Chega, el universo de los desencantados que abrazan a la ultraderecha en Portugal
El partido, liderado por el radical André Ventura, se ha consolidado como tercera fuerza en apenas cinco años y aspira a entrar en el Gobierno si la derecha gana las elecciones del 10 de marzo
Un día de 2018 André Ventura llamó a su amigo Nuno Afonso para pedirle ayuda para fundar un partido nuevo en Portugal. Ambos militaban en el Partido Social Demócrata (PSD, centroderecha), donde Ventura se había enemistado con su líder, el moderado Rui Rio, y había fracasado en su intento de capitanear una revuelta interna. “Al principio no le hice mucho caso porque otras veces me había llamado para decirme que quería presidir el Benfica, ser el mejor e...
Un día de 2018 André Ventura llamó a su amigo Nuno Afonso para pedirle ayuda para fundar un partido nuevo en Portugal. Ambos militaban en el Partido Social Demócrata (PSD, centroderecha), donde Ventura se había enemistado con su líder, el moderado Rui Rio, y había fracasado en su intento de capitanear una revuelta interna. “Al principio no le hice mucho caso porque otras veces me había llamado para decirme que quería presidir el Benfica, ser el mejor escritor del mundo o presidir el Ayuntamiento de Sintra”, recordaba este jueves por teléfono Afonso.
A pesar de que Ventura hizo un erasmus en Salamanca y luego se doctoró en Derecho en la Universidad de Cork (Irlanda), ambos habían mantenido la amistad de los días de Sintra. Afonso decidió seguirle tras recibir una segunda petición de ayuda. A la primera reunión de lo que todavía no se llamaba Chega, en octubre de 2018, acudieron siete u ocho personas. “Había de todo, neoliberales de la escuela austriaca, fans de Trump, proabortistas y antiabortistas, nada de eso era importante para André, la única cosa que nos unía era que éramos sus amigos y, por tanto, nadie le iría a contrariar”, relata Nuno Afonso, que fue vicepresidente de la formación y su jefe de gabinete antes de abandonar la militancia en 2022 tras una cascada de desencuentros. Chega, mientras, se ha consolidado y aspira a entrar en el Ejecutivo si la derecha gana las elecciones del 10 de marzo.
Ventura (Sintra, 41 años) decidió bautizar la nueva organización con el nombre de aquel movimiento interno de protesta que había alentado en el PSD (Chega de Rui Rio, Basta de Rui Rio). El partido nacía como un proyecto personal de un líder que considera que Dios le ha encargado una misión para transformar Portugal. “Yo creo que Dios me colocó en este lugar, en este momento”, ha afirmado en alguna ocasión. El líder de Chega, que fue seminarista antes de estudiar Derecho, mantiene la fe religiosa como un pilar más sólido incluso que sus postulados políticos, que ha ido modulando según ensanchaba su base electoral. “No es de izquierdas ni de derechas, le mueve el poder. Hoy el partido funciona como una secta donde nadie se atreve a criticarle”, recrimina su antiguo vicepresidente. “Ventura no cree en el 50% de lo que dice, pero se adapta como un camaleón a su audiencia, es el político más hábil en hacerlo”, abunda el periodista Miguel Carvalho, que ha investigado a fondo el universo Chega.
Nuno Afonso, que encabeza otra lista electoral a la derecha en las elecciones del próximo 10 de marzo, no es el único que ha roto con el partido. “Buena parte de los fundadores de Chega ya no están por diferentes motivos. Algunos porque se sienten engañados, otros porque consideran que el partido es más socialdemócrata que radical y otros porque hablan con los extraterrestres que les dicen que el camino no es por ahí”, ironiza Miguel Carvalho.
Las disensiones llegaron en varias ocasiones al Tribunal Constitucional, que obligó a rehacer los estatutos y anuló incluso el congreso de 2023 tras ser impugnado por Fernanda Marques Lopes, una abogada que había fundado la organización y presidido su consejo jurídico. Los traspiés en los tribunales no han impedido que Chega protagonice el fenómeno político de éxito más fulgurante de la democracia portuguesa, galopando sobre propuestas y declaraciones polémicas que lo colocaron en la extrema derecha: castración química para agresores sexuales, confinamiento específico para gitanos en pandemia, ataques a los beneficiarios de ayudas sociales y la teoría conspirativa de la gran sustitucion demográfica formulada por el francés Renaud Camus. Su lema en esta campaña: “Limpar Portugal”. En los carteles se identifica a quienes hay que limpiar: políticos socialistas actuales que se entremezclan con investigados por graves casos de corrupción del pasado como el banquero Ricardo Salgado o el ex primer ministro José Sócrates.
Aupado por su popularidad como comentador televisivo apasionado del Benfica, André Ventura se consolidó a partir de 2019 al entrar en la Asamblea de la República. “Su estrategia pretendía conquistar la atención mediática y convertirse en el enemigo número uno de lo políticamente correcto. A partir de 2022 cambió; con un grupo parlamentario de 12 diputados, su objetivo fue construir la imagen de un partido en fase de profesionalización, empeñado en integrarse en las instituciones”, compara Riccardo Marchi, investigador del Instituto Universitario de Lisboa y autor del libro A nova direita anti-sistema. O caso do Chega (2020).
Ventura busca las emociones. “Antes yo militaba en el PSD, no me sentía representada como me siento ahora con la manera en que nuestro presidente habla y con sus convicciones”, sostiene Milena Lopes, empleada en la Administración tributaria y afiliada desde primera hora. También Alcino Costa acompaña a Ventura desde sus inicios. “Nunca me inspiraron confianza los otros partidos. Leí el programa de Chega, me gustó y me apunté sin conocer a nadie”, explica Costa, un pensionista de 77 años que vive en Santo Tirso y se identifica como “conservador, cristiano y católico”. Después de asistir a un acto electoral en un restaurante de Lamego, Alcino expone las razones que le llevan a creer en el proyecto de Chega: “Eliminar la corrupción y el compadreo; que dejemos de estar en un país miserable, donde la gente se harta de pagar impuestos para dar dinero a otros que no quieren trabajar. Hay personas que reciben 340 euros de pensión mientras tenemos políticos corruptos; esto crea un sentimiento de revuelta que lleva a la gente a confiar en personas como André Ventura”.
Sentimiento de revuelta. Hijos de la ira. Ahí está buena parte del combustible del universo Chega. Alcino Costa fue emigrante en Francia diez años, montó un restaurante a su regreso y ahora compensa su magra jubilación (600 euros de pensión de Portugal y 300 de Francia) con un negocio de alojamiento turístico. “Yo fui emigrante, pero tiene que haber límites, no pueden venir sin tener donde trabajar ni dormir”, plantea. “No queremos más bandidos en Portugal de los que ya tenemos”, ha soltado en esta campaña Ventura, que propone limitar las ayudas públicas a los inmigrantes y expulsar a los que delincan.
Aunque no hay sustento estadístico en el país para asociar inmigración y delincuencia, lo cierto es que el ex primer ministro conservador Pedro Passos Coelho, en su mitin de apoyo al candidato Luís Montenegro, se acercó al discurso de Chega al defender un país “abierto a la inmigración pero, ¡cuidado!, necesitamos también tener un país seguro(...). Hoy, las personas sienten una inseguridad que es la falta de prioridad en esas materias”. En un discurso posterior, Ventura se jactó de que en breve “Passos Coelho se cambia al Chega”.
Su electorado es heterogéneo. “Sus votantes creen solo en tres o cuatro ideas del líder, pero están hartos de la política actual y creen que así protestan de forma radical”, señala Miguel Carvalho. Incluso antiguos votantes comunistas del Alentejo respaldarán a la ultraderecha. “Es más común de lo que imaginamos porque es una cuestión de fe, antes en los comunistas y ahora en Chega”, afirma el periodista. En su último reportaje de investigación, en Público, desvela algunos financiadores del partido como miembros de poderosas familias empresariales como los Mello o Champalimaud. Entre los comentarios que recibió, figuró este: “Público tiene que parar con estos artículos que incentivan el odio a Chega, si no cualquier día a algún loco se le va la cabeza y ocurre un Charlie Hebdo en Portugal”. El que suscribía se identificaba como miembro de la “facción moderada” del partido de Ventura.
Para Riccardo Machi, a sus votantes les aglutina la protesta. “Atención, no es un electorado descontento con la democracia, sino con su funcionamiento”, aclara. “Tienen una visión dicotómica de la realidad, ven al pueblo portugués como una entidad homogénea traicionada por una élite política y económica corrupta”, subraya en un correo. Este sentimiento, añade, procede del estancamiento económico de inicios del siglo XXI y se agrava con la intervención del país por la troika entre 2011 y 2015, así como los escándalos de corrupción del socialista José Sócrates, el rescate de los bancos o los recientes casos que han llevado a la caída del Gobierno de António Costa en noviembre pasado. “Chega nace como un partido muy conservador en valores y muy liberal en la economía, que ha moldeado su discurso para conectar con su base electoral”, aduce Marchi.
En apenas cinco años, la ultraderecha se ha convertido en tercera fuerza. Para las elecciones del 10 de marzo, algunas encuestas le dan casi el 20% de los votos, casi el triple de su representatividad actual. Ventura ya habla abiertamente del fin del bipartidismo en Portugal y el inicio de un tiempo tripartidista. Su objetivo no se limita a crecer. “Queremos llegar al Gobierno para cambiar la vida de las personas”, afirma el secretario general de Chega, Pedro Pinto. Ningún partido parece tener opciones de gobernar con mayoría absoluta, aunque los sondeos recientes coinciden en dar la victoria al bloque de la derecha. El líder del centroderecha, Luís Montenegro, ha reiterado que no quiere a Chega en el Gobierno, pero persiste la duda sobre qué ocurrirá finalmente. Y Chega sabe lo que quiere. “Justicia y seguridad son dos banderas de las que no abdicamos”, señala Pedro Pinto.
Pese a su ascenso, su campaña discurre lejos de la calle, en salones de restaurantes donde se celebran comidas o cenas con discursos y música. La caravana ha centrado su esfuerzo en el norte y centro de Portugal, donde son más débiles y donde pasarán nueve de las 13 jornadas de campaña. “El sur del país está muy conquistado, sentimos que tenemos un electorado fiel en el Algarve, Setúbal o Évora, pero para llegar al Gobierno tenemos que conquistar el norte”, expone el secretario general de Chega.
A veces la cena-mitin acaba con la canción Conquistador, un tema que fracasó en Eurovisión pero que entronca con una parte de la historia que le gusta a Ventura: los siglos del poder portugués sobre los océanos. Baila en vídeos para Tik-Tok, donde triunfa entre jóvenes, y también baila en algunos mítines, donde arremete contra sus rivales, incluso aquellos con quienes aspira a aliarse. Considera a la Alianza Democrática, la coalición electoral de la derecha con la que desea pactar para gobernar Portugal, “un prostíbulo español” y a su líder, Luís Montenegro, un “tonto útil”.
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