hubiera uno, con instituciones democráticas, con servicios de seguridad, con control interno… En cambio, la ausencia de solución ha creado una frustración de la que Irán y sus proxys [afines] se están aprovechando. Si establecemos un Estado palestino, basado en el acuerdo y el diálogo, las fuerzas terroristas puede que no desaparezcan, pero se mitigarían, se desmovilizarían. Lo hemos visto en muchos países que han sufrido violencia o terrorismo y cuyos actores se han reconvertido al proceso democrático. Eso puede pasar en Palestina. En Israel, el problema es que los partidos y los grupos que apoyaban la solución de dos Estados ya no tienen la fuerza de antes. [El Gobierno de] Israel se ha ido escorando a la derecha, cada vez más extrema. [El primer ministro israelí] Netanyahu va a usar su relación con esos partidos radicalizados ―muchos muy pequeños, pero claves en la gobernabilidad―. Eso lo hace difícil. Pero Israel es mucho más que su Gobierno; es eterno. Los políticos vienen y van. Esto es una carrera de largo aliento. Es correcto hacer esto ahora.

P. ¿Cree que la acción coordinada de España, Noruega e Irlanda pueda tener un efecto de arrastre para otros países europeos?

R. Estamos muy convencidos de que habrá otros Estados que en breve seguirán nuestro ejemplo; igual la semana que viene.

P. ¿Va a funcionar?

R. No lo sé. Pero si no lo intentamos, vamos a lamentarlo durante años.

P. ¿Teme consecuencias por esta decisión?

R. Israel ha llamado a su embajador a consultas. Nosotros no vamos a hacer lo mismo. El embajador israelí es con el que más me he citado desde que estoy en el cargo. De hecho, cuando regrese a Noruega le invitaré a tomar un café a mi despacho.

P. ¿Detendría Noruega a Netanyahu, acatando una posible orden del Tribunal Penal Internacional?

R. Todos los países que apoyamos este tribunal —124, incluidos todos los occidentales, menos Estados Unidos y Turquía— estamos obligados a acatarlo y respetarlo. Por lo tanto, a cumplir [con sus resoluciones].

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